Bartolomeo Sorge: "El mundo es una aventura de fe para todos, creyentes y no creyentes"

Es el director de la revista mensual que ha sido siempre considerada como la voz oficiosa de las altas jerarqu¨ªas vaticanas. Sobre todo de las m¨¢s progresistas. Por eso, Civilt¨¢ Cattolica no falta aqu¨ª en la biblioteca de ning¨²n pol¨ªtico, Se llama Bartolomeo Sorge.Pregunta. Usted ha sido siempre caracterizado como un hombre de di¨¢logo, uno de esos religiosos que acept¨® plenamente el Concilio Vaticano II. Ahora, a 20 a?os de aquella experiencia, se viven en la Iglesia y en la sociedad tentaciones de vuelta atr¨¢s. ?Qu¨¦ piensa usted de ello?
Respuesta. Me pasa tambi¨¦n a m¨ª que cuando recuerdo en una conferencia ciertas frases del Concilio o de la enc¨ªclica sobre el di¨¢logo, de Pablo VI, la gente, y hasta algunos obispos, abren unos ojos grandes; parecen frases explosivas. Y, sin embargo, estoy convencido que no se vuelve atr¨¢s. Que ciertas conquistas del Concilio, como la de un di¨¢logo serio entre la Iglesia y el mundo, han echado ra¨ªces muy profundas. Son plantas vivas que no morir¨¢n.
P. Vuelve a surgir dentro de algunos grupos de la izquierda la teor¨ªa de que los cristianos deben dialogar s¨®lo con quienes poseen toda la verdad.
R. S¨ª, lo afirman sobre todo los llamados cristianos de la presencia. Partiendo de la premisa de que de la verdad cristiana no se puede poner riada entre par¨¦ntesis sin que cambie sustancialmente su significado, concluyen que los cristianos no pueden empe?arse con los otros en la reconstrucci¨®n de la sociedad humana bas¨¢ndose s¨®lo en algunos valores comunes. Dichos cristianos tienen como una aversi¨®n instintiva a todo lo que significa mediaci¨®n entre fe e historia, entre fe y cultura. Para ellos, a¨²n hoy, el modelo cultural ideal es el de la experiencia cultural medieval.
P. Por ejemplo, ?qu¨¦ impide a los cristianos encontrarse con todos los hombres de buena voluntad, prescindiendo de los bloques ideol¨®gicos, culturales o de otra ¨ªndole, sobre valores hoy aceptados por todos y sobre los que los laicos se han mostrado en el pasado m¨¢s sensibles que los mismos cristianos?
R. Alguien piensa que este encuentro entre cristianos y no creyentes, por ejemplo, puede comprometer la verdadera fe de los primeros, crear riesgos de contaminaci¨®n.
Sorge sonr¨ªe y pregunta: "?Ahora est¨¢ todo claro?". Le digo que s¨ª, que muy claro. Y ¨¦l quiere a¨²n a?adir otra cosa: "Recu¨¦rde que el Concilio reconoce que el esp¨ªritu de Dios act¨²a tambi¨¦n fuera de la Iglesia y que est¨¢ presente y operante en la evoluci¨®n hist¨®rica, en los cambios profundos de la sociedad y en todos los prop¨®sitos generosos con los cuales la familia de los hombres intenta hacer m¨¢s justa y m¨¢s humana su propia vida. Y por eso la historia, la palabra de Dios y el Concilio piden a la Iglesia y a los cristianos que no se limiten a una presencia medieval o a una ausencia ut¨®pica o desencarnada, y que tengan m¨¢s bien el coraje de aceptar todos los riesgos de una seria presencia mediadora entre la fe y el mundo contempor¨¢neo".
P. Entonces no es el nuestro, con todos sus defectos y demonios, un mundo tan despreciable, merecedor s6lo de condenas.
R. Nadie condena aquello por lo que se da la vida. Y Cristo subi¨® al pat¨ªbulo para salvar a este mundo, que es, en definitiva, la gran aventura de fe para todos, creyentes y no creyentes.
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