El hombre naci¨® burl¨®n...
Como un inmenso trompo, Falstaff-Pons se bambolea, tambalea, gira. El bar¨ªtono asume el valor teatral del personaje esc¨¦nico y el personaje esc¨¦nico es, finalmente, una panza: el Pancione en el texto italiano de Arrigo Boito sobre Las alegres comadres de Windsor. Pobre Falstaff. En el fondo de la historia est¨¢ un caballero de Enrique V, John Oldcastle, que combati¨® en favor de la herej¨ªa de los Lolardos ("rezongadores, gru?ones"), que fueron unos precursores del protestantismo.Fue martirizado y ejecutado; estaba contra el sentido de la actualidad del poder y la leyenda hizo presa en ¨¦l, como en tantos otros herejes medievales acusados de corruptos, pansexuales, disolutos (v¨¦ase El nombre de la rosa, de Umberto Eco). Shakespeare lo utiliz¨® dos veces: en el Enrique IV, todav¨ªa como un cobarde glot¨®n, y ya en Las alegres comadres de Windsor, con una innegable simpat¨ªa, como un antih¨¦roe que sirve con su cinismo para desenmascarar la concupiscencia de los otros. Lo acentu¨® Arrigo Boito, libretista de Verdi, cuando terminaba el siglo XIX: "L'onorei Ladrii", dice ya desde el primer acto, denunciando a quienes utilizan el honor para vender algo. "Pu¨® l'onore riemrire la panza? Noi". Y la panza se hace prominente, inmensa, due?a de toda la acci¨®n.
Shakespeare tiene mucho de italianizante; y esta Italia del Verdi anciano y de un Arrigo Boito garibaldino, creador de un periodismo musical -canciones pol¨ªticas-, estaba muy preparada para comprender a un Shakespeare ligero, burl¨®n. Boito no era un mero libretista servil: era un escritor. La clasificaci¨®n que se hace algunas veces de esta obra como comedia l¨ªrica responde muy bien a un sentido de teatralidad, que aqu¨ª se refleja en lo que podr¨ªamos llamar abundancia de di¨¢logo -pocas arias, no muchos d¨²os: escenas mezcladas, de muchos personajes- y en la vitalidad de la acci¨®n. Y en un pensamiento comediante, no tan lejano de la tradici¨®n italiana, hasta la frase de la fuga con que termina la obra, que podr¨ªa muy bien haber sido escrita por Shakespeare (o que la ha escrito de otras formas): "Tutto nel mondo ¨¦ burla. L'uom ¨¦ nato burlone". Lluis Pasqual, director de escena, hace que todos los personajes de la gran farsa final de las campanadas a medianoche, del bosque animado -recuerdo del Sue?o de una noche de San Juan, escrito quiz¨¢ un a?o antes-, se?alen directamente al p¨²blico.
Lluis Pasqual, uno de los mejores directores de escena de hoy, ten¨ªa por esta teatralidad de la comedia, por su misma reducci¨®n (ha sido considerada como ¨®pera de c¨¢mara), mayor facilidad para su trabajo que otros colegas suyos que le han precedido en esta ya larga campa?a de teatralizar la ¨®pera en las temporadas de la Zarzuela. La ha aprovechado, ha dado una versi¨®n bella, elegante y naturalmente burlona. Pons viene de haberla trabajado con Strehler, Pilar Lorengar, est¨¢ en la compa?¨ªa estable de Berl¨ªn; quiere decirse que tienen un trabajo de actores hecho, y que Pasqual lo ha desarrollado, como lo ha hecho con la docena de actores que forman el reparto. Escenas de conjunto tan dif¨ªciles como la del final del segundo acto -el juego biombo-cesta-persecuci¨®n-hallazgo de inocentes enamorados, etc¨¦tera- o como el fant¨¢stico final en el parque de Windsor est¨¢n resueltas con mano maestra. Todo dentro de una gran belleza: los decorados y figurines de Fabi¨¢ Puigserver, con los p¨¢lidos colores del grabado antiguo, la tamizaci¨®n de luces, el juego de sombras y siluetas, la lenta invasi¨®n de la niebla del T¨¢mesis, desprenden una continua belleza desde el escenario.
Con este Falstaff se ha dado un paso m¨¢s en una l¨ªnea ya mundial y, tambi¨¦n en la medida posible, en Espa?a tiende a la recuperaci¨®n de la ¨®pera para el teatro, y no s¨®lo a un recital de divos. 'S?, como en este caso, los tiene, tanto mejor.
Babelia
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