Rockeros
Rod Stewart, actu¨® y los espectadores no mordieron, oh alivio, oh decepci¨®n de las masas biempensantes. Los rockeros, ya se sabe, son perros rabiosos, v¨¢ndalos asilvestrados, canallitas. Pero Rod Stewart actu¨® en Madrid y los espectadores no prendieron fuego al campo.Pudieron haberlo hecho, tras el bombardeo publicitario, tras el multinacionalizado comecocos. Venden a los m¨¢s j¨®venes la idea de que el rock es cosa ¨²nicamente suya, su secreto territorio. Si te pierdes al Stewart, no eres nadie, vienen a decir los negociantes. Y despues de tama?a tentaci¨®n, de presi¨®n tan colosal y tan astuta, cobran a 2.000 pesetas las entradas. El rock es una mercanc¨ªa supuestamente dirigida a adolescentes que se vende a los carrozas con dinero. Pudieron haber prendido fuego al estadio y no lo hicieron.
Se ha levantado la veda del rockero. Ahora resulta que son hambrienta marabunta, unos salvajes. Todas las semanas, sin embargo, florece la violencia en los campos de f¨²tbol, y nadie parece estremecerse. Se linchan ¨¢rbitros, se descerrajan puertas, se rompen vallas de seguridad o narices de forofos enemigos. Hace poco me pill¨® la salida de un partido tumultuoso: vi c¨®mo se pegaban entre grupos, c¨®mo rneaban ostentosamente en plena calle, c¨®mo destrozaban los cristales de un coche matriculado en Barcelona. Es la violencia cotidiana, violencia dominical sacramentada, la violencia de los honestos padres de familia. Es una menudencia, un accidente.
S¨ª, la caza ha comenzado. A Miguel Rios, que est¨¢ intentando dar cuatro horas de rock a bajo precio, le miran con suspicacia, como a Atila. El gobernador civil de Sevilla le pide el listado de resistencia del S¨¢nchez Pizju¨¢n; el de M¨¢laga, en donde actuar¨¢ ma?ana, puso trabas. En la Prensa local se publican instrucciones de protecci¨®n civil para la asistencia a los conciertos: "Y no se olviden de llevar el carnet de identidad", les amedrentan.
Se cultiva el susto, la bronca, el sobresalto. Siempre es ¨²til que el papel de malos recaiga en aquellos que est¨¢n menos integrados socialmente, por si acaso. Rockeros puberales, sin trabajo, sin declaraci¨®n de renta, sin derecho a voto, sin dinero. Rockeros sabandijas, mis rockeros.
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