La 'soluci¨®n Catalana'
La racionalidad de la soluci¨®n encontrada para el caso de Banca Catalana compensa, en buena medida, el dilatado plazo de tiempo transcurrido desde que se inici¨® el problema hasta que se encontr¨® una f¨®rmula para intentar una safida no s¨®lo a la m¨¢s grave crisis bancaria de la historia financiera espa?ola, sino tambi¨¦n a sus inseparables connotaciones pol¨ªt¨ªcas y psicol¨®gicas.Que el Gobierno se haya inhibido en el ejercicio de su derecho de tanteo a favor del Estado en condiciones similares a las ofertadas por el pool de bancos finalmente adjudicatarios es una prueba de sensatez y equilibrio pol¨ªtico, y no, como pretenden algunos, una debilidad por temor a una presencia excesiva del sector p¨²blico en la banca. Si alg¨²n Gobierno puede permitirse toda la firmeza jugando incluso a favor de corriente, ¨¦se es precisamente el actual equipo del PSOE en el ejecutivo espa?ol. Si la misma firmeza se ampliase a ¨¢reas de actuaci¨®n en las que su postura es discutible y discutida -pol¨ªtica exterior, TVE, relaciones con los sindicatos y las patronales-, el elogio a una decisi¨®n como la adoptada en el affaire Banca Catalana no ser¨ªa un caso aislado, sino una escalada de res paldos pol¨ªticos desde ¨¢reas ideo l¨®gicas muy variadas.
Ha habido tambi¨¦n racionalidad y eficacia en los hombres del Banco de Espa?a que han gestionado Catalana en los ¨²ltimos meses y han propiciado la elecci¨®n de la alterntiva finalmente adoptada.Y ha habido, igualmente, comprensi¨®n, tacto y capacidad de coordinaci¨®n en el grupo de bancos que present¨® la oferta de compra de Banca Catalana, que fue, finalmente, la aceptada por el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos. En cierto modo, tambi¨¦n la sensatez y la l¨®gica han estado presentes en la actitud de La Caixa, sorprendida entre los dos fuegos de su prepotencia y catalanidad frente a las limitaciones de la legislaci¨®n sobre cajas de ahorro y las exigencias de mantener su equilibrio, estructura y eficiencia interna. Donde ya no cabe hablar de virtudes, sino de serios defectos -cuando no de incomprensibles aberraciones- es en otras act¨ªtudes y conductas. Pretender el mantenimiento de la catalanidad de Banca Catalana, cuando en el propio territorio de la Generalitat no ha habido accionistas capaces de asumir el compromiso de la ampliaci¨®n de capital que hubiera garantizado esa soluci¨®n, raya los l¨ªmites de la incongruencia. Parece como si hubieran pensado, al un¨ªsono, que para salvar esa catalanidad ellos ten¨ªan todos los derechos y ninguna de las obligaciones. Derechos que incluian el boicoteo a soluciones no catalanistas, y obligaciones que, obviamente, exclu¨ªan cualquier aportaci¨®n pol¨ªtica o econ¨®mica para propiciar la f¨®rmula de soluci¨®n que deseaban. Escasa racionalidad ha habido tambi¨¦n -y, por tanto, inadecua da reacci¨®n a la f¨®rmula finalmente adoptada para el reflotamiento del grupo- en los depositantes y clientes de Banca Catalana que han retirado sus dep¨®sitos, agravando insensatamente la situaci¨®n mientras pensaban "que saneen ellos y luego volveremos nosotros", y; eso s¨ª, que todo quede en casa.Y m¨¢s incomprensible a¨²n es la actitud de los trabajadores afectados, que piden su nacionalizaci¨®n para garantizarse sus sueldos, no con su competencia y su esfuerzo, sino con el dinero de todos los espa?oles.
Que los socialistas catalanes, por su parte, critiquen la decisi¨®n final con el ¨²nico argumento de la aparente "contradicci¨®n" de esta medida con un programa econ¨®mico socialista, o que el sindicato de Banca de UGT estatal -frente a la postura contraria de su rama catalana- hable del "atentado" y "despilfarro in¨²til" no a?ade a sus posturas sobre este tema m¨¢s que ribetes de demagogia, personalismos heridos e inconsecuencias producidas por la dif¨ªcil pr¨¢ctica de repicar y estar en la procesi¨®n.
, 20 de mayo.
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