No, no estamos muertos
Yo comprendo, mi querida Rosa Montero, que puede ser regocijante hasta el punto de incitar al aplauso el ver a Las Vulpes escupir, al personal. A quien se deje, claro, porque si a m¨ª me escupe una vulpe cualquiera la atizo con la guitarra el¨¦ctrica en las ancas -dicho sea con perd¨®n, no se vaya a ofender el Abc-, por muy moderno y vital que resulte lo del escupitajo.Pero ocurre, mi querida Rosa Montero, que ese regocijo -que intuyo te?ido de neoidolatr¨ªa y temor reverencial a la promoci¨®n y/o al pasotismo- justifica que consideres muertos a los inconformistas de hace 20 a?os. El ser inconformista hace 20 a?os, y hace 40, y hace 10, no era sentir una simple animadversi¨®n hacia aquel salvador de la patria que pocas semanas antes de entregar su alma a Dios segu¨ªa firmando penas de muerte con la misma tranquilidad que se firma el ascenso de un oficial administrativo. Ser inconformista hace 20 a?os era rebelarse contra los disparos que, a la luz de los faros de unos camiones, perforaban la vida de un inconformista llamado Juli¨¢n Grimau. ?Conoces? Ser inconformista hace 40 a?os era rabiar de impotencia cuando se enviaba a campos de concentraci¨®n o al pared¨®n de fusilamiento a quienes eran simplemente sospechosos de haber votado a las izquierdas en febrero de 1936, o cuando se dejaba morir intencionadamente, sin asistencia m¨¦dica, a un inconformista llamado Juli¨¢n Besteiro. ?Conoces? Ser inconformista hace 10 a?os era presentar escritos, visitar embajadas y telefonear a corresponsales en un intento desesperado por salvar la vida de un inconformista llamado Puig Antich. ?Conoces? Pues ya ves: hubo muchos miles de espa?oles m¨¢s que no conocemos, pero que ten¨ªan nombre y apellidos, y familia, y ansias de vivir en libertad. Eso que t¨² llamas un antifranquismo que hiede consist¨ªa y consiste en luchar contra la pistola y la cadena, entonces y ahora. Consist¨ªa y consiste en inten
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tar que nadie escupa sangre para que otro viva mejor. Consist¨ªa y consiste en enterrar para siempre el esp¨ªritu de la guerra civil y tratar de que Espa?a sea patrimonio y placer de todos. Consist¨ªa y consiste -observa qu¨¦ frivolidad- en posibilitar que si unas mozas de buen ver deciden hacerse cantantes puedan elegir previamente la especie zool¨®gica a la que desean adscribirse y buscar su satisfacci¨®n sexual por los procedimientos que la madre naturaleza les d¨¦ a entender, que ¨¦ste es un derecho natural de la persona humana, del jilguero y de la lamprea.
No, no estamos muertos, mi querida Rosa Montero. Porque no han desaparecido los motivos del inconformismo. Cuando t¨², mi querida Rosa Montero, ven¨ªas a los estudios de TVE para preguntarme: "?Qu¨¦ preparas?", mandaba mucho en el pa¨ªs un caballero que ten¨ªa la suprema responsabilidad de la informaci¨®n, y cuando ca¨ªa en Espa?a una bomba at¨®mica informaba al sumiso ciudadano que hab¨ªa ca¨ªdo un artefacto, y cuando se cortaba el pelo al cero a las mujeres de unos mineros inconformistas informaba p¨²blicamente que no se hab¨ªan producido malos tratos, sino una simple tomadura de pelo. Y ya ves que deliberadamente elijo las an¨¦cdotas m¨¢s inocentes de este noble y epa?ol¨ªsimo personaje que ah¨ª sigue -jo, qu¨¦ corte, t¨ªa- en la brecha, en el rollo, mandando bastante menos -de momento-, pero pretendiendo expedir carn¨¦s de dem¨®crata y dictaminar qui¨¦nes de nosotros tenemos derecho a opinar. Ah¨ª siguen los patriotas que quieren ampararse en la Constituci¨®n para no ser condenados por haber intentado abolirla a punta de metralleta ya punta de tanque. Ah¨ª siguen, como dec¨ªa Raimon, "los monstruos que no est¨¢n muertos". Ojal¨¢ los pasotas y/o provocadores tengan la suerte de seguir ignor¨¢ndolo toda su vida y contin¨²en pensando que la mejor forma de contribuir al desarrollo y transformaci¨®n de la sociedad es escupir a los espectadores. Ojal¨¢ sigan desconociendo la existencia de los nost¨¢lgicos ultras y tambi¨¦n -todo hay que decirlo- de los encandilados por la er¨®tica de la clandestinidad.
Me queda una esperanza. Que al hablar de los inconformistas cuyo antifranquismo hiede te refieras a aquellos progres que jam¨¢s se atrev¨ªan a poner su firma al pie de un escrito pidiendo un indulto; aquellos que cuando recib¨ªan en su casa un panfleto corr¨ªan temblorosos a entregarlo en la Brigada Social, con un espasmo en las coronarias; aquellos que nunca participaban en una huelga, pero luego aceptaban felices el aumento de sueldo conseguido por los que hab¨ªan sido despedidos, torturados y encarcelados; aquellos cuyo inconformismo consist¨ªa en recitar -a escondidas, eso s¨ª- La casada infiel y salir despu¨¦s a la calle con una sonrisa de suficiencia a lo James Bond, convencidos de que estaban socavando el r¨¦gimen. Si te refieres a aquellos progres, a aquellos que son de izquierdas-de-toda-la-vida-desde-que-muri¨®-Franco, entonces s¨ª, entonces estamos de acuerdo. Ese antifranquismo hiede. Y como t¨², mi querida Rosa Montero, adem¨¢s de periodista eres una excelente escritora, perm¨ªteme una peque?a boutade. Ese antifranquismo no solamente hiede, sino que incluso yo dir¨ªa que hiede mal.
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