Negros
A Madrid le faltan negros. Ahora mismo Madrid es una de las ciudades m¨¢s excitantes del mundo donde cada d¨ªa se sortea esa loter¨ªa de Babilonia que siempre toca. Aqu¨ª se puede recibir todav¨ªa un buen navajazo o ver una exposici¨®n de Modigliani, morir envenenado por un mejill¨®n que te ofrece una marquesa, oir cuartetos de cuerda en una poller¨ªa o dar el timo de la estampita a la salida de una conferencia sobre estructuralismo en las pinturas rupestres. La calle est¨¢ llena de chicas molonas, de muchachos fardones. Los pasotas se han hecho m¨²sicos, los mendigos a¨²n son humildes y los intelectuales reinan sentados en una garrafa de whisky en las discotecas. Pero faltan negros. Ninguna ciudad es moderna del todo hasta que no aparecen bandadas con cara de chocolate y ojos como pelotas de ping-pong patinando en la calzada sobre las charcas de icecream y residuos de hamburguesas. A principios de siglo, Par¨ªs fue salvado por los bohemios y los millonarios de Ohio. Despu¨¦s de la Gran Guerra llegaron en su ayuda los rusos blancos, los, violinistas z¨ªngaros y alg¨²n argentino con espuelas de plata. Cuando, al final de los a?os cincuenta, ya era una ciudad totalmente muerta, la providencia envi¨® sobre ella una migraci¨®n de negros, y con ellos Par¨ªs volvi¨® a renacer. Por desgracia, Madrid no tiene producci¨®n propia de negros.El C¨ªrculo de Bellas Artes era una vieja gabarra encallada en una esquina de Alcal¨¢. En medio de la desierta solemnidad de ese pante¨®n s¨®lo funcionaba un garito desvencijado de burlangas, un t¨®rculo oxidado y una pecera vac¨ªa con cuatro dinosaurios. Dentro del renacimiento de la ciudad ahora se pretende rellenar ese espacico de m¨¢rmoles con la nueva cultura para que la juventud invada los salones y la gente del caf¨¦ Comercial se espatarre por all¨ª. Existe un proyecto de v¨ªdeos, minicines, conciertos de jazz, coloquios, conferencias, teatros, exposiciones de pintura y todo eso que constituye ¨¦l mito de la actualidad. Pero la directiva de Bellas Artes debe tener en cuenta un principio capital: hoy nada tiene pegada, ning¨²n rito es moderno si no hay negros cimbre¨¢ndose en las escalinatas. De modo que hay que importarlos, aunque sea de Guinea, y dejarlos crecer en la pecera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
