L¨ªnea digital
No mienten los escaparates de la patria. Mentir¨¢n los prospectos, las publicidades, los tipos que est¨¢n al otro lado del mostrador, o los fabricantes. Pero los escaparates siempre dicen la verdad, aunque sean verdades con sonido de quiebra. Resulta que las vitrinas donde se acumulan los electrodom¨¦sticos de l¨ªnea blanca andan ¨²ltimamente de saldos enormes. Tras esas lunas de alta seguridad se exhiben las ruinas alpacas de aquellos c¨¦lebres frigor¨ªficos, lavaplatos, calentadores, lavadoras y cocinas que durante tanto tiempo simbolizaron el confort familiar, y con su look el¨¦ctrico lograron la milagrosa conversi¨®n de aquel austero pa¨ªs de h¨¢bitos rurales a la religi¨®n del consumismo salvaje.Los escaparates de l¨ªnea blanca est¨¢n decorados ahora, un¨¢nimemente, por cartelones con los precios originales tachados, gritando con desesperaci¨®n grandes rebajas. Incluso los peque?os electrodom¨¦sticos de l¨ªnea marr¨®n parecen contagiados por el c¨¢ncer hist¨®rico de sus hermanos mayores y en sus lomos de baquelita soportan el peso infamante de los descuentos, apenas surgidos al mercado esos aspiradores multiuso, esas batidoras todo terreno.
?Est¨¢ llegando a su fin la electrodomesticaci¨®n de las masas? Aquella met¨¢fora de aluminio y vatios, de ronroneo el¨¦ctrico y pl¨¢stico indestructible, que resumi¨® toda una era industrial -la segunda- ha ca¨ªdo en desgracia. Est¨¢ en rebajas. Lo que anuncian a saldo descubierto estos escaparates es algo m¨¢s que la crisis del sector: es la liquidaci¨®n fin de temporada de aquella primitiva moral dom¨¦stica surgida del paso hist¨®rico de la producci¨®n al consumo, cuando las masas industrializadas dejaron de hacer la revoluci¨®n y se pusieron a coleccionar fren¨¦ticamente frigor¨ªficos y lavadoras, batidoras y aspiradores.
Los nuevos habitantes de los escaparates, que atraen las miradas y hacen salivar de deseo, ya no son aquellos chismes ruidosos de 220 vatios, cuya gran coartada consist¨ªa en reducir al m¨ªnimo el trabajo casero. Ahora son esos seres electr¨®nicos de silicio y cuarzo, silencio digital y memoria binaria, cuyo atractivo consiste en ?levar el trabajo a casa. La l¨ªnea blanca persegu¨ªa el ocio, en la cocina y la l¨ªnea digital, el negocio de la oficina. Esa es la gran diferencia sexual.
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