"La familia come todos los d¨ªas y se gastan los zapatos"
Con los dos millones del Premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras y la jubilaci¨®n del Instituto Nacional Indigenista, donde ha trabajado m¨¢s de 20 a?os, Juan Rulfo, de 65 a?os de edad, espera tener suficiente tranquilidad econ¨®mica ("es que la familia come todos los d¨ªas y se gastan los zapatos") para poder entregar a la imprenta, antes de que termine el a?o, un libro de narraciones cortas que est¨¢ alumbrando morosamente casi desde el momento mismo en que public¨®, all¨¢ por 1955, su segunda y ¨²ltima novela, Pedro P¨¢ramo."Tengo algunos cuentos escritos", dice, "pero a¨²n debo trabajarlos m¨¢s. Me ha faltado tiempo, creo que ahora podr¨¦ dedicarme m¨¢s a ellos". Convertido por la cr¨ªtica en un cl¨¢sico viviente, con s¨®lo dos novelas que rebasan apenas el centenar de p¨¢ginas, Rulfo acepta que tal vez no hizo en su vida lo que debiera.
"Me desvi¨¦ de la literatura por el trabajo antropol¨®gico, pero es que hab¨ªa que vivir (tiene cuatro hijos ya crecidos, que parcialmente siguen dependiendo de ¨¦l) y los derechos de autor no daban lo bastante. En Europa pagan muy poco. O te dan una cantidad fija o te ofrecen s¨®lo el 3%, como Gallimard. Luego hay pa¨ªses que simplemente no pagan. S¨®lo en Am¨¦rica Latina y en Espa?a el autor recibe el 10%. De esa forma no se puede vivir".
Reconocido por todos como precursor del boom de la novela latinoamericana que estall¨® en Europa en la segunda mitad de los a?os sesenta, Rulfo dice que este movimiento no le benefici¨® gran cosa porque sus libros ya estaban traducidos a los principales idiomas y no aumentaron las ventas de forma significativa.
"Hay muy pocos escritores que puedan vivir exclusivamente de la literatura. Son garbanzos de a libra".
M¨¢s que estar al d¨ªa de las ¨²ltimas novedades literarias, le gusta regresar a viejos autores ya conocidos, con una especial afici¨®n por Dostoievski, los novelistas brasile?os y algunos autores ingleses y americanos de la primera mitad del siglo. No se considera en absoluto inventor del realismo m¨¢gico, t¨¦rmino que los cr¨ªticos inventaron para ¨¦l. "Es algo que ya estaba muchos a?os antes en el brasile?o Andrade".
Tampoco se reconoce en los grandes autores del boom a los que se ha se?alado a menudo como deudores suyos. "De ese movimiento s¨®lo me interesan Gabriel Garc¨ªa Marquez, Carlos Fuentes y Julio Cort¨¢zar. Los dem¨¢s no me dicen nada".
Escritores indignados
No es casualidad que los tres autores que menciona pertenezcan al grupo de escritores que han mantenido un mayor compromiso pol¨ªtico con los movimientos de liberaci¨®n de este continente. "Yo creo que no podemos hacer", explica, "una literatura intimista. No estamos en Jauja. Los problemas est¨¢n ah¨ª y no podemos sustraernos a ellos". Hace suya una divisi¨®n que el antrop¨®logo brasile?o Darcy Ribeiro aplica a los escritores latinoamericanos: los indignos y los indignados. Indudablemente ¨¦l pertenece a los segundos.
Ah¨ª cree que puede estar la clave de su ¨¦xito, que le halaga, qu¨¦ duda cabe, pero al que le quita importancia. Nunca se sinti¨® un cl¨¢sico, aunque reconoce que est¨¢ satisfecho de sus dos novelas. No entra en las mil y una interpretaciones que les han dado los cr¨ªticos. Es cosa de ellos. ?l se limit¨® a una cosa bien simple: "mostrar la miseria, la ignorancia y la superstici¨®n, que son los problemas de Am¨¦rica Latina".
Monta?ero en su juventud, gran amante de la m¨²sica cl¨¢sica, excelente fot¨®grafo (public¨® un libro de fotografias en 1980, sobretodo de arquitectura colonial) siempre ha tenido una coartada a mano para no volver a publicar desde hace 28 a?os. Algo debe haber de terror ante su propio ¨¦xito, aunque ¨¦l lo niegue.
"Publiqu¨¦ El gallo de oro (un gui¨®n cinematogr¨¢fico) y un libro sobre los conquistadores de Jalisco durante este tiempo", dice a modo de justificaci¨®n insuficiente. "No, nunca he sentido miedo de volver a escribir. Lo que escrib¨ª ya est¨¢ muerto, ahora pienso en otras cosas".
Pero su libro de cuentos, ese que lleva esrribiendo desde hace d¨¦cadas, vuelve a los mismos f¨¢n tasmas, a las violencias mismas de aquel Jalisco revolucionario que conoci¨® en su infancia. "Son cosas que se me quedaron en el tintero temas cercanos a los de mis libros anteriores". Nunca m¨¢s, dice, volver¨¢ a escribir novela, s¨®lo narraciones cortas.
"No s¨¦ si ser¨¢ una herej¨ªa", dice "pero es un premio que me gusta incluso m¨¢s que el Cervantes, por que me parece muy limpio. No hay tanta intriga pol¨ªtica como en otros". Algo temeroso siempre de los viajes, porque le obligan a relacionarse con mundos desconocidos, est¨¢ encantado, sin embargo, de tener que ir a recoger su premio a Espa?a, "a la que nunca terminamos de conocer lo suficiente".
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