Miles de millones de pesetas se evaden anualmente de Espa?a para pagar el contrabando de tabaco rubio
Los contrabandistas del tabaco evaden cada a?o miles de millones de pesetas en concepto de pago de la mercanc¨ªa a proveedores extranjeros, abonado generalmente en divisas fuertes. El monto de esta evasi¨®n oscila entre los 9.000 y los 12.500 millones de pesetas, seg¨²n el sistema que se emplee para calcular las entradas de tabaco clandestino, m¨¢s modestas seg¨²n la casa fabricante de Winston -principal marca del mercado de contrabando- que las estimaciones oficiosas de Tabacalera. La investigaci¨®n de las autoridades sobre los traficantes ilegales prosigue con Intensidad, mientras existen indicios de que los m¨¢s importantes han reducido temporalmente su actividad.
El contrabando de divisas es el corolario de unas "operaciones comerciales" con intermediarios que prefieren el pago en d¨®lares norteamericanos, marcos alemanes o francos suizos, y adem¨¢s de forma inmediata. Las autoridades no descartan la posibilidad de que mafias dedicadas hasta ahora al tabaco reestructuren su negocio hacia actividades m¨¢s peligrosas, pero todav¨ªa m¨¢s lucrativas, si se ven muy acosadas.La expansi¨®n del tabaco rubio en los ¨²ltimos a?os, en coincidencia con la permisividad de las autoridades hacia el contrabando, fue la gran. oportunidad de las organizaciones clandestinas. Hace s¨®lo cinco a?os, el mercado legal vend¨ªa un 18% de tabaco rubio y un 82% de negro; desde entonces se ha reducido la distancia, hasta el punto de que las previsiones para 1983 est¨¢n situadas en un 42% de rubio y un 58%. de negro. Pese a la diferencia de precios, fruto de los mayores impuestos que pesan sobre el rubio, este ¨²ltimo ha penetrado r¨¢pidamente en los gustos de los espa?oles de la mano de dos marcas l¨ªderes: Fortuna entre las nacionales, y Winston, entre las extranjeras.
100 millones de d¨®lares
Seg¨²n fuentes de Tabacalera anualmente entran en Espa?a entre 250 y 300 millones de cajetillas ilegales de tabaco rubio. Tomando la estimaci¨®n m¨¢s baja de las ofrecidas, puede calcularse en 12.500 millones de pesetas el dinero que los contrabandistas pagan por disponer de la mercanc¨ªa. Al cambio esa cifra se aproxima a los 100 millones de d¨®lares, que no es una cantidad ?impresionante desde el punto de vista econ¨®mico, pero a?ade gravedad al problema en un pa¨ªs con d¨¦ficit cr¨®nico en su balanza comercial.
La casa R. J. Reynolds, fabricante de la marca Winston, estima inferiores las entradas de tabaco ilegal: unos 150 millones de cajetillas de su marca y peque?as cantidades de las dem¨¢s. Pero la mayor discrepancia en los datos manejados por ambas entidades reside en la participaci¨®n de dicha marca en el mercado legal y en el ?legal. Seg¨²n el monopolio de tabacos, en 1982 se vendieron 210 millones de cajetillas de la marca citada he chas en Espa?a -diferenciada por el sello marr¨®n de los paquetes- y otras tantas del fabricado en Norteam¨¦rica e importado ilegalmente. En cambio, para R. J. Reynolds las ventas clandestinas de su marca suponen s¨®lo un tercio del total.
A mayor abundamiento, el grupo norteamericano gana menos dinero con el tabaco de su marca hecho en Espa?a que con el vendido a otros intermediarios e introducido ilegalmente en nuestro pa¨ªs.
La multinacional y el Estado
Diputados socialistas y directivos de Tabacalera afirman, en privado, que la Reynolds no hace todo lo que puede para controlar el contrabando, y que en el fondo obtiene mayores beneficios de los que parece con el comercio ilegal. Entre otras razones, mencionan la enorme presencia de la marca mencionada en los alijos de contrabando y lo "incre¨ªble" de la versi¨®n ofrecida por dicha casa, en el sentido de que no puede hacer m¨¢s para controlar el contrabando, pese a tratarse de una poderosa compa?¨ªa.
Por su parte, medios vinculados a la Reynolds alegan, tambi¨¦n en privado, que su posici¨®n en contra del comercio ilegal es indudable, pero que el control del contrabando corresponde a las autoridades gubernativas y no a una compa?¨ªa comercial. Tras indicar que el Gobierno actual est¨¢ aplicando precisamente los m¨¦todos aconsejados en su d¨ªa por la multinacional, y que son los utilizados en otros pa¨ªses afectados por ese problema, los mismos medios a?aden que ser¨ªa "poco inteligente" tratar de obtener beneficios del comercio ?legal, arriesgando con ello nuevos contratos, limitaciones de publicidad o progresos en otros terrenos dentro de nuestro pa¨ªs.
Frente a la velada amenaza de pol¨ªticos socialistas y de directivos de Tabacalera, en el sentido de que si la multinacional no coopera m¨¢s eficazmente podr¨ªa llegarse a la ruptura del acuerdo para la distribuci¨®n legal de su tabaco en Espa?a, los medios vinculados a esta compa?¨ªa no dejan de mencionar que tal vez perdiera en ello m¨¢s Espa?a que la multinacional y sugieren que los rumores existentes podr¨ªan obedecer a presiones para mejorar las posiciones de Tabacalera en las negociaciones en curso con la Reynolds.
El Estado ha acentuado la lucha contra el contrabando por varios motivos, entre los cuales ya se ha mencionado la necesidad de poner fin a una puerta de entrada ilegal al pa¨ªs. Una de esas razones es de pol¨ªtica econ¨®mica y social: no se trata tanto de reducir una agresi¨®n grave a nuestra econom¨ªa como de poner fin a la impunidad del fraude, generadora de resistencias a otros proyectos de saneamiento social.
Pero incluso los motivos econ¨®micos no son nada despreciables. La Hacienda P¨²blica pierde entre 25.000 y 30.000 millones de pesetas por a?o en virtud de los impuestos que dejan de recaudarse por el tabaco vendido ?legalmente. Estas p¨¦rdidas se suman a la evasi¨®n de divisas, cuantificada entre 9.000 y 12.500 millones de pesetas por el pago de la mercanc¨ªa, am¨¦n de cantidades m¨¢s dif¨ªciles de evaluar en concepto de beneficios que salen del pa¨ªs o que ni siquiera llegan a entrar.
'Contribuci¨®n' obligada
Es decir, a cada espa?ol le sale por un pico el negocio que otros hacen con el comercio ilegal de tabaco: es como si cada contribuyente tuviera que destinar, anualmente, unos miles de pesetas al conjunto de los contrabandistas, tanto si fuma como si no.
Nadie ignora que los consumidores pagan por el tabaco un precio muy superior al coste real del mismo: con este producto, la Hacienda espa?ola, y la de otros muchos pa¨ªses, recaudan una parte de los ingresos p¨²blicos. En concreto, la fiscalidad del rubio supera ampliamente el 50% del precio de una cajetilla. Para el consumidor individual puede ser poco divertido que los veinte cigarrillos del paquete normal lleguen envueltos en tantos impuestos, pero tampoco ahorra mucho si los adquiere en el comercio ilegal. Los contrabandistas -principalmente el importador, y en menor medida los escalones de distribuci¨®n- se quedan m¨¢s o menos, con la parte que en el comercio legal corresponder¨ªa, al Estado.
Por otro lado, el negocio del contrabando se desenvuelve en condiciones muy especiales. Las gentes dedicadas a ello est¨¢n obligadas a pagar con rapidez en condiciones tanto o m¨¢s leoninas cuanto m¨¢s peque?o es el tama?o de la empresa. Y los grandes importadores operan en divisas fuertes, con lo cual a?aden un tr¨¢fico ilegal de moneda a lo que ya supone, de por s¨ª, la introducci¨®n y distribuci¨®n masiva de mercanc¨ªa clandestina en nuestro pa¨ªs.
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