El d¨®lar o la quiebra de la econom¨ªa cl¨¢sica
RICARDO LEZCANOLa escalada continuada del d¨®lar en los mercados de cambios a pesar de los problemas que tiene la econom¨ªa de Estados Unidos no tiene una explicaci¨®n basada en las leyes econ¨®micas generalmente aceptadas. El autor considera que la fortaleza de la divisa est¨¢ en funcion del miedo que tienen otros pa¨ªses y de la pol¨ªtica autoritaria del presidente Reagan.
Ha sido siempre aspiraci¨®n de los te¨®ricos de la econom¨ªa cl¨¢sica dotar a esta disciplina de leyes cient¨ªficas o, al menos, que lo parecieran. Pero habida cuenta de que en los postulados econ¨®micos interviene el hombre, y no como un elemento inerte del problema, no es f¨¢cil aplicar a los fen¨®menos de este tipo las mismas leyes que la ciencia utiliza para prever el comportamiento de la materia. Los fisi¨®cratas quer¨ªan creer que en el campo de la econom¨ªa exist¨ªa una autorregulaci¨®n providencial que hac¨ªa innecesaria, cuando no indeseable, la intervenci¨®n del hombre, cosa que la pr¨¢ctica ha desmentido a menudo. Ciertamente, "le monde va de lui m¨ºme", pero los resultados de esta autonom¨ªa de acci¨®n son tan poco brillantes que es dudoso que tal filosof¨ªa pueda mantenerse como panacea universal.Viene esto a cuento de lo poco que pueden encajarse dentro de los moldes ortodoxos de la econom¨ªa los fen¨®menos que se est¨¢n produciendo en EE UU. Parece ya como si la econom¨ªa pol¨ªtica que nos ense?aron s¨®lo fuera de aplicaci¨®n en los pa¨ªses pobres. Las naciones ricas, cuando utilizan una ley -econ¨®mica o no- suele ser la ley del m¨¢s fuerte. Si Adam Smith no minti¨®, un pa¨ªs como Estados Unidos de Am¨¦rica, que emite moneda sin tasa y con cobertura escasa o inexistente, que tiene una balanza exterior enormemente adversa y que sufre un tremendo d¨¦ficit presupuestario -de 200.000 millones de d¨®lares- est¨¢ abocado a la bancarrota. Y, sin embargo, pasa todo lo contrario. ?Por qu¨¦?
Aparte de matizaciones que haremos m¨¢s adelante, las grandes bazas con que cuenta la pol¨ªtica monetarista de Reagan -la misma que ha resultado nefasta para los pa¨ªses pobres; otra contradicci¨®n- son las siguientes:
1. El d¨®lar es hoy la reserva principal en casi todos los bancos mundiales.
2. Es el m¨¢s importante y casi obligatorio medio de pago en las transacciones comerciales y financieras internacionales.
3. Estados Unidos, con la pol¨ªtica autoritaria de Reagan, se muestra como un refugio para el dinero asustadizo del mundo, gran parte del cual est¨¢ en manos de los ¨¢rabes.
4. La tasa real del inter¨¦s del dinero es hoy la m¨¢s alta del mundo, por lo que las finanzas americanas est¨¢n drenando los recursos econ¨®micos de la mayor parte de los pa¨ªses, recursos que, naturalmente, se deslizan a donde mayor beneficio pueden obtener.
As¨ª, resulta que flagrantes irregularidades de la pol¨ªtica econ¨®mica estadounidense, que debieran producir resultados adversos, escapan a tal castigo debido a estos cuatro ases que Reagan guarda en la manga. Si las m¨¢quinas de imprimir d¨®lares funcionan a tope y la moneda se lanza al mercado sin cobertura, seg¨²n las reglas de la econom¨ªa cl¨¢sica, deber¨ªa depreciarse. Mas como en todo el mundo los aceptan y los atesoran gustosamente, los d¨®lares, en vez de bajar, suben.
El enorme d¨¦ficit presupuestario de EE UU, que podr¨ªa colapsar la econom¨ªa de cualquier pa¨ªs, les resulta poco menos que inocuo por el hecho de que la seguridad y las altas tasas de inter¨¦s provocan un flujo constante de recursos procedentes de Europa y Jap¨®n. En vano advierten los medios bancarios sobre la fragilidad del d¨®lar, sobrevalorado en m¨¢s de un 20%. Basta esa imagen dura de Reagan y la apariencia de fortaleza de la moneda para que las leyes econ¨®micas cedan ante las psicol¨®gicas.
Finalmente, el alza desorb¨ªtada del d¨®lar penaliza duramente a la industria norteamericana, cuyos productos, por su encarecimiento, pierden competitividad en los mercados exteriores. Estados Unidos va a tener este a?o un d¨¦ficit en su balanza comercial de 60.000 millones de d¨®lares, d¨¦ficit que ning¨²n otro pa¨ªs podr¨ªa soportar. Sin embargo, el relanzamiento actual de su econom¨ªa est¨¢ permitiendo a la industria compensar en el mercado interior parte de lo que no gana en el exterior. Al mismo tiempo, con cargo a ese presupuesto, cuyo agujero tan poco le cuesta rellenar, el Estado acuerda medidas protectoras a la exportaci¨®n.
En el sombr¨ªo panorama econ¨®mico europeo, la subida constante del d¨®lar es el golpe de gracia. Todos los beneficios que se obtuvieron por la baja del precio del petr¨®leo se han perdido. Ciertamente, es una esperanza el despegue de la econom¨ªa americana, del que existen indicadores incontrovertibles, pero el flujo de este posible boom no ha llegado todav¨ªa a Europa. Por ahora, el ¨²nico beneficiado ha sido Jap¨®n, partner privilegiado de EE UU, quiz¨¢ por su sumisi¨®n a la pol¨ªtica internacional de Reagan.
La famosa pregunta ?qu¨¦ hacer?, que se hnn hecho tantas personas en el mundo, desde Tolstoi a Lenin, nos la tenemos que hacer nosotros en la actualidad. La famosa nueva era monetaria que se alumbr¨® en Bretton Woods, hace casi 40 a?os, ya no nos sirve. Entonces, el abandono del patr¨®n oro y su sustituci¨®n por el d¨®lar fue recibido con satisfacci¨®n por los 44 pa¨ªses concurrentes, aunque Mend¨¦s Frances, que representaba a la Rep¨²blica Francesa, no tardara en decir que "desde el principio hab¨ªa un gusano en la fruta". En 20 a?os, m¨¢s o menos, el d¨®lar fue cubriendo su papel de moneda fuerte hasta que la guerra de Vietnam le dio el golpe de gracia. N¨ªxon cancel¨® la convertibilidad del d¨®lar en oro en 1971.
La oportunidad para los pa¨ªses europeos de conseguir la creaci¨®n de un medio de pago propio -el famoso eurod¨®lar- no se supo aprovechar. M¨¢s tarde, la moneda americana volvi¨® a afianzarse. La crisis del petr¨®leo y su enorme encarecimiento torn¨® a incrementar la demanda de d¨®lares. Hoy no parece que por estas tierras europeas, tan castigadas por la crisis, se est¨¦ en condiciones de escapar a su tiran¨ªa.
Sin embargo, es posible que lo que no han conseguido los jaises ricos lo logren los pobres. stos, pese a la escasa influencia que tienen cuando han de poner en las mesas de negociaci¨®n sus primeras materias, poseen ahora un instrumento enorme de presi¨®n cuando pongan sobre el tapete su imposibilidad de hacer frente a una incre¨ªble deuda exterior, cuyo acreedor es EE UU, y que alcanza la mareante cifra de 600.000 millones de d¨®lares. La quiebra de las naciones deudoras ser¨ªa para EE UU peor que la crisis del petr¨®leo o que la guerra de Vietnam. Quiz¨¢ ello induzca a Reagan a abandonar esa ley del m¨¢s fuerte que ha demostrado ser m¨¢s eficaz y tener mayor enjundia que el resto de las leyes econ¨®micas.
es escritor e inspector de Hacienda.
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