Ir¨®nico y elegante
La Oficina de Repartos de Hollywood clasific¨® en 1934 a David Niven como Tipo Anglosaj¨®n 2008. Y, a pesar de sus inicios como extra en papeles de bandolero mexicano o esclavo nubio, Niven fue fiel a esta intuici¨®n. John Gielgud y Laurence Olivier han sido actores shakespeareanos. Niven, no. Reprodujo, con un punto de iron¨ªa que lo redim¨ªa de creerse tales banalidades, los t¨®picos que identifican a un ciudadano brit¨¢nico : la flema, la elegancia, el ir peinado. En algunas ocasiones perdi¨® su compostura. Ah¨ª e9t¨¢ el grito de indignaci¨®n del psiquiatra de Oh Men! Oh Women, al enterarse de que su novia lo enga?aba -en Lady L, luci¨® unos cuernos todav¨ªa m¨¢s ostentosos, los de vikingo-. Pero a pesar de los citados trances, en general, era ¨¦l quien pon¨ªa el detalle corn¨²peta al pr¨®jimo bien casado. David Niven, seguro de su maduro encanto, no ten¨ªa inconveniente, sin embargo, en perder, a ¨²ltima hora, las batallas galantes en beneficio del humor bien entendido. Incluso result¨® antip¨¢tico en Cumbres borrascosas. Marlon Brando, por ejemplo, le birl¨® a la hija del rey de la sopa (Dos seductores) gracias a sus mayor artesan¨ªa como play-boy. Nueve a?os antes, en The Moon is blue, hab¨ªa, no obstante, consagrado su imagen de seductor con sienes despejadas.El uniforme militar le fue muy a la medida. Niven procur¨® siempre que ¨¦ste llevara galones, aunque en Los ca?ones de Navarone s¨®lo fuera sargento. Sus militares rehu¨ªan el empaque cuartelero. Hizo de fantasma b¨¦lico y, en Mesas separadas, el uniforme no le imped¨ªa molestar a las damas.
Fiel a s¨ª mismo, cuando interpret¨® al Conde Dr¨¢cula ... se trataba de un conde brit¨¢nico. Phileas Fogg en La vuelta al mundo en 80 d¨ªas, tom¨® el pelo a James Bond en la c¨¦lebre m¨ªmesis de Casino Royal, fue amigo de H¨¦rcules Poirot en Muerte en el Nilo y torment¨® al pobre inspector Clouseau en La pantera rosa. Su papel de ladr¨®n de guante blanco ya estaba apuntado en Caballero y ladr¨®n. Al igual que en sus aventuras sentimentales, los ladrones de Niven robaban a lo grande, pero se hac¨ªan perdonar por su laboriosa dignidad en el oficio. Jam¨¢s presumi¨® de sus pel¨ªculas mediocres.
A vida o muerte demostr¨® que hasta el cielo lo perdonaba, aunque su pronta llegada trajera problemas burocr¨¢ticos. Hoy, seguro, los ¨¢ngeles estar¨¢n muchos m¨¢s diligentes con los papeles de ingreso.
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