Thatcher defiende la instauraci¨®n de la pena de muerte
Los ¨²ltimos sondeos publicados en el Reino Unido, a una semana de las elecciones, indican que el apoyo al Partido Conservador est¨¢ bajando, aunque a¨²n se mantiene muy alto, mientras que la alianza social-dem¨®crata-liberal inicia un suave ascenso y los laboristas se mantienen en un nivel extraordinariamente bajo. Margaret Thatcher, quien realiz¨® el martes por la noche ante las c¨¢maras de televisi¨®n una apasionada defensa de la restauraci¨®n de la pena de muerte, sigue gozando de las simpat¨ªas del 44% del electorado, pero puede ser que el voto t¨¢ctico, que no se decide hasta el final de la campa?a empiece a estar asustado ente la rigidez de la primera ministra.
Quince d¨ªas de campa?a electoral han disminuido algo el aplastante dominio conservador, aunque los expertos afirman que las caracter¨ªsticas del sistema electoral brit¨¢nico -en el que una peque?a variaci¨®n global del voto puede dar la vuelta a las previsiones- hacen que los ¨²ltimos d¨ªas sean los m¨¢s importantes. Por este motivo, los principales partidos han introducido, a s¨®lo siete jornadas del d¨ªa D -el 9 de junio-, profundas modificaciones en sus planes de batalla.Los grandes argumentos siguen siendo econom¨ªa y defensa, pero han cambiado las formas de ataque. Curiosamente, nadie est¨¢ utilizando en esta campa?a el argumento de la guerra de las Malvinas. Los conservadores no lo necesitan, y la oposici¨®n teme que sea un bumer¨¢n.
Nadie duda de que los conservadores, liderados por la primera ministra, van a ganar las elecciones, pero existen m¨¢s dudas ahora que hace dos semanas sobre el volumen de su mayor¨ªa. Los tories, que han intentado ignorar a la alianza durante toda la campa?a, concentrando sus ataques en los laboristas, parecen temer ahora que una parte del voto socialista, asustado ante el programa radical de su partido tradicional, se vuelque en la alianza. Temen tambi¨¦n que algunos conservadores moderados prefieran colocar un freno a la arrolladora carrera de Margaret Thatcher.
Cambio sobre la marcha
Los conservadores han cambiado, pues, a marchas forzadas sus consignas. Hay que convencer al electorado de que Thatcher puede ser tambi¨¦n moderada y de que un voto para la alianza puede terminar llevando al Gobierno a los laboristas, sin que nadie realmente lo haya querido. El peligro, en realidad, es que la alianza consiga suficientes esca?os como para forzar a los conservadores a una coalici¨®n.La primera ministra intent¨® el giro aprovechando una entrevista en directo realizada por el m¨¢s importante comentarista de la televisi¨®n y radio brit¨¢nicas, Robin Day, pero el balance no parece haber sido muy satisfactorio.
Margaret Thatcher, que hab¨ªa demostrado en otros programas en directo una espl¨¦ndida forma, tuvo en esta ocasi¨®n dificultades para contestar las ajustadas preguntas econ¨®micas de Day, que realiz¨®, seg¨²n el diario progresista The Guardian, una de las entrevistas m¨¢s formidables de su ya larga carrera. La mezcla de moderaci¨®n, honestidad y firmeza que pretendi¨® transmitir la primera ministra no lleg¨® en esta ocasi¨®n a los telespectadores con la misma fuerza que otras veces.
Los l¨ªderes de la alianza, por su parte, parecen m¨¢s animados ante los ¨²ltimos sondeos, que les auguran un 21% de los votos. El dirigente liberal David Steel convoc¨® el pasado fin de semana en su casa de Escocia a sus colegas m¨¢s importantes para cambiar el rumbo de la campa?a.
A partir de ahora ser¨¢ Steel y no Roy Jenkins, el l¨ªder socialdem¨®crata, quien lleve la batuta. Seg¨²n los sondeos, Steel resulta una personalidad mucho m¨¢s atractiva para los brit¨¢nicos que la de su colega. Los liberales han impuesto su l¨ªnea: hay que convencer al electorado en s¨®lo siete d¨ªas de que el Partido Laborista est¨¢ acabado y que la ¨²nica posibilidad de moderar a la cada d¨ªa m¨¢s ultraconservadora Thatcher la constituye una considerable minor¨ªa aliada en el Parlamento. Ya no merece la pena atraerse el voto moderado laborista: hay que buscar el voto moderado conservador.
Los 15 d¨ªas de campa?a transcurridos parecen indicar que los laboristas no van a ser capaces de recuperarse. Las elecciones del pr¨®ximo d¨ªa 9 pueden constituir, si se cumplen las previsiones de los sondeos, uno de los mayores desastres de la historia reciente de este partido. En la recta final todas las esperanzas se cifran en la capacidad del sector moderado para reaunar esfuerzos. Desde hace dos d¨ªas el peso de las intervenciones p¨²blicas recae m¨¢s en el vicepresidente Denis Healey que en el l¨ªder del partido, Michael Foot, que ofrece una imagen m¨¢s radical. Cogidos entre dos fuegos, los socialistas s¨®lo tienen una posibilidad: demostrar que Thatcher puede llevar a su pa¨ªs al desastre con su programa econ¨®mico.
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