Isabel Mayoral, alcaldesa de San Lorenzo de El Escorial
Encabezaba la lista del Centro Democr¨¢tico y Social que s¨®lo obtuvo unos 600 votos
Isabel Mayoral casi se excusa de ser la alcaldesa que los partidos m¨¢s votados -Partido Socialista Obrero Espa?ol y Alianza Popular- consiguieran la alcald¨ªa, al no tener ninguno de ellos la mayor¨ªa absoluta, am¨¦n de las resistencias a admitir un alcalde con faldas.
Aunque su lista obtuvo apelas 600 votos, que se tradujeron en dos concejal¨ªas, fue aupada a la alcald¨ªa por los cinco votos favorables de Alianza Popular, formaci¨®n que hab¨ªa conseguido medio centenar de votos y un edil menos que los socialistas -alrededor de 1.800 votos.Algunos miembros del PSOE, en lo que ella califica de "rabieta", no le perdonaron ver desvanecerse sus posibilidades de volver a obtener la alcald¨ªa. As¨ª, cuando se celebr¨® el primer Pleno, los socialistas manifestaron no reconocerla por no haber jurado el cargo de alcalde, sino s¨®lo el de concejal. "Yo no hab¨ªa hecho ning¨²n cursillo para alcaldesa, y como nadie me dijo que ten¨ªa que jurar...", se defiende. Aquel d¨ªa su hijo e hija, de trece y ocho a?os, respectivamente, se las prometieron felices. No les satisfac¨ªa nada que su madre accediera a un cargo que indudablemente les iba robar una parte de su presencia. Isabel convoc¨® un nuevo Pleno, del que estuvieron ausentes los socialistas, y jur¨® el cargo, aunque no descarta que ¨¦stos recurran su nombramiento por no haberlo hecho a tiempo. Le han amenazado que podr¨ªa verse privada del flujo financiero estatal, y le han acusado de querer ser alcaldesa a ultranza, pese a su escu¨¢lido electorado.
"Yo, una persona que llegu¨¦ aqu¨ª como una simple ama de casa, ten¨ªa mis dudas de si podr¨ªa desempe?ar este cargo. Pero, chico, cuando me dijeron lo del juramento, es que me dieron una inyecci¨®n de moral. ?Por eso me iban a mandar a casa? Me sent¨ª tan fuerte que llevo dos meses aqu¨ª", asegura.
Con anterioridad a su irrupci¨®n en la arena pol¨ªtica, Isabel hab¨ªa fundado y presidido una asociaci¨®n local de amas de casas, entre cuyas virtualidades apunta que en ella "no hab¨ªa clases sociales: hab¨ªa brochas y cubos". Afirma no ser feminista, pero que le "daba mucho amor propio ver mujeres que no ven¨ªan a clase porque llegaba el marido a las tres y ten¨ªan que servirle la comida."En el pueblo sigo siendo Isabel, y para mucha gente, Isabelita". Cuando acude a hacer la compra, ahora cada tres d¨ªas, no falta alg¨²n vecino que, mientras espera que el tendero le d¨¦ la pescadilla, aprovecha para solicitarle que repare la bombilla fundida de su calle. A¨²n le "choca much¨ªsimo" que los guardias, al verla, se paren y la saluden. A?ora el tiempo libre que antes le permit¨ªa hacer guisos -es coautora de un libro de recetas-, elaborar conservas, cuidar de su "huertecita, gallinitas, conejos", y realizar manualidades. Sus virtuosismos gastron¨®micos de ayer se han trocado en unos prosaicos filete y ensalada a mediod¨ªa. No exenta de coqueter¨ªa, pregunta si es preciso que confiese su edad, aunque luego dispara precipitadamente que no le entristece haber cumplido cuarenta abriles, porque "mentalmente tengo muchos menos. Monto en moto, juego al tenis. Tengo ideas muy avanzadas". Acepta el aborto s¨®lo cuando peligra la vida de la madre o se barrunta malformaci¨®n del feto, pero no as¨ª en caso de violaci¨®n, porque considera que "antiguamente la gente viv¨ªa con prejuicios, pero ahora se vive con m¨¢s libertades". Admite el divorcio cuando la convivencia se ha hecho intolerable, pero no por cualquier frusler¨ªa ("haber encontrado a una chica m¨¢s encantadora o porque me he cansado de ¨¦ste").
"Espero que, si el pueblo me ayuda de verdad, se note el paso de una mujer por la alcald¨ªa", declara en un regate a su confesada timidez, por entender que las mujeres perciben mejor "los peque?os detalles, que son mucho m¨¢s importantes en la vida".
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