"Voy a ganar el juicio porque soy inocente"
El martes se ve la causa contra Rafael Escobedo, presunto asesino de los marqueses de Urquijo
Dos penas m¨¢ximas por asesinato, con los agravantes de alevos¨ªa, premeditaci¨®n y nocturnidad, de 30 a?os cada una, es la petici¨®n del fiscal para Rafael Escobedo Alday, presunto autor de las muertes de los marqueses de Urquijo, sus suegros, ocurridas el 1 de agosto de 1980 en la finca que ¨¦stos habitaban en Somosaguas, en las afueras de Madrid. El juicio comenzar¨¢ este martes en la Secci¨®n Tercera de la Audiencia Provincial de Madrid, y se calcula que durar¨¢ varios d¨ªas. El abogado defensor, el criminalista Jos¨¦ Mar¨ªa Stampa, solicitar¨¢ la libre absoluci¨®n. Escobedo, 29 a?os, que convers¨¦ ampliamente con un periodista de EL PAIS el pasado martes en la c¨¢rcel de Carabanchel (donde lleva recluido 26 meses, desde el mes de abril de 1981, en que fue detenido), se manifiesta rotundamente convencido de que el tribunal le declarar¨¢ inocente.
Fuma un cigarrillo rubio cada quince minutos, a pesar de la prohibici¨®n de los m¨¦dicos desde que en las navidades de 1981 le extirpasen un tumor junto al coraz¨®n. Viste una camisa hawaiana, que se cambia convenientemente por un jersei polo de color tabaco para las fotos -"he de cuidar todos los detalles de cara al juicio"-, unos vaqueros y unas zapatillas. A solas con el periodista, a trav¨¦s de uno de los locutorios de la prisi¨®n destinados a jueces, abogados y polic¨ªas, Rafael Escobedo hace acopio de toda su capacidad de persuasi¨®n para exclamar rotundamente: "Estoy seguro de que voy a ganar el juicio por una raz¨®n que nadie puede rebatir, porque soy inocente. Yo no he matado a nadie, por supuesto, y menos a mis suegros. Si la sentencia fuese condenatoria, la rechazar¨ªa. Por lo anterior y porque no quiero ni imaginar qu¨¦ pasar¨ªa si tuviese que volver a esta o a otra c¨¢rcel".Hasta ese momento, la conversaci¨®n con el ¨²nico encartado en el asesinato de los marqueses de Urquijo hab¨ªa sido un mon¨®logo en estos t¨¦rminos: "Es incre¨ªble la falta de veracidad que han mostrado hacia mi persona los medios informativos. En esto han rivalizado con la propia polic¨ªa. Me han mostrado constantemente como una persona d¨¦bil, enfermiza, indefensa, retra¨ªda, acomplejada, t¨ªmida, huidiza, y miles de calificativos m¨¢s en esa l¨ªnea. Una imagen distorsionada que ha creado en torno a m¨ª un estado de opini¨®n gracias al cual no sorprender¨ªa que un tribunal me condenara. Ahora me doy cuenta de que los periodistas han venido a verme a la c¨¢rcel en busca de exclusivas, para vender m¨¢s peri¨®dicos. Aunque mi abogado ha considerado siempre que lo mejor era el silencio. Nada de emprender acciones legales".
El propio Escobedo es, sin embargo, quien se ocupa, a partir de ese instante, de que la conversaci¨®n se desarrolle a tumba abierta, con s¨®lo algunas observaciones de .esto no es publicable", referentes a la forma en que llega a administrarse actualmente la justicia, a la funci¨®n de la polic¨ªa, a la forma en que se le incrimin¨® en el caso y a revelaciones ¨ªntimas sobre la familia Urquijo. ."Nunca utilizar¨¦ la informaci¨®n que tengo por la v¨ªa familiar, que es mucha, sobre los Urquijo. Ni siquiera en defensa propia en este juicio. Y mucho menos escribir¨¦ un libro al estilo Yo, Jimrny, porque me pareceria poco ¨¦tico", asegura, aunque est¨¢ considerando la posibilidad de preparar un gui¨®n cinematogr¨¢fico para la productora de su hermano Carlos. "Pens¨¦ en hacer un libro sobre m¨ª, unas memorias, y comenc¨¦ a escribir. Pero implicaba a bastantes personas. Hasta tal punto que cuando se lo envi¨¦ a mis padres para que lo leyeran me convencieron de no seguir adelante. No era de caballeros, no era propio de personas que han recibido una educaci¨®n especial".
"Acusaciones rid¨ªculas contra mi persona"
"No voy a decir ahora por qu¨¦ me confes¨¦ culpable y luego me retract¨¦, porque eso he de dejarlo para el juicio", a?ade. (En unas declaraciones anteriores, por indicaci¨®n de su abogado, Escobedo hab¨ªa se?alado que se hab¨ªa confesado culpable en virtud de un pacto seg¨²n el cual toda su familia quedar¨ªa libre de sospecha, y especialmente su padre, de quien los polic¨ªas que le prendieron dijeron que estaba detenido.)
"S¨ª puedo decir, en cambio, que la acusaci¨®n contra m¨ª no se sostiene en absoluto. La polic¨ªa estim¨® que unos casquillos de bala que fueron encontrados en la finca de mis padres, en la provincia. de Cuenca, donde yo me hab¨ªa ido a rehacer mi vida despu¨¦s de mi fracaso matrimonial criando cerdos, fueron disparados con el mismo arma que se utiliz¨® para dar muerte a los marqueses".
Lo anterior y una frase que se aventur¨® a decir en una ocasi¨®n -"los asesinos utilizaron esparadrapo para evitar que trozos de cristales se cayesen al suelo cuando rompieron el ventanal"- son algunas de las pruebas que presumiblemente presentar¨¢n contra Escobedo el fiscal y la acusaci¨®n privada encabezada por Adolfo de Miguel, defensor de tres condenados por el intento golpista de febrero de 1981.
Para Rafael Escobedo, la acusaci¨®n es rid¨ªcula "porque el arma, que form¨® parte de la extensa colecci¨®n que tiene m¨ª padre y de la que se desprendi¨® hace muchos a?os, no ha aparecido ni hemos tenido c¨®nciencia reciente de ella. Los polic¨ªas que fueron a investigar a la finca de Moncalvillo localizaron los casquillos pr¨¢cticamente en horas, cuando se trata de una extensi¨®n enorme de terreno, con un r¨ªo y un pantano donde se podr¨ªa hacer desaparecer cualquier cosa si se quisiese. All¨ª se han hecho muchas pr¨¢cticas de tiro. Esto da pie a pensar que esta prueba pudiera estar preparada. Pero no quiero adelantar acontecimientos. Adem¨¢s, nunca he disparado un arma. Odio la armas, como casi todos mis hermanos, quiz¨¢ porque me acostumbr¨¦ a ver desde peque?o las muchas que ten¨ªa mi padre. Lo del esparadrapo es de sentido com¨²n. Adem¨¢s, hab¨ªa visto restos en los cristales de la finca tras los asesinatos".
Rafael Ecobedo revela ahora que en m¨¢s de una ocasi¨®n recibi¨® visitas en Carabanchel de funcionarios de polic¨ªa que le plantearon a las claras lo siguiente: "Escobedo, estamos convencidos de que t¨² no has sido. Pero tienes que saber algo. Dinos qui¨¦n o qui¨¦nes fueron los asesinos y te prometemos la libertad inmediata". "Los mand¨¦ al carajo", dice el procesado. "En primer lugar porque no s¨¦ nada sobre el caso. Y, en segundo, porque yo no colaboro con la polic¨ªa, con independencia de que en ninguna ocasi¨®n anterior hab¨ªan cumplido sus promesas".
"No encubro a nadie"
En 26 meses de prisi¨®n -"d¨ªa a d¨ªa hay mucho tiempo para pensar, para aprender, para madurar, para enterarse de lo que dicen o escriben sobre uno"- Escobedo ha estado al tanto de todas las teor¨ªas que se han apuntado sobre ¨¦l, desde la que se?ala que sab¨ªa demasiado y por tanto fue retirado de la circulaci¨®n, hasta la que concluye que era la cabeza visible de una conspiraci¨®n de las altas finanzas contra los Urquijo. Sin olvidarse de aquella en virtud de la cual fue presentado por la polic¨ªa ante el juez: Escobedo hab¨ªa matado a sus suegros por considerarlos culpables de su fracaso matrimonial.
"No hay nada de cierto en todas estas teor¨ªas, como pienso demostrar en el juicio. Yo no encubro a nadie, ni he participado en conspiraci¨®n alguna, ni culp¨¦ nunca a mis suegros de nada. Soy absolutamente ajeno a lo sucedido. Y vamos a demostrar mi inocencia, no a culpar a otros. M¨¢s bien creo que la polic¨ªa se enfrent¨® con la necesidad de resolver el caso como fuese, porque se trataba de la muerte violenta de gente importante que ocupaba la primera p¨¢gina de los peri¨®dicos. Era una cuesti¨®n de prestigio policial. Incluso me lleg¨® el rumor de que el propio ministro del Interior orden¨® que se resolviese el caso de una forma o de otra. Se ha hablado mucho sin conocimiento de causa, como por ejemplo el mayordomo, Vicente, esa loca de verano (grandes risas). ?Qu¨¦ va a saber Vicente, si s¨®lo llevaba unos meses en la casa?".
"Los Urquijo llegaban incluso a odiarse"
Para el presunto asesino de los marqueses de Urquijo, la relaci¨®n con sus suegros no era buena ni mala. "Normal. En todo caso, las relaciones malas, realmente nefastas, eran las de los padres de mi mujer con ella y con su hermano. Creo que la gente debe saber hasta qu¨¦ punto pod¨ªan llegar a odiarse. Las faenas que mis suegros hac¨ªan a sus hi os s¨®lo eran comparables a las que ¨¦stos les hac¨ªan a aquellos. No he visto publicado nunca de forma clara este dato".
De esas relaciones y de la taca?er¨ªa, en palabra de Escobedo, de los Urquijo hacia sus dos hijos da idea el que cuando se casaron ¨¦l y Mir¨ªam, en 1978, el regalo de bodas fue dos juegos de toallas y de s¨¢banas. Esa taca?er¨ªa desmonta tambi¨¦n, siempre en opini¨®n del encartado, la teor¨ªa de que se cas¨¦ por dinero.
"Yo sab¨ªa con quien me casaba", afirma. "Llev¨¢bamos tres a?os de novios. Y adem¨¢s hicimos separaci¨®n de bienes. Probablemente mi familia tenga bastante menos dinero, pero yo tampoco he nacido debajo de un puente. No cont¨¢bamos con su ayuda, como as¨ª fue. Sab¨ªamos que hasta la muerte de los marqueses ni ella ni su hermano heredar¨ªan. Mi suegra ten¨ªa 42 a?os, as¨ª que pod¨ªan pasar veinticinco o treinta a?os. No, evidentemente, me cas¨¦ enamorado, y segu¨ª enamorado hasta que se cruz¨® el verdadero causante de la ruptura de mi matrimonio: Dick, el americano".
"Un tipo que entr¨® en mi casa como amigo y que me pag¨® rob¨¢ndome a mi mujer. Ahora veo claramente que siempre me port¨¦ como un imb¨¦cil con Miriam. Antes incluso de que abriera la boca para pedirme algo yo ya le hab¨ªa contestado que s¨ª. Esta persona (Dick era el jefe de la empresa norteamericana de cosm¨¦ticos Golden, en la que trabajaban Rafael y Miriam), y nadie m¨¢s, excepto mi mujer, claro, es la culpable de mi matrimonio. Lo dem¨¢s, lo de mis suegros, es una pel¨ªculada montada por la polic¨ªa".
Y en cuanto a su cu?ado Juan, "fui para ¨¦l m¨¢s que un amigo, un hermano. Fui el primer compa?ero y amigo de verdad que hab¨ªa tenido nunca, porque le hab¨ªan ensefiado a comportarse a la defensiva, por su dinero y por su ascendencia. Luego me dio la espalda por
"Voy a ganar el juicio porque soy inocente"
completo. Yo no tengo nada en su contra. Me parece un buen hombre. Cuando termine esto le llamar¨¦ y le dir¨¦ 'Juan, estabas equivocado, como todo el mundo'".Ni una sola vez en los 26 meses de prisi¨®n recibi¨® visita de su mujer -"a¨²n sigue siendo mi mujer, aunque est¨¦ planteada la demanda de divorcio"- ni del hermano de ¨¦sta. "Da la sensaci¨®n de que han querido marcar las diferencias conmigo, ya que ellos han sido o son sospechosos. Era como si quisiesen decir con este gesto: 'Vamos a olvidarnos de Rafa por si acaso nos relacionan'. Particularmente creo que es una estupidez. Yo me alegro sinceramente de que la polic¨ªa no haya podido con ellos".
"Nada me resarcir¨¢ de este error"
"En lo ¨²nico que he pensado en estos dos a?os largos fue en el juicio. Siempre dese¨¦ que se acercase esa fecha para aclararlo todo", afirma Escobedo a modo de resumen. "Ni aunque me indemnicen, ni aunque el juez ordene que durante un mes todos los peri¨®dicos del pa¨ªs publiquen en primera p¨¢gina lo bueno que soy, podr¨¢n resarcirme de este error. El mal est¨¢ hecho".
"Yo tengo que reinsertarme en la sociedad, en mi vida normal, en mi familia y en mis amigos, que afortunadamente los tengo. Y ocurrir¨¢, por ejemplo, que cualquier noche, tomando unas copas, se presentar¨¢ alg¨²n torpe que diga: 'Mira, el que se carg¨® a su suegros'. Y entonces s¨®lo cabr¨¢n dos soluciones. O me voy del lugar o le parto la cara al que lo diga. Y, como no estoy dispuesto a hacer lo primero, voy a tener muchos problemas".
S¨®lo tuvo miedo en una ocasi¨®n en dos a?os, cuando le extirparon un tumor junto al coraz¨®n en el Gran Hospital de la Beneficencia de Madrid. "En los peri¨®dicos se insist¨ªa constantemente en que yo encubr¨ªa a alguien, que con s¨®lo hablar pod¨ªa llevar a la c¨¢rcel a gente muy importante y que, por tanto, corr¨ªa peligro. As¨ª que un d¨ªa comenz¨® a dolerme sin motivo la cabeza y el costado izquierdo. As¨ª un d¨ªa y otro. El m¨¦dico de la c¨¢rcel me dec¨ªa que no ten¨ªa ninguna importancia, que el coraz¨®n no duele. Pero yo caminaba encorvado. Hab¨ªa perdido mucho peso. Me metieron entonces en el hospital de la c¨¢rcel, me hicieron decenas de pruebas, sin darme a conocer los resultados, hasta que un d¨ªa, por una indiscreci¨®n, me enter¨¦ de lo del tumor y, m¨¢s tarde, cuando me iban a operar, le¨ª en un peri¨®dico que pod¨ªa tener c¨¢ncer. Pas¨¦ los peores d¨ªas de mi vida. Estaba tan convencido de que pod¨ªan matarme en la operaci¨®n que pusimos como condici¨®n que asistiese un cirujano amigo de la familia".
"Afortunadamente", concluye, "hoy no me queda nada m¨¢s que una larga cicatriz, una enorme mala conciencia cada vez que enciendo un cigarrillo y un intenso nerviosismo por el juicio del pr¨®ximo martes".
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