Tambi¨¦n Madrid se divide en Norte y Sur
La dial¨¦ctica de enfrentamiento norte-sur se reproduce en Madrid. El norte, residencial, dispone de todo tipo de dotaciones. En el sur, sin servicios comunitarios, se amontona la poblaci¨®n.
El caso madrile?o se puede prestar a m¨¢s de una interpretaci¨®n. Por una parte, se dan determinadas circunstancias en las que es verdad ese eje norte-rico / sur-pobre, y en otros casos esa simple explicaci¨®n precisa de muchas e importantes matizaciones. Como principio general, se puede afirmar la existencia de un norte y noroeste ricos (en sus aspectos residenciales o donde vive la gente de clase alta y media burgues¨ªa) junto a un noreste pobre y proletario. Asimismo se puede generalizar el caso escribiendo que estamos en presencia de un sur pobre o de un sureste y suroeste masificado.Parad¨®jicamente, el Madrid pobre es el de los asentamientos industriales masivos (lo que en otros casos se corresponder¨ªa con la riqueza) junto a las ciudades suburbiales-colmena que arrojan ¨ªndices de claras deficiencias de equipamiento social, mientras que en las comarcas norte?as (salvo en la sierra pobre de Madrid) se sit¨²an las comarcas menos industrializadas de mayor calidad de vida y de asentamientos urbanos dominados por las urbanizaciones o chal¨¦s individuales de lujo o de medio y alto nivel econ¨®mico.
95% de poblaci¨®n en el ¨¢rea metropolitana
Seg¨²n el ¨²ltimo censo oficial de poblaci¨®n del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, referido a marzo de 1981, en Madrid viv¨ªan 4.726.986 personas. De ellas, 3.048.045 en Madrid capital y 1.678.941 en los 23 municipios que la circunvalan y constituyen su denominada ¨¢rea metropolitana (las ciudades-dormitorio industriales monstruo de Legan¨¦s, M¨®stoles, Getafe, Parla, Fuenlabrada, etc¨¦tera). En el inmenso resto de la comunidad aut¨®noma madrile?a habitan tan s¨®lo 236.348 personas, es decir, un escaso 5% del total.Los n¨²meros, las estad¨ªsticas, se prestan a otras interpretaciones. Pese a su irrelevancia proporcional, ese 5% de ciudadanos madrile?os son m¨¢s que todos tos habitantes de la comunidad aut¨®noma de la Rioja, por ejemplo.
En la comunidad madrile?a se distinguen cuatro ¨¢reas perfectamente diferenciadas. En primer lugar, un ¨¢rea metropolitana en funci¨®n de la capital, ¨¢rea de odio y de chal¨¦s de lujo o semilujo para residencia permanente o fin de semana (zonas de Cercedilla, Miraflores, El Escorial, San Mart¨ªn de Valdeiglesias, Majadahonda, Aravaca, etc¨¦tera). Segundo, la zona denominada de la sierra pobre, de vocaci¨®n ganadera y forestal, pero muy abandonada, y donde los asentamientos de chal¨¦s son m¨ªnimos, dado su clima extremo. Tercero, la denominada zona de las Alcarrias (la de Alcal¨¢ de Henares, industrial y de ciudad-dormitorio, y las de Chinch¨®n y Aranjuez, m¨¢s t¨ªpicamente agr¨ªcolas). Y, por ¨²ltimo, la zona manchega, que se encuentra partida en dos, dada la ubicaci¨®n de Madrid capital y su ¨¢rea: al Noreste, pueblos como El Molar, Algete, etc¨¦tera, y luego, toda la comarca lim¨ªtrofe con Toledo, Navalcarnero, El Alamo, Brunete, etc¨¦tera. No es una comarca indefinida, sino que presenta la particularidad de que los municipios que rodean Madrid han perdido su car¨¢cter agr¨ªcola para integrarse en las zonas de expansi¨®n residencial e industrial.
La comarca serrana, sobre todo en su parte rica, constituye lo que pudi¨¦ramos denominar zona de ocio, tanto de morada permanente (caso de Pozuelo, Majadahonda, Aravaca... ) como de fin de semana y veraneo (El Escorial, Miraflores ... ) de los madrile?os capitalinos. La sierra pobre tiene decidida vocaci¨®n natural ganadera y forestal. ?ltimamente, la construcci¨®n de chal¨¦s y urbanizaciones se ha despertado, aunque con los l¨ªmites impuestos por su climatolog¨ªa.
La comarca manchega es la m¨¢s pobre, extensa y desertizada. Su agricultura es ruinosa, casi por completo de secano, y dado su clima y paisaje, no es apta para la expansi¨®n de zonas de ocio. En realidad est¨¢ y estar¨¢ abocada a seguir siendo la zona de expansi¨®n de las ciudades-dormitorio suburbiales e industriales de Madrid, sobre todo cuando se lleguen a realizar o las autopistas Madrid-Guadalajara y Madrid-Toledo o, en su caso, las precisas autov¨ªas. En todo este extenso territorio s¨®lo Aranjuez y su comarca irrigada presentan un saldo social y econ¨®mico positivo.
La comarca alcarre?a tiene m¨¢s regad¨ªo, una agricultura m¨¢s diversificada y hasta n¨²cleos con alguna entidad industrial o comercial de cierta importancia, caso de Chinch¨®n, por v¨ªa de ejemplo.
De la sierra pobre a la rica
Si no fuera por las sierras y sus cercan¨ªas (Somosierra, Guadarrama, Navacerrada y las cercan¨ªas abulenses de Gredos), Madrid no pasar¨ªa de ser en nuestros d¨ªas mayor que cualquier poblaci¨®n manchega o castellanovieja. No s¨®lo, ni principalmente, porque en las sierras se produzca una ganader¨ªa floreciente o la mayor parte del agua que consumimos, sino que este viejo poblach¨®n manchego que es Madrid capital y su ¨¢rea metropolitana no tendr¨ªan pulmones que les permitiesen sobrevivir a su creciente poluci¨®n, salv¨¢ndose de la asfixia salvaje que tiene que soportar dada su creciente poblaci¨®n e industrializaci¨®n, ya la n¨²mero uno de Espa?a.Los t¨¦rminos de Buitrago y Torrelaguna componen la denominada sierra pobre. Su poblaci¨®n es menor a los 19.000 habitantes. S¨®lo la ganader¨ªa y la repoblaci¨®n forestal son su futuro, mientras que en la alegre serran¨ªa rica proliferan los lugares de ocio, y las instalaciones para el descanso de fin de semana o veraniego.
Se trata, pues, de una diferencia sustancial con lo com¨²nmente conocido como los ejes norte-sur. Hasta podr¨ªamos invertir ciertos t¨¦rminos y decir que el norte de Madrid coloniza a su zona sur haciendo que en ella se asienten industrias y ciudades-colmena-dormitorios, mientras que en el norte las industria est¨¢n prohibidas (de hecho, y excepto las hosteleras y no contaminantes). A ello ha contribuido de forma notable la realidad de un norte madrile?o de paisaje antimanchego, no estepario, de monta?a, m¨¢s rico de flora y fauna, con agua abundante y una belleza paisaj¨ªstica notoria y muy en contraposici¨®n con los desiertos del sur y suroeste o sureste de la comunidad, poco aptos para albergar chal¨¦s o urbanizadoras que atraigan por su entorno natural a los posibles moradores de esas urbanizaciones, ayunas de atractivos naturales.
La mayor parte de la comunidad aut¨®noma madrile?a se inserta en su zona manchega, dada su amplia frontera con Guadalajara o su raya fronteriza con Toledo. Sucede que lo que antes eran peque?os n¨²cleos de poblaci¨®n cercanos a la capital, tales como Alcobendas, M¨®stoles, Alcorc¨®n, Brunete, Colmenar Viejo, Coslada, Getafe, Legan¨¦s, Paracuellos, Pinto, Pozuelo, Torrej¨®n de Ardoz, San Sebasti¨¢n de los Reyes o Valdemoro, han pasado a engrosar el ¨¢rea metropolitana de Madrid. De aquellos pueblos manchegos de escaso n¨²mero de habitantes y vida eminentemente agr¨ªcola y pastoril se ha pasado, en 20 a?os, a su conversi¨®n en lugares de asentamiento industrial o de ciudades-dormitorio.
Expansi¨®n m¨¢s all¨¢ de la provincia
Es imposible dejar de referirse a un hecho f¨¢cilmente constatable en Madrid, su expansi¨®n siguiendo las caracter¨ªsticas de ese eje nortesur sobre las provincias lim¨ªtrofes, tanto de Castilla-La Mancha como de Castilla-Le¨®n. Las provincias lim¨ªtrofes de Castilla la Vieja son hoy, en buena medida, simples merenderos de Madrid (?vila, Segovia) y tierras donde los madrile?os han asentado su segunda casa. No hay m¨¢s que coger un coche y darse una vuelta. Las Navas del Marqu¨¦s, Navalperal de Pinares, Ciudad Ducal, Santa Cruz de Pinares, El Tiemblo, Burguillo, Navaluenga, Candeleda, Arenas de San Pedro, Sotillo de la Adrada, Pedro Bernardo, etc¨¦tera, son lugares abulenses donde urbanizaciones, chal¨¦s o casitas de campo han florecido como hongos, y donde los naturales, am¨¦n de una agricultura abandonada en buena parte, viven del comercio y servicios hosteleros de fin de semana.En Segovia pasa otro tanto. "Segovia, cochinillo y acueducto". Los hornos de asar (en general, muy malos) han conocido un crecimiento malthusiano. San Rafael, Los ?ngeles, San Ildefonso-La Granja, Torrecaballeros, Palazuelos, Pedraza, Riaza, Sotosalbos y hasta el lejano Ayll¨®n son meros ejemplos.
Guadalajara ha diversificado algo m¨¢s su vocaci¨®n. Am¨¦n de haberse convertido en suburbio industrial de Madrid capital, as¨ª como sus pueblos intermedios (madrile?o-alcarre?os de Meco y Azuqueca), no tiene zonas tur¨ªsticas o de fin de semana.
De hecho, a la zona norte de Madrid, con las salvedades expuestas, le est¨¢ reservado el ser y seguir siendo la comarca no rica, pero donde viven los ricos, mientras que al sur, sureste y suroeste no les queda m¨¢s dedicaci¨®n que la de seguir siendo ciudades-colmena y n¨²cleos de concentraci¨®n industrial.
Ninguna oposici¨®n f¨¢ctica encuentra, ni ha encontrado hasta ahora Madrid bajo cualquier tipo de sistema Pol¨ªtico, en perseguir objetivos distintos. Planes y proyectos hay muchos. Demasiados acaso. Pero realidades, pocas o ninguna. Los municipios del ¨¢rea metropolitana de Madrid han intentado, al menos, en los cuatro primeros a?os de ayuntamientos socialistas y comunistas, atajar la especulaci¨®n del suelo y procurar dotar a sus n¨²cleos dormitorios de infraestructuras tan elementales como escuelas p¨²blicas suficientes, guarder¨ªas infantiles, agua, atenci¨®n sanitaria y hasta los servicios de la Polic¨ªa Nacional precisos para preservar la paz ciudadana.
Lo que es meridianamente claro es que la zona norte y noroeste de Madrid est¨¢ reservada a la burgues¨ªa, y la zona sur, sureste y suroeste, a las clases bajas o menos pudientes, que son, parad¨®jicamente, las m¨¢s industrializadas y numerosas.
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