Pedro Delgado no tuvo una gran actuaci¨®n, pero es segundo en la clasificaci¨®n general

Pedro Delgado estaba predestinado a llegar a L'Alpe D'Huez para recoger el jersei amarillo. Sin embargo, qued¨® a 1.08 de la haza?a. Los franceses, que presagiaban lo peor, vivieron, una jornada gloriosa. Fignon sustituye en el liderato a Pascal Simon, aunque en este caso se trate de un l¨ªder en plenitud de facultades, y Bernaudeau alcanz¨® el triunfo despu¨¦s de ara?ar tambi¨¦n la posibilidad del liderato absoluto.
Arroyo y Delgado prepararon la carrera la noche anterior en la intenci¨®n de permanecer juntos en el grupo de cabeza en espera de ese momento oportuno en el que se supone que la carrera est¨¢ madura, los rivales diezmados y la monta?a hace estragos en cada viraje. Pero, ayer, ese momento no fue posible, porque Arroyo sufri¨® un desfallecimiento f¨ªsico y dej¨®, para descolgarse, la compa?¨ªa de Delgado. Los franceses lograron mantener una labor de equipo y pudieron convertir la jornada de L'Alpe D'Huez en una gloriosa ascensi¨®n en la que la emoci¨®n estuvo protagonizada por los cambios en el liderato de Fignon y Bernaudeau.223,5 kil¨®metros entre Tour du Pin y L'Alpe D'Huez, es una distancia normal en el Tour de Francia, pero transformada en un penoso calvario en tanto ocho puertos adornaban de monta?as el recorrido. Dos puertos de tercera categor¨ªa, tres de segunda, dos de primera (Col de Pucherol, 1. 139 metros y Col de Glandon, 1.924) ten¨ªan su punto final en el conocido L'Alpe D'Huez, una subida en versi¨®n moderna, lejos de esas carreteras estrechas con cuneta en el vac¨ªo, ascensi¨®n en la que los virajes est¨¢n numerados -son 21-, en l¨ªnea descendente y hacen mucho da?o a trav¨¦s de sus 13 kil¨®metros de subida. Era toda una alpina decoraci¨®n que parec¨ªa ideal para que alguno de los dos espa?oles favoritos, Delgado o Arroyo, subieran al podio a recoger el jersei amarillo.
Todo comenz¨® tal y como estaba previsto. Incluso Pascal Simon tom¨® asiento en la ambulancia a 95 kil¨®metros de carrera para dejar de poseer un liderazgo ficticio. Las primeras ascensiones, sobre todo las del Pucherol, hicieron la selecci¨®n pertinente y salvo la presencia de dos modestos escapados, el n¨²cleo decisivo estaba ya formado con el esperanzador cuarteto de Arroyo, Delgado, Carlos Hern¨¢ndez y ?beda en los primeros momentos. Bernaudeau, Gim¨¦nez, Fignon, Van Impe, Winnen y Kelly eran tambi¨¦n los rivales seleccionados.
Muerte y resurrecci¨®n de Arroyo
Pronto, sin embargo, Arroyo ofreci¨® muestras de no estar para un ataque feroz. En un momento, qued¨® descolgado a 200 metros de este grupo, distancia que volvi¨® a recuperar, pero que sirvi¨® para sembrar cierto pesimismo en la direcci¨®n del equipo Reynolds, al conocerse que estaba pasando un desfallecimiento. Arroyo y Delgado estaban predestinados para formar un equipo vencedor que llevase a un espa?ol al liderato.
El desfallecimiento de Arroyo, por fugaz, fue inoportuno. En su m¨¢xima crisis, el corredor lleg¨® a alejarse 12 minutos de la cabeza de carrera, desventaja que absorbi¨® dr¨¢sticamente en una espectacular reacci¨®n. Ech¨¦varri, director del Reynolds, maldec¨ªa cari?osamente a Arroyo: "Parec¨ªa un ¨¢ngel subiendo L'Alpe D'Huez. Ha recuperado 8 minutos en la ¨²ltima ascensi¨®n ?Maldita sea!".
Arroyo todav¨ªa conserva posiciones de privilegio, pero ya no cuenta m¨¢s que como gregario de lujo. Precisamente, la ventaja psicol¨®gica que intentaban aprovechar los espa?oles radicaba en la posibilidad de que ambos ten¨ªan oportunidades de ganar en una buena ascensi¨®n. Delgado y Arroyo constitu¨ªan un objetivo que dispersaba la estrategia de otros equipos. No bastaba con controlar a uno de ellos y ese factor era un germen de dificultades para los rivales. Segundos aparte, es esta una ventaja que los espa?oles deben considerar ya casi perdida Delgado est¨¢ solo, es segundo en la general, y es el ¨²nico que puede aspirar al liderato.
Delgado puede alardear de experiencia en este sentido -luchar en solitario-, porque empez¨® a saber lo que es la soledad en la segunda etapa de ayer. Rodeado de dos Renault y dos Ti Raleigh, habida cuenta de que los colombianos h acen la guerra por su parte -ni siquiera respetan una protesta de marcha a ritmo lento-. Delgado se jug¨® la carrera al azar de seleccionar las escapadas. Dado tambi¨¦n que nadie cooper¨® en su intento de huida en el Cucheron cuando faltaban demasiados, kil¨®metros como para arriesgarse en una marcha en solitario, el espa?ol tuvo que limitarse a esperar, ver, intuir y, en todo caso, atacar. Tuvo que esperar 223,5 kil¨®metros, por que no lleg¨® su momento y fall¨® al intuir que la escapada Winnen-Bernaudeau no era buena.
Controlar a Fignon, que era el l¨ªder, fue su principal ocupaci¨®n, pero dio la impresi¨®n de que utiliz¨® demasiado la cabeza en no arriesgar in¨²tilmente. Embarcado, a 10 kil¨®metros de la meta, en un tr¨ªo con Van Impe y Fignon, perseguidor del d¨²o Winnen-Bernaudeau, Delgado no encontr¨® el momento del ataque, y ni siquiera opt¨® por una posicion intermedia que le sirviera para restar segundos de quien es su principal obst¨¢culo para pasar a la historia del ciclismo espa?ol, Fignon.
Los franceses, finalmente, destronaron al heroico Pascal Simon, que aguant¨® durante varias jornadas con el om¨®plato roto, para vitorear a Fignon, su nuevo ¨ªdolo.
Delgado es todo un enemigo en potencia, que se encuentra en la clasificaci¨®n general hecho un sandwich entre Fignon y Bernaudeau. Su futuro depende de las etapas del mi¨¦rcoles y el jueves, ambas monta?osas, la ¨²ltima de ellas una contra reloj con final en un puerto. Hoy, primer d¨ªa de descanso de las 17 etapas continuadas, los corredores espa?oles pondr¨¢n a respirar sus piernas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.