Los huevos sobre la cabeza del autor
Bernardo Par¨ªs, director de la revista Coordenadas, indic¨® ayer a Efe que la noche anterior le estrell¨® un par de huevos en la cabeza al dramaturgo Fernando Arrabal, durante el estreno de El arquitecto y el emperador de Asiria, por "una encomienda apost¨®lica". El dramaturgo recibi¨® la agresi¨®n en el restaurante del teatro Mart¨ªn donde se estren¨® anteayer la obra El arquitecto y el emperador de Asiria. Fue antes de la cena que sigui¨® al estreno. El dramaturgo reaccion¨®, seg¨²n testigos presenciales, con normalidad. Dialog¨® brevemente con Par¨ªs, que se hab¨ªa presentado en el teatro con un carn¨¦ de prensa, baj¨® a los camerinos, se lavo, se pein¨® y luego regreso a cenar. La cena discurri¨®, siguen diciendo los testigos presenciales, con toda normalidad, "en medio de un ambiente relajado". "Tuve una visi¨®n nocturna de car¨¢cter divino, en la cual", ha se?alado Par¨ªs, "se me apareci¨® el ap¨®stol Santiago y me encomend¨® que le proporcionase al ilustre escritor un par de huevos: 'Vete all¨ª, hijo, y ponle los dos huevos', dijo la aparici¨®n".La iniciativa del ap¨®stol estaba motivada -seg¨²n Par¨ªs- por la informalidad de Fernando Arrabal, que hab¨ªa incumplido un compromiso con la revista cultural universitaria gallega Coordenadas, que ¨¦l dirige, de ofrecer una serie de conferencias en la facultad de Econ¨®micas de Santiago, en una librer¨ªa de la misma ciudad y en una sociedad de cultura de El Ferrol (v¨¦ase la ¨²ltima p¨¢gina de EL PAIS de ayer).
De acuerdo con la "visi¨®n nocturna" de Bernardo Par¨ªs, en las esferas celestes las cosas empiezan a no rodarle tan bien al dramaturgo de Ciudad Rodrigo. "Tras la favorable aparici¨®n virginal, el cap¨®n proporcionado por Santiago es, como m¨ªnimo, una llamada de atenci¨®n". Sin embargo, a Arrabal puede surgirle una fama nueva: la de milagrero. El propio Par¨ªs narra, sorprendido, c¨®mo, al contacto con la coronilla del escritor, los huevos, de un blanco granja caracter¨ªstico, "se colorearon de casta?o", como si fueran de corral.
Por otra parte, Carlos Ca?eque, que intent¨® ayer manifestarse en favor de Arrabal ante la sede de la Real Academia Espa?ola de la Lengua, pidiendo el reconocimiento acad¨¦mico para el dramaturgo, no pudo lograr sus prop¨®sitos. Quer¨ªa colocar all¨ª una tienda de campa?a y declararse en lo que ¨¦l llamaba huelga de castidad hasta que aquel reconocimiento, no tuviera efecto. La polic¨ªa municipal le disuadi¨®. No tuvo muchas dificultades para conseguirlo, porque el manifestante tampoco ten¨ªa facilidades, para montar su tienda.
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