Jorge D¨ªaz Serrano
Multimillonario, con una carrera en la Administraci¨®n mexicana absolutamente mete¨®rica, es acusado ahora de ladr¨®n y estafador
El padre del petr¨®leo mexicano, el ingeniero brillante que en cuatro a?os convirti¨® a M¨¦xico en la cuarta potencia petrol¨ªfera mundial, que triplic¨® su producci¨®n y multiplic¨® sus reservas por 10 y garantiz¨® el oro negro para m¨¢s de medio siglo, es hoy apenas un senador en capilla, acusado en los peri¨®dicos de ladr¨®n y estafador, que muy pronto ser¨¢ despose¨ªdo de su inmunidad parlamentaria para pasar a la c¨¢rcel.
Junio es un mes fat¨ªdico para Jorge D¨ªaz Serrano. Hace dos a?os tuvo que renunciar a la direcci¨®n de Pemex, la empresa estatal mexicana del petr¨®leo, tras una baja apresurada en el precio del crudo, de la que los ministros econ¨®micos se enteraron por la Prensa de Nueva York. El ¨²ltimo 29 de junio fue informado de que la Procuradur¨ªa de la Rep¨²blica hab¨ªa presentado contra ¨¦l cargos formales por un fraude de 34 millones de d¨®lares.Nacido hace 62 a?os en Nogales, en las tierras norte?as de Sonora, que habitan los estoicos ind¨ªgenas yanquis, hijo de un agr¨®nomo de modestos recursos, D¨ªaz Serrano ser¨ªa en Estados Unidos el perfecto ejemplo del self made man.
Hu¨¦sped de oscuras posadas en la capital, a los 20 a?os termin¨® sus estudios de ingeniero mec¨¢nico; a los 40 era socio de importantes empresarios norteamericanos, como el vicepresidente actual, George Bush, y a los 52, convertido ya en un hombre muy rico, a¨²n le qued¨® tiempo para obtener una maestr¨ªa en Historia del Arte.
Creador de, por lo menos, cuatro empresas privadas vinculadas con el mundo del petr¨®leo, D¨ªaz Serrano tuvo siempre cierta debilidad por el poderoso vecino del Norte, del que admira su eficacia y su modelo de vida. ?sta fue la raz¨®n de que su nombramiento como director general de Pemex, en diciembre de 1976, fuera mal recibido en los medios nacionalistas mexicanos, recelosos siempre ante una excesiva dependencia de Estados Unidos.
A favor de su designaci¨®n hab¨ªa tres argumentos: era tan inmensamente rico que no necesitaba echar mano de los fondos p¨²blicos para aumentar su cuenta corriente -eso fue lo que la opini¨®n p¨²blica pens¨® en un primer momento-; como empresario privado hab¨ªa demostrado una eficacia que faltaba en la industria estatal del petr¨®leo, y por encima de todo, era amigo-personal del nuevo presidente.
Esta cercan¨ªa del poder absoluto fue su perdici¨®n. Convirti¨® a Pemex en una finca particular, cuyos asuntos despachaba directamente con el amigo, sin pasar por los ministros econ¨®micos, de los que depend¨ªa te¨®ricamente.
Se gan¨® as¨ª la enemistad de Miguel de la Madrid y Jos¨¦ Andr¨¦s Oteyza, que forzaron su dimisi¨®n tras una baja del precio del crudo, que desencadenar¨ªa una reacci¨®n en cadena en los mercados mundiales.
Estados Unidos, antes que su propio gobierno
La evoluci¨®n posterior le ha dado probablemente la raz¨®n: el mercado estaba saturado de petr¨®leo, y para mantener la cartera de clientes era necesario bajar los precios. Se le reproch¨® el haber informado de la baja antes a los compradores estadounidenses que a su propio Gobierno y haberse comportado como un esquirol de la OPEP.En ese momento se acab¨® su mete¨®rica carrera administrativa. Incluido en las listas de presidenciables, su amigo L¨®pez Portillo le elogi¨® p¨²blicamente en su tercer informe de Gobierno y, en 1981, fue el orador central de la reuni¨®n de la Rep¨²blica.
Desde su dimisi¨®n en Pemex la Prensa se lanz¨® tras ¨¦l, sin que fuera suficiente el nombramiento de embajador en Mosc¨² y su elecci¨®n como senador. Uno tras otro surgieron malos manejos, que han costado miles de millones al Estado.
?Por qu¨¦ un multimillonario se prest¨® a este juego? ?Por qu¨¦ ha aceptado convertirse en el pagano de la Administraci¨®n que prometi¨® riquezas al pa¨ªs y lo dej¨® endeudado para una d¨¦cada? ?A qui¨¦n est¨¢ protegiendo?
Preguntas que tal vez queden sin respuesta en el proceso. Asiduo lector de los estoicos, heredero, al fin, de los yanquis impasibles, no va con ¨¦l la acusaci¨®n contra el padrino. Se limita a pregonar su inocencia, aun con abrumadoras pruebas en su contra, y se congratula de estar en M¨¦xico, d¨®nde dice que se respeta el derecho.
El mismo d¨ªa en que se le notific¨® su procesamiento escrib¨ªa en su columna habitual del Excelsior: "Las decisiones de nuestro Gobierno son inteligentes, oportunas y generadoras de confianza". Por decisi¨®n de ese Gobierno ahora ni siquiera puede manejar sus millonarias cuentas corrientes ni salir de su casa sin que le acompa?e una treintena de polic¨ªas.
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