El despido de Enders
REAGAN NO admite disidencias. Con la misma sequedad con que despidi¨® al representante de su pa¨ªs en las conversaciones de desarme con la URSS, porque parec¨ªa favorecer tipos de acuerdo que no le conven¨ªan, se desprende ahora del subsecretario Thomas Enders, encargado de las relaciones interamericanas. Prescindiendo de los matices concretos en tomo al caso Enders, estos datos y l¨¢ progresiva serie de discursos, declaraciones y actos p¨²blicos (que se consideran ya parte de una precampa?a electoral) parecen indicar que el presidente aspira a la reelecci¨®n en noviembre de 1984 bas¨¢ndose en la misma raz¨®n de firmeza y voluntad con que gan¨® en 1980.La destituci¨®n de Enders va a coincidir con un movimiento diplom¨¢tico en Am¨¦rica Central. Al parecer, Enders y algunos embajadores -especialmente el de El Salvador, que va a ser relevado- ven con creciente pesimismo la situaci¨®n en la zona; y sostienen la idea de que el peligro de una implicaci¨®n directa de Estados Unidos crece y, al mismo tiempo, que el aumento de la intervenci¨®n no resolver¨¢ los problemas. La Junta de El Salvador es cada d¨ªa m¨¢s incapaz frente a las guerrillas, y puede agotarse el tiempo para un compromiso. Compromiso que, a su vez, tendr¨ªa que estabilizar la situaci¨®n en todo el grupo de pa¨ªses y comprender un cierto acuerdo con Cuba. La opini¨®n de- Reagan -y de sus consejeros m¨¢s directos- es precisamente la inversa: la situaci¨®n se deteriora porque los encargados de desarrollar su pol¨ªtica se han ablandado, se han desmoralizado; practicar¨ªan una especie de derrotismo y se habr¨ªan dejado ganar por algunas ideas europeas en el sentido de un pacto centroamericano. Reagan sigue sosteniendo, y lo va a sostener durante su presidencia y su campa?a, sea cual sea el resultado pr¨¢ctico, que se trata de una subversi¨®n pura y simple, que est¨¢ apoyada en lo inmediato por Cuba y en lo sustancial por la URSS, que es una cuesti¨®n de comunismo y que amenaza los intereses vitales de Estados Unidos: s¨®lo la energ¨ªa, elevada al m¨¢ximo, puede conjurar esa amenaza.
El destino de Enders puede ser -dicen- la embajada en Espa?a. La ejerce ahora Terence Todmann, un hombre que, procediendo de la Administraci¨®n Carter, de la ¨¦poca del Partido Dem¨®crata en el poder, tiene una energ¨ªa y una dureza muy dignas de Reagan. Thomas Enders ha tenido ya relaciones directas con Felipe Gonz¨¢lez y con otros miembros- de la pol¨ªtica espa?ola, y ser¨ªa un interlocutor muy bien recibido: si su nombramiento coincid¨ªera con la visita de Felipe Gonz¨¢lez a Washington ser¨ªa una se?al de atenci¨®n de la Casa Blanca al Gobierno socialista. Lo que en principio parece contra la l¨®gica es que Reagan mande a Madrid a un embajador que parece, sobre Centroam¨¦rica, m¨¢s cerca de los puntos de vista del Gobierno espa?ol que de los del propio Reagan. A menos que se llegue a la sutileza de que,Enders pudiera preparar con Felipe Gonz¨¢lez -y, a trav¨¦s de ¨¦l, con la Internacional Socialista- una soluci¨®n diplom¨¢tica a la crisis centroamericana.
Por lo dem¨¢s, el despido de Enders pone de manifiesto la abrupta pol¨¦mica en el seno de la Administraci¨®n americana. El Departamento de Estado parece haber perdido, por el momento, la batalla en la pol¨ªtica centroamericana, frente a los hombres del Consejo de Seguridad y los del Pent¨¢gono. A cambio, habr¨ªan obtenido una cierta libertad de acci¨®n y alg¨²n lin-¨²tado ¨¦xito en el cercano Oriente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.