La novela
Ignoro si la novela espa?ola disfruta ahora mismo de excelente o cancer¨ªgena salud literaria. No s¨¦ si estamos ante una nueva edad de oro o de plata, como repiten en estas mesas redondas que nos rodean y redondean el humor, o si es una edad de plomo. Lo que diariamente compruebo, eso s¨ª, es que ese concreto g¨¦nero decimon¨®nico que es la novela goza en este pa¨ªs de una ins¨®lita salud social, de un prestigio intelectual muy superior al que confieren el resto de los oficios que trafican con los signos escritos.Cuando la gente se entera de que un ciudadano est¨¢ escribiendo algo, inmediatamente se sospecha que ese algo es una novela. Excepto las madres y las novias casaderas de los profesores no numerarios, que desean fervientemente' que sea una tesis doctoral.
El destino inexcusable y may¨²sculo de cualquier profesional relacionado con la escritura es la redacci¨®n de una novela, aunque lo, suyo sean las tablas input-output, el an¨¢lisis estructural de los versos de la generaci¨®n del veintisiete o el imperativo categ¨®rico kantiano.
Poco importa que el tipo haya destacado en esa especialidad que le otorg¨® fama mundana o acad¨¦mica, o que haya escrito una docena de libros de obligatoria consulta: si luego no es capaz de infringir una novela de 200 p¨¢ginas, habr¨¢ fracasado en la vida. Teor¨ªa que explica satisfactoriamente esa abrumadora cantidad de insatisfactorias y perecederas novelas -m¨¢s o menos dotadas de personajes- recientemente perpetradas por economistas, bioqu¨ªmicos, periodistas, m¨¦dicos, ling¨¹istas, poetas, pol¨ªticos, notarios y otras gentes de orden que mantienen tratos con la escritura.
No es rigurosamente cierto que las tesis doctorales s¨®lo sean el traslado de huesos de un cementerio a otro. Tambi¨¦n por la tesis se inicia el hombre contempor¨¢neo a la escritura. Hay veces que no se pasa de ah¨ª, pero si se logra superar tan doloroso trauma inici¨¢tico, el objetivo final es la novela. Nada tiene de raro, por tanto, que la vida intelectual del pa¨ªs circule por entre tesis de sepultura y ficciones francamente preindustriales. Sin menospreciar esas dos c¨¦lebres combinatorias intermedias que son las tesinas sobre novelas decimon¨®nicas y las novelinas decimon¨®nicas de tesis.
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