El camino de la OTAN
LAS AMBIG?EDADES y contradicciones en las que han incurrido diversos miembros del Gobierno al hacer declaraciones sobre la OTAN (Serra, Mor¨¢n, Guerra y el propio presidente) no parecen ser s¨®lo fruto de la confusi¨®n, sino de una bien planeada estrategia que encuentra resistencias en el seno del propio Gobierno y del partido socialista. Seg¨²n todos los indicios, Felipe, Gonz¨¢lez est¨¢ decidido a combinar la negociaci¨®n de ingreso en la CEE con nuestra cooperaci¨®n militar con la Alianza, y de ah¨ª sus dilaciones en la integraci¨®n en la estructura militar de la OTAN. La pol¨ªtica de UCD de separar ambos temas ha sido descartada ya por el PSOE. Por lo que respecta al tema comunitario, esta estrategia est¨¢ obligando al equipo del palacio de la Trinidad a cambiar su posici¨®n negociadora, que empez¨® con dureza, en cuanto a los per¨ªodos de transici¨®n, y que pr¨¢cticamente s¨®lo tiene ya un hueso duro de roer: el documento agr¨ªcola, preparado por los franceses, y que contiene aspectos muy perjudiciales para Espa?a, sobre todo en lo que se refiere al aceite de oliva, frutas y hortalizas. Pero es tan duro este hueso, que la esperanza de resolver esos temas concretos en el corto plazo es muy leve. La composici¨®n de lugar que se hace el Gobierno en estas circunstancias es as¨ª doble.Por una parte, esperar hasta junio de 1984 y confiar en que la presidencia francesa de la CEE acceda finalmente a fijar la fecha definitiva del ingreso de Espa?a.. Se tratar¨ªa, mientras tanto, de negociar un documento agr¨ªcola m¨ªnimamente aceptable.
Por otra parte, si para esa fecha no se consigue levantar el bloqueo comunitario, se podr¨ªa intentar mejorar los acuerdos preferenciales de 1970 y descartar el ingreso en esta legislatura. Seg¨²n los c¨¢lculos del PSOE, ello no supondr¨ªa un perjuicio significativo en votos de cara a las pr¨®ximas elecciones.
El Gobierno se muestra convencido, en conversaciones particulares, de que si para junio de 1984 se consigue fijar la fecha de ingreso en la CEE, podr¨ªan darse pasos significativos en la OTAN sin grandes resistencias en la opini¨®n p¨²blica. Se tratar¨ªa de explicar la inevitabilidad del proceso de cooperaci¨®n con la Alianza y la contrapartida sustancial de nuestro ingreso en el Mercado Com¨²n. Si ¨¦ste no se produjera, en cambio, el Gobierno tendr¨ªa la motivaci¨®n perfecta, ante Washington y los aliados, para cumplir su promesa electoral y proponer un refer¨¦ndum sobre la integraci¨®n militar en la OTAN. Se insiste en c¨ªrculos del propio Gabinete que a estas alturas es improbable que la consulta versara sobre la participaci¨®n global de Espa?a en la Alianza y se descarta la posibilidad de que nuestro pa¨ªs abandone el aparato pol¨ªtico de la Organizaci¨®n. Las Fuerzas Armadas espa?olas, que han sido en ocasiones reticentes a la integraci¨®n supranacional que supone la Alianza, se ver¨ªan tranquilizadas mediante un reforzamiento de los acuerdos bilaterales de defensa con los pa¨ªses europeos y el mantenimiento del que se acaba de ratificar con Estados Unidos. Al mismo tiempo seguir¨ªa la modernizaci¨®n armamentista y se tratar¨ªa de participar en maniobras selectivas de los aliados, tal y como se ha hecho ya en otras ocasiones sin que nuestro pa¨ªs perteneciera a la organizaci¨®n.
Teniendo en cuenta estos puntos de vista se entiende mejor esa serie de declaraciones, aparentemente contradictorias y ambiguas que parten de Felipe, Guerra, Serra, Mor¨¢n y Mar¨ªn. El Gobierno est¨¢ cogido entre sus promesas electorales respecto de la OTAN y la objetividad de que el ingreso en la CEE y la recuperaci¨®n -alguna forma de recuperaci¨®n a medio plazo- pasan ineludiblemente, seg¨²n las coordenadas de Washington, por nuestra permanencia en la Alianza. Y aunque la promesa de refer¨¦ndum ha sido reiterada por el vicepresidente Guerra, con la coletilla de que la mayor¨ªa de los espa?oles no quiere la OTAN, existen dos hechos objetivos de extraordinaria importancia: la declaraci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez en Bonn sobre los euromisiles y la presencia del ministro de Defensa, Serra, en el Eurogrupo y en el Comit¨¦ de Planes de Defensa son infinitamente m¨¢s significativas que cualquier discurso.
Si se analiza el comportamiento del Gobierno socialista con respecto a sus promesas durante la campa?a en lo que se refiere a defensa y pol¨ªtica exterior se comprobar¨¢ hasta qu¨¦ punto esto es cierto. Los acuerdos bilaterales con Estados Unidos se han ratificado sin apenas modificaci¨®n ni debate en las Cortes, en contra de lo que se solicit¨® cuando fueron, negociados por P¨¦rez-Llorca. Los aviones F-18 A se han comprado sin explicaci¨®n alguna a la opini¨®n p¨²blica, pese a la escandalera que el PSOE arm¨® con esta cuesti¨®n cuando estaba en la oposici¨®n. Se ha mantenido un embajador en la OTAN, se ha apoyado su pol¨ªtica de rearme nuclear y, en definitiva, los hechos desdicen de las palabras.
La pr¨®xima reuni¨®n del Consejo Atl¨¢ntico -esta misma semana- en Bruselas contar¨¢ con la presencia del ministro espa?ol de Asuntos Exteriores. Los observadores predicen un endurecimiento, ya anunciado por el ministro socialista franc¨¦s, en las posiciones aliadas sobre la defensa nuclear. ?Cual ser¨¢ la posici¨®n espa?ola? La experiencia griega, que es un pa¨ªs en guerra permanente con Turqu¨ªa, tambi¨¦n miembro de la Alianza, lo que le dar¨ªa excelentes razones para no inscribirse como lo hace -con parecidas reservas y ambig¨¹edades a las espa?olas- en la estrategia atl¨¢ntica, es un buen ejemplo de las dificultades objetivas, con las que cuenta en este punto el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez: ?ste puede decidir enfrentarse clara y llanamente a ellas o elegir el camino de la coexistencia con una realidad que no le place -como parece viene haciendo hasta ahora-. Lo que no puede es seguir con el desconcertante juego de las declaraciones que no dicen nada, so pena de perder gran parte de su todav¨ªa enorme credibilidad.
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