Chile

El asesinato de 19 chilenos, el jueves pasado, demuestra que la dictadura de Pinochet est¨¢ dispuesta a volver a ensangrentar el pa¨ªs como precio para mantenerse en el poder. En cuatro jornadas de protesta realizadas en otros tantos meses, el r¨¦gimen militar se ha cobrado 25 vidas.El m¨¦todo ha sido el mismo que en los d¨ªas inmediatamente posteriores al golpe de Estado de septiembre de 1973: la implantaci¨®n del toque de queda durante las horas nocturnas para matar impunemente. Las im¨¢genes de Missing han vuelto a repetirse en Chile en la noche del jueves al viernes pasados.

El toque de queda, los asesinatos y los allanamientos masivos indican que el r¨¦gimen no ha perdido un ¨¢pice de su car¨¢cter terrorista, y la participaci¨®n en la represi¨®n de 18.000 soldados dirigidos por la oficialidad muestra que no es s¨®lo Pinochet el que debe marcharse, sino el conjunto de los jefes del Ej¨¦rcito.

A la luz de lo ocurrido el jueves, parecen como m¨ªnimo ingenuas las declaraciones de la Democracia Cristiana y del Partido Socialdem¨®crata -dos de los cinco partidos que integran el frente de oposici¨®n-, encontrando esperanzador el nombramiento de Jarpa, un hombre del derechista Partido Nacional, como ministro de Interior y proponiendo una junta civil-militar para reemplazar a Pinochet.

Dif¨ªcilmente los chilenos puedan volver a la democracia si importantes partidos de oposici¨®n desean establecer un pacto con los mismos que ensangrentaron Chile, aunque no est¨¦n tan quemados como Pinochet.

13 de agosto