Saldo de 26 muertos en la represi¨®n indiscriminada de la cuarta jornada de protesta en Chile
de Chile ENVIADO ESPECIALMientras asciende a un m¨ªnimo de 24 el n¨²mero de muertos entre el jueves y el viernes pasados (todos civiles), otras dos personas fueron asesinadas en la tarde del viernes en la periferia de Santiago de Chile: una muchacha de 14 a?os que fue abatida de dos tiros en la espalda y un joven de 28 a?os que result¨® alcanzado por disparos efectuados desde un autob¨²s de los carabineros.
Los heridos de bala superan el centenar, aunque el Gobierno chileno s¨®lo da cuenta oficialmente de 53, y hay un millar de detenidos en todo el pa¨ªs.
La resaca del jueves ha continuado durante las ¨²ltimas 48 horas en las poblaciones pr¨®ximas a Santiago de Chile as¨ª como en la misma capital. Barricadas de fuego hab¨ªan cortado durante horas los accesos a las barriadas del sector sur de la ciudad, mientras sus moradores se enfrentaban sirim¨¢s armas que las piedras con los carabineros.
Pasadas las 23 horas se hizo intervenir nuevamente al Ej¨¦rcito para restablecer el orden, con el saldo antedicho de dos nuevas muertes. El clima moral de Santiago es de desolaci¨®n y estuporante lo indiscriminado de la represi¨®n.
Ni siquiera el Gobierno se ha sentido con fuerzas para cumplir las amenazas del general Augusto Pinochet que anunciaba la detenci¨®n de los firmantes de la coilvocatoria de protesta. Ins¨®litamente, el comandante en jefe de la Fuerza A¨¦rea y miembro de la Junta Militar de Gobierno, general Fernando Matthei, se ha apresuradoa declarar que sus tropas no dispararon un solo tiro en la noche del jueves, en el sector de la capital, Santiago, que les correspond¨ªa patrullar, mientras que en el resto de la ciudad era el Ej¨¦rcito de Tierra quien lo hac¨ªa. El intento de desmarcarse se considera particularmente significativo.
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La Alianza Democr¨¢tica chilena valora muy positivamente la fisura que se ha producido en el monolitismo militar
Viene de la primera p¨¢gina
Santiago qued¨® dividida en cinco zonas, en un operativo militar dise?ado personalmente por Pinochet, quien lleg¨® a desatender durante d¨ªas la crisis de su Gabinete de la pasada semana para ocuparse del control de la capital, a tenor de la experiencia de las tres jornadas de protesta anteriores. Cuatro zonas de Santiago quedaron a cargo de cuatro generales del Ej¨¦rcito de Tierra y una al mando de un general de la Fuerza A¨¦rea.
Matthei supervis¨® personalmente su zona en helic¨®ptero y a pie. "Ni fuimos atacados por nadie, ni disparamos un solo tiro a nadie", acaba de declarar, exonerando a la aviaci¨®n de los desprop¨®sitos cometidos por el Arma de Tierra.
Fuentes de la reci¨¦n creada Alianza Democr¨¢tica (una multipartidaria sin comunistas) valoran muy positivamente esta fisura en el monolitismo militar.
Se estima que Pinochet intent¨® el jueves involucrar nuevamente al Ej¨¦rcito en la represi¨®n, y la estrategia de los partidos opositores pasar¨ªa ahora por convencer a los militares de que no se pueden prestar al tremendo desgaste de ocupar Santiago una vez al mes y proceder a una matanza peri¨®dica de civiles.
La fuerza a¨¦rea parece haberlo comprendido ya sin necesidad de mayores est¨ªmulos. Y el jefe de la aviaci¨®n ha ido en sus declaraciones un punto m¨¢s all¨¢, estimando que. "es tiempo de que en Chile vuelva a haber un debate pol¨ªtico. Es tiempo que en Chile vuelvan a brotar todos los argumentos en favor y en contra de nuevas soluciones y que el Gobierno las conozca y todos los chilenos puedan participar en el debate. Los sectores genuinamente democr¨¢ticos, aunque no participen de las ideas de este Gobierno, van a encontrar muy pronto la forma de expresarse como partidos pol¨ªticos organizados y legales".
Matthei, en su conferencia de prensa, puso ¨¦nfasis en declarar que el plazo hasta 1989 que fija la constituci¨®n pinochetista para el restablecimiento de la normalidad democr¨¢tica, es un plazo "m¨¢ximo" que puede ser acortado.
A seis a?os vista, las jornadas mensuales de protesta han descalabrado profundamente sus esperanzas de permanencia en el poder. Cualquier escolar chileno sabe de la renuncia del general-dictador Ib¨¢?ez en 1929, tras la muerte del estudiante de medicina Jaime Pinto, en una manifestaci¨®n callejera; en la mente de todos est¨¢ el recuerdo de la renuncia, el exilio y la muerte en el Per¨² del general-presidente Bernardo O'Higgins, padre de la patria, a quien la burgues¨ªa chilena recus¨® por su autoritarismo.
Un liberal d¨¦bil y entreguista
Pinochet, en materia de autoritarismo, ha convertido la figura de O'Higgins en la de un liberal d¨¦bil y entreguista y, s¨®lo en los ¨²ltimos cuatro meses, su represi¨®n ha originado la muerte de 30 civiles, entre ellos varios ni?os. En Chile todas las revoluciones se han hecho en nombre de la Constituci¨®n y de las libertades republicanas, incluso la de 1973. Y pese a la barbarie de aquella represi¨®n, los militares chilenos a¨²n no han interiorizado la teor¨ªa del enemigo interior.
Versiones solventes, pero imposibles de verificar, han asegurado a este enviado especial que el general Matthei, antes de su conferencia de prensa, convers¨® con Pinochet y le notific¨® que su fuerza no volver¨ªa a intervenir en la ocupaci¨®n de Santiago en futuras jornadas de protesta.
Sergio Infiernillo Onofre Jarpa (los chilenos hacen un juego de palabras entre Onofre y anafre, que para ellos es sin¨®nimo de cocina port¨¢til), nuevo ministro del Interior y primer ministro de hecho, no ha abierto la boca desde el jueves. Su cargo y su figura exigen una explicaci¨®n.
El ministro del Interior en Chile es el encargado te¨®ricamente del desarrollo pol¨ªtico y no tiene el mando de las fuerzas represoras, dependientes de los comandos militares o del propio presidente. Pinochet ha terminado designando a Infiernillo Onofre como piloto del desarrollo pol¨ªtico -de ah¨ª su calidad de premier de hecho- para intentar situarse por encima del bien y del mal, como si fuera la reina de Inglaterra.
Pero Onofre, nacionalista aqu¨ª reputado de nazi, brillante, ambicioso, en¨¦rgico, aspira a pasar a la historia chilena como.. el hombre de la transici¨®n. Quienes lo conocen estiman que no dudar¨ªa en sacrificar al propio Pinochet. Es todo lo contrario de un Carrero o un Carlos Arias. Tambi¨¦n es todo lo contrario de un Adolfo Su¨¢rez. Se aproximar¨ªa a una mixtura de Blas Pi?ar y Fraga. "Va a ser un espect¨¢culo apasionante", te comentan en Santiago: "Dos gorilas machos encerrados en la misma jaula. Alguno despedazar¨¢ al otro".
Por el momento, Onofre calla y prepara respuestas pol¨ªticas para detener la imparable jornada de protesta del 11 de septiembre, d¨¦cimo aniversario del r¨¦gimen. P¨ªo hay moral ni ganas, ni siquiera en tre la extrema derecha del r¨¦gimen, para un desfile, una manifestaci¨®n patri¨®tica, nada de nada Volver a ocupar Santiago con un toque de queda militar de 11 horas no parece lo m¨¢s adecuado para celebrar este fasto pol¨ªtico. Ya s¨®lo cabe el pacto con la oposici¨®n. Pero, tras las muertes de jueves y del viernes, la cabeza del general Pinochet es prenda inegociable para la oposici¨®n.
Finalmente, la Iglesia, de influencia decisiva en este pa¨ªs, ha hecho o¨ªr su voz en un documento El Nuevo Llamado, en el que se pide el cese de la violencia de cualquier lado que venga, "el cese de las amenazas, las intransigencias y las represiones desmedidas".
Esta es la voz de la Iglesia en un pa¨ªs donde, probablemente como en ning¨²n otro, tiene prestigio moral y pol¨ªtico. Tras este documento y la suave defecci¨®n del general Matthei tras la reciente matanza de Santiago, la permanencia del general Pinochet en el palacio (de La Moneda comienza a ser un misterio inextricable. S¨®lo el miedo al vac¨ªo de poder y la desesperaci¨®n pol¨ªtica de una sociedad arruinada apuntalan a este general rencoroso que jam¨¢s mira de frente.
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