"Estados Unidos no tiene simpat¨ªas de ning¨²n tipo en la UNCTAD"
Ra¨²l Prebisch, economista argentino de avanzada edad, es sin¨®nimo de Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), ya que fue su primer secretario general en 1964. Hace unos d¨ªas, la primera ministra india, Indira Ghandi, le llamaba en Belgrado "ciudadano del mundo". Ya sin responsabilidad pol¨ªtica ni mordazas diplom¨¢ticas respecto a su fr¨¢gil criatura, la UNCTAD, su alocuci¨®n ante m¨¢s de 100 ministros econ¨®micos de todo el mundo retumb¨® en las cristaleras del Palacio de Congresos Sava de la capital yugoslava.
Pudo permitirse el lujo de decir lo que en su tiempo de secretario general no pudo criticar la pol¨ªtica econ¨®mica internacional de Estados Unidos y asegurar que esta crisis econ¨®mica mundial es de orden pol¨ªtico y pol¨ªticos tienen que ser los remedios. Hacen falta nuevos economistas que releguen la actual ciencia econ¨®mica al arsenal cient¨ªfico del siglo XIX. No cree que el capitalismo est¨¦ en decadencia productiva, pero asegura que esta crisis es m¨¢s "dif¨ªcil y compleja" que la coyuntural de los a?os treinta. EL PAIS habl¨® con Ra¨²l Prebisch en el centro Sava, de Belgrado.Pregunta. ?Qu¨¦ puede esperar el mundo en desarrollo de esta VI UNCTAD, conferencia de di¨¢logo entre pobres y ricos en crisis generalizada?
Respuesta. Mire, nunca hay que perder las esperanzas; si le respondo as¨ª es porque, evidentemente, Estados Unidos no tiene simpat¨ªas de ning¨²n tipo ante la UNCTAD. El presidente Reagan nunca ha pronunciado la palabra UNCTAD. Se le ha o¨ªdo hablar mucho, s¨ª, de GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio), de FMI (Fondo Monetario Internacional). Pero la palabra UNCTAD es nombrada por primera vez en esos medios en la reuni¨®n de Williamsburg, de mano de los pa¨ªses europeos. Estados Unidos sigue desinteresado en ese tipo de conferencias. Pretende que las fuerzas del mercado resolver¨¢n esos problemas. ?Qu¨¦ m¨¢s quisi¨¦ramos los economistas que fueran las fuerzas de mercado las que solucionaran autom¨¢ticamente tanto quebradero de cabeza!
P. Luis de Velasco, secretario de Estado espa?ol para Comercio, declar¨® en Belgrado que es posible que el ingreso de Espa?a en la CEE redunde m¨¢s en perjuicio que en beneficio de sus relaciones comerciales con Latinoam¨¦rica. ?Cu¨¢l es su comentario?
R. Pues, mire, creo que ¨¦sa es la verdad, aunque no la verdad definitiva. Es una fatalidad hist¨®rica y geogr¨¢fica el que ustedes acaben meti¨¦ndose en ese Mercado Com¨²n que ahora se est¨¢ resquebrajando bajo los efectos del proteccionismo. ?Por qu¨¦ no creo que esa sea la verdad definitiva? Pues porque hay en Latinoam¨¦rica y en todo el mundo una serie de pa¨ªses en desarrollo que han avanzado mucho industrialmente. Hace falta financiaci¨®n internacional, ya reconocido por el Banco Mundial y los bancos regionales, para poner en marcha su din¨¢mica ben¨¦fica Si un d¨ªa, ya dentro de la Comunidad, Espa?a se persuade de ello e insiste en el seno de la OCDE (la organizaci¨®n econ¨®mica de los. pa¨ªses industrializados) en la conveniencia de reforzar tal pol¨ªtica, anular¨¢ en unos cuantos a?os los aspectos adversos de su ingreso en la Comunidad.
P. Otro de los huesos duros de roer en esta conferencia es un posible acuerdo o sobre creaci¨®n de m¨¢s derechos especiales de giro (DEG), para su uso por parte de los pa¨ªses pobres. ?Pero no se convertir¨ªa ello en factor adicional de inflaci¨®n?
R. Una vez m¨¢s, los grandes han querido disimular una verdad obvia. No han querido llamar a los DEG por su nombre, moneda internacional. Hay que crear m¨¢s DEG (actualmente, un DEG equivale a poco m¨¢s de un d¨®lar, siendo una canasta constituida por porcentajes de las divisas m¨¢s fuertes, con predominancia de las m¨¢s potentes), de acuerdo con las necesidades de intercambio. Que sean o no motivo de inflaci¨®n depende de la proporci¨®n con que se creen. El esc¨¢ndalo es que esos DEG se distribuyen de acuerdo con las cuotas de cada pa¨ªs en el Fondo Monetario Internacional, siendo los grandes los que m¨¢s cuota tienen. La expresi¨®n de "esc¨¢ndalo" no es m¨ªa; la he recogido de Robert Triffin, economista norteamericano de la universidad de Yale, uno de los pocos en haber visto el peligro de inflaci¨®n que siempre acecha a Estados Unidos, debido al monopolio que ejercen sobre una moneda nacional y sobre el dinero internacional. Creo que los DEG tienen que utilizarse, tendr¨ªan que utilizarse, para relanzar actividades econ¨®micas apagadas en el mundo en desarrollo m¨¢s que para el pago del servicio de la deuda.
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