La econom¨ªa a mediados de a?o
EN EL primer semestre la producci¨®n de bienes y servicios ha crecido, seg¨²n acaba: de anunciar el ministro Boyer, en un 1,7%. El porcentaje es inferior al de Estados Unidos y Jap¨®n, pero el doble del conseguido por Alemania, Reino Unido o Italia; Francia ha tenido un descenso de medio punto. La inflaci¨®n ha moderado su crecimiento con relaci¨®n a los altos niveles del primer semestre de 1982 y el empleo se ha sostenido gracias a la mayor actividad, aunque todav¨ªa est¨¢ lejos de iniciar una recuperaci¨®n, falto del apoyo de un proceso de inversi¨®n sostenido.Las estimaciones del Gobierno sobre el crecimiento econ¨®mico se han aproximado bastante a los hechos reales, pero a trav¨¦s de un camino distinto al previsto, a trav¨¦s del aumento y no de la exportaci¨®n y la inversi¨®n del consumo. En efecto, dos indicadores, el consumo de electricidad y la matriculaci¨®n de autom¨®viles, con incrementos anuales del 5% y del 7% en estos primeros seis meses, confirman al consumo privado como el principal motor de nuestro crecimiento. Es cierto que tambi¨¦n las exportaciones han crecido, pero las importaciones tambi¨¦n lo han hecho y los ingresos por turismo han evolucionado en d¨®lares a un ritmo inferior al del pasado a?o; en resumen, el d¨¦ficit de la balanza de pagos por cuenta corriente en los primeros seis meses, 3.039 millones de d¨®lares, es s¨®lo ligeramente inferior al del mismo per¨ªodo de 1982. Asimismo, la cuenta de capitales de la balanza de pagos no consigue compensar las diferencias entre el valor total de las compras y los ingresos obtenidos por las ventas de mercanc¨ªas y servicios tur¨ªsticos espa?oles. En efecto, el sector privado no solicita cr¨¦ditos al exterior, las inversiones extranjeras no acuden en la medida suficiente y s¨®lo el sector p¨²blico contin¨²a endeud¨¢ndose. El resultado es una p¨¦rdida de reservas equivalente, en la primera mitad del a?o, a la registrada en 1982, pero desde un nivel m¨¢s bajo.
La econom¨ªa espa?ola ha sido testigo de una doble experiencia reactivadora, afortunadamente modesta, en los ¨²ltimos dieciocho meses. Tanto la decisi¨®n electoralista de UCD de aumentar la inversi¨®n p¨²blica en el primer semestre de, 1982 como el relanzamiento del consumo privado tras la revisi¨®n salarial del ANE han tenido efectos an¨¢logos: fuertes incrementos del d¨¦ficit del sector p¨²blico, altos tipos de inter¨¦s y tasas de inflaci¨®n muy superiores a las de los restantes pa¨ªses y, sobre todo, tensiones sobre la cotizaci¨®n de la peseta y p¨¦rdida de reservas. Esto significa que, por el momento, la soluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola no est¨¢ en el crecimiento del gasto total que se agota a s¨ª mismo. Aunque las apariencias de las palabras sean distintas, estamos viviendo una experiencia econ¨®mica reactivadora no muy distinta de la francesa, con parecidas consecuencias.
La correcci¨®n del desequilibrio exterior provocado por una econom¨ªa m¨¢s inclinada al consumo que a la producci¨®n se conf¨ªa, cuando el sector exterior aprieta, a la pol¨ªtica monetaria. Y aunque se hacen declaraciones sobre la necesidad de la reconversi¨®n industrial y la liberalizaci¨®n del mercado de trabajo, en el mundo de la econom¨ªa real s¨®lo se advierte un fuerte racionamiento, en la cantidad de dinero, con la contrapartida de un alza importante en los tipos de inter¨¦s. Estos d¨ªas el tipo de descuento de papel para una empresa con buenos beneficios se sit¨²a en un 24%. Este encarecimiento del dinero tiene el peligro de exagerar todav¨ªa m¨¢s la distribuci¨®n del cr¨¦dito en favor del sector p¨²blico, que s¨ª lo puede pagar, y en contra de la inversi¨®n privada, que lo paga con m¨¢s dificultades. Las actividades productivas, con rendimientos a medio y largo plazo y cuyo desarrollo se considere prioritario, van a tener que ser financiadas a tipos de inter¨¦s privilegiados en un pr¨®ximo futuro; es decir, mediante la imposici¨®n de coeficientes obligatorios a los bancos. El sistema financiero en su conjunto, por la propia magnitud del d¨¦ficit p¨²blico, puede as¨ª verse condenado a alejarse de la liberalizaci¨®n, proyectada para reducir la intermediaci¨®n y abaratar el cr¨¦dito a los inversores, y regresar a un marco regulado por criterios administrativos.
El prop¨®sito de contener la cotizaci¨®n de la peseta s¨®lo con instrumentos monetarios va a resultar dif¨ªcil de conseguir. La econom¨ªa espa?ola en su actual dise?o precisa m¨¢s divisas para pagar sus importaciones de las que genera por el cobro de sus exportaciones. A plazo, la peseta sigue cotizando a descuento, unas dos pesetas por mes, mientras los intereses de la europeseta est¨¢n en un 30%. Estas cifras reflejan, pese a la disciplina monetaria interior, una econom¨ªa necesitada de manera permanente de acudir al endeudamiento, con unas reservas patrimoniales de divisas en descenso y una deuda exterior ya muy onerosa. En la actualidad el valor de las exportaciones espa?olas escasamente alcanza a pagar la factura del petr¨®leo y los intereses de la deuda exterior. La ruptura de este condicionante estructural nos obligar¨ªa, por un lado, a ser menos pr¨®digos en los consumos de energ¨ªa y en las solicitudes de deuda externa financiadora del d¨¦ficit p¨²blico. Por otro, la econom¨ªa necesitar¨ªa librarse de una serie de obst¨¢culos que desaniman el riesgo y la inversi¨®n productiva.
Naturalmente, este planteamiento exige sacar desde la ambig¨¹edad a la luz del d¨ªa medidas correctoras capaces de reducir con car¨¢cter inmediato y urgente un d¨¦ficit p¨²blico perturbador, iniciar la reconversi¨®n industrial y apostar por la modernidad y libertad del sistema econ¨®mico y social. Por supuesto, las consecuencias de estas decisiones no ser¨¢n populares. El Gobierno ser¨¢ atacado desde los ¨¢ngulos m¨¢s opuestos. Los sindicatos s¨®lo estar¨¢n de acuerdo con la pol¨ªtica de austeridad si se respetan los puestos de trabajo y no se recortan los beneficios sociales. El PCE y la izquierda del PSOE acusar¨¢n al Gobierno de derechizar su pol¨ªtica. La propia CEOE y tambi¨¦n AP estar¨¢n de acuerdo con los planteamientos, pero exigir¨¢n cr¨¦ditos baratos -coeficientes- para las reconversiones industriales. Pero si la alternativa es la adormidera de una tercera minirreactivaci¨®n, provocada por la inercia del d¨¦ficit del sector p¨²blico y respaldada por un peque?o alivio de las cuentas exteriores, se corre el riesgo de una vuelta a las formas de intervenci¨®n de los a?os 50 y, naturalmente, una llamada, a continuaci¨®n, a los expertos e inexorables estabilizadores del Fondo Montenario Internacional.
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