Autonom¨ªa tercermundista
Estuvo acertado don Miguel de Cervantes al elegir La Mancha c¨®mo patria del atrabiliario personaje que iba a protagonizar su historia burlesca de cr¨ªtica a los libros de caballer¨ªa.Al repasar los pasajes m¨¢s inh¨®spitos, m¨¢s destartalados, m¨¢s sucios y polvorientos que hab¨ªa conocido en su errante y azarosa vida, no debi¨® de encontrar ninguno tan ajustado a la contrafigura de alto ideal de fant¨¢stica burla.
El que al autor le saliera el tiro por la culata y lo rid¨ªculo se le volviera sublime no fue culpa suya ni tenemos por qu¨¦ agradec¨¦rselo los manchegos. Pero eso es harina de otro costal. A lo que hoy quiero referirme es a la misma similitud en la que ahora se encuentra La Mancha.
La Mancha fue, pr¨¢cticamente, tierra de nadie durante casi ocho siglos y, a continuaci¨®n de la batalla de las Navas de Tolosa, se repobl¨® lentamente, pero no lo suficiente como para no ser hoy el segundo espacio menos ocupado del continente, despu¨¦s de la zona de la Siberia europea. Y no porque aqu¨¦lla no tenga como ¨¦sta m¨¢s que yermos desolados, sino porque ha resultado c¨®modo y ¨²til para sus vecinos nacionales y extranjeros disponer del pariente pobre que puede proporcionar a bajo precio caldos humildes para elaborar famosos vinos franceses y espa?oles del Norte, del Sur y del Este. O para ubicar all¨ª una c¨¢rcel de seguridad que es siempre una odiosa necesidad, o para organizar -ahora que la abrupta topograf¨ªa no es eficaz para la defensa- instalaciones militares peligrosas. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, que, un incompetente y avariento sentido de la industrializaci¨®n y elevaci¨®n del nivel de vida ha llevado a Espa?a a una irreversible devastaci¨®n ecol¨®gica en campos, costas y ciudades, este tradicional abandono ha reportado a La Mancha unos islotes de bosques aut¨®ctonos en donde, como en el arca de No¨¦, se han refugidado algunas especies zool¨®gicas y bot¨¢nicas en trance de extinci¨®n.
No hace falta ser un lince -de esos escasos linces que a¨²n quedan en Caba?eros- para ver que transformar ese refugio ecol¨®gico en un campo de tiro de proyectiles de gran potencia, y no s¨®lo a nivel nacional, sino hasta internacional, es una cuesti¨®n de tanta envergadura como para que interese vendernos a La Mancha y a los manchegos por carne de ca?¨®n; en el m¨¢s real y macabro sentido literal de la frase. ?Cabr¨ªa pensar en una imposici¨®n an¨¢loga en las provincias Vascongadas o en Catalu?a? Evidentemente, no.
?Qu¨¦ quiere esto decir? Sencillamente que esta Espa?a de las autonom¨ªas viene a ser un microcosmos de la injusticia universal. Que a nivel de naciones y hasta continentes comprende pa¨ªses ricos que cada a?o son m¨¢s ricos -hasta en los malos tiempos de crisis- y pa¨ªses pobres que son cada vez m¨¢s pobres. A La Mancha, el centralismo administrativo no le fue nada bien. No parece que est¨¦ entrando con buen pie en esta Espa?a descentralizada: su destino no va a pasar de ser m¨¢s que una autonom¨ªa tercermundista. /
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