Tiberio, a tomar aguas
Aterrados por la sequ¨ªa, la legionella, la con taminaci¨®n de las playas, el vertido radiactivo en la fosa atl¨¢ntica y la afrenta de las top less sobre la arena con hongos, los retroveraneantes vuelven a su cauce.Su cauce es el balneario dec¨ªmon¨®nico, lugar a m¨¢s de 1.000 metros sobre el nivel del mar, donde el bast¨®n, la butaca de mimbre, la alpargata de esparto, la chaqueta de pijama y amistades de toda la vida le siguen, de fuente en fuente y de bailo en ba?o, a lo largo de un ritual purificador.
Adem¨¢s, el retroveraneante de balneario es un ag¨¹ista frecuentemente obseso. Consume litros y litros al d¨ªa, interrumpiendo sus actividades para orinar a cada dos por tres. Va a todas partes con un vasito en la mano.
Ahora son las ocho de la ma?ana y la plaza del balneario se encuentra muy concurrida. De los cinco hoteles circundantes salen los ag¨¹istas en procesi¨®n. El silencio es casi religioso: s¨®lo se escucha el murmullo diur¨¦tico de los manantiales.
Hay ag¨¹ista que ni siquiera pierde el tiempo visti¨¦ndose. Se envuelve el cuerpo sediento en una toalla de dos metros cuadrados (que facilita el majestuoso Gran Hotel) y salta de la cama de nogal macizo a la pradera como el emperador Tiberio lo hac¨ªa desde su cuadriga al ba?o medicinal.
Habla la doctora del balneario, Mar¨ªa Claver Cabrero, de 25 a?os y ojos cristal?nos: "El ag¨¹ista obseso empieza a las ocho con dos vasos de la fuente del rifi¨®n. En ayunas. Luego se da el ba?o sulfuroso. Si lo pide, le metemos chorro a presi¨®n para activar sus sistemas. Reposa media hora. A eso de las 10, desayuna. Orina inmediatamente. Toma asiento en los bancos de la plaza hasta las 12. Cuando ya ha intercambiado informaci¨®n, con otros ag¨¹istas, se va a la fuente del est¨®mago (llamada tambi¨¦n de la belleza), caminando 20 minutos monte arriba, y all¨ª se fregotea cara y brazos para que el azufre penetre en sus poros. Bebe lo que gusta y, de regreso al balneario, espera la llegada del autob¨²s para recibir correo y comprar la prensa...".
Pero antes de adelantar acontecimientos, veamos y oigamos a los ag¨¹istas en su pro pia salsa. En la planta baja y noble del hotel Continental se oyen estertores y quejidos Es una se?ora que, luego de practicar garga rismos, est¨¢ suministr¨¢ndose una ducha por la nariz con las aguas sulfurosas denomina das tiberianas. "?Ay, ay, Dios m¨ªo!", excla ma Pilar S¨¢nchez de Oca?a, vecina de Madrid y de 62 a?os, "?ay, esto es muy doloroso el primer d¨ªa; la goma es gorda, y como tengo operado el tabique nasal, me hace da?o".
La doctora Claver le propone cambiarle la goma por una de tama?o infantil, y do?a Pilar mueve la cabeza, sin levantarla de la pilastra, en se?al de asentimiento.
Hay mucho narigudo vasco, operado de cornetes, que busca alivio a su deficiente respiraci¨®n nasal y a sus sinusitis con la du cha a presi¨®n, que se paga a 250 pesetas. La doctora explica que "este sistema es realmente milagroso, y da mejores resultados que la ciruj¨ªa". Entre tanto, Pilar, a quien acompa?a otra dama interesada en la misma cura, advierte que "ay, ay, noto que el agua me sube por los senos y se me empieza a meter por la frente hasta el cerebro".
El chorro evita el catarro
Dos habitaciones m¨¢s all¨¢ se encuentran reposando, unas se?oras que o ya tomaron los ba?os de Tiberio o los van a tomar. Las ba?eras son modernas, y por sus grifos erornados sale a 52 grados cent¨ªgrados un l¨ªquido con olor a huevos podridos, capaz de cocerlos en menos de tres minutos. "Este ba?o les va maravillosamente bien a los deportistas, y aqu¨ª lo toman los jugadores del Real Zaragoza Club de F¨²tbol", dice el encargado, vestido con impermeable, que cobra 400 pesetas por inmersi¨®n.
Pero si todo esto resulta vigorizante, mucho m¨¢s lo es el chorro de manguera (400 pesetas hasta que el cuerpo aguante), por la que sale a presi¨®n de antidisturbio el agua sulfurosa y caliente de Tiberio, contra cuya acometida hay que agarrarse en un pasamanos fijo en la pared para no verse rodando entre vapores por el suelo.
Una simp¨¢tica ag¨¹ista, do?a Mar¨ªa Allue, de Huesca, dice que "espero que no vuelvan a cerrar este balneario nunca, porque aqu¨ª te das el chorro en pleno verano y ya no co ,ges un catarro en todo el invierno". Do?a Mar¨ªa Allue, y otras con ella, gritan al res ponsable del ca?¨®n acu¨¢tico y le piden: "?Tiberio, chorro!", y chorro va.
Para la se?ora Losada, 56 a?os, "el reuma de la rodilla se esfuma cuando me zurran con el agua, as¨ª que me doy un chorro al d¨ªa a 42 grados y lo aguanto la mar de bien". La sesi¨®n puede terminar con una impresi¨®n de sulfurosa fr¨ªa.
Las alergias remiten, seg¨²n la doctora cuando el cliente toma aguas azoadas, recomendadas igualmente para el h¨ªgado y los bronquios. Don Santiago Ram¨®n y Cajal que al parecer se cre¨ªa tuberculoso sin llegar a estarlo, era cliente del balneario y un entu siasta de estos tragos.
Una veraneante, do?a Mar¨ªa del Carmen Torres, de 51 a?os, dice que viene de Zara goza "para darme aguas en plan de preven ci¨®n y por lo que pueda pasar, que es mucho y malo hoy d¨ªa". Otro caballero, Jos¨¦ Catal¨¢n, de Novales (Huesca), asegura que Ias inhalaciones directas que me doy, a mis 63 a?os, me ponen los bronquios como nuevos, y este remedio vengo aplic¨¢ndolo desde hace 30 a?os".
Las inhalaciones se reciben a trav¨¦s de un tubo en forma de micr¨®fono de la BBC modelo a?os veinte, por el que asciende, a un coste de 300 pesetas sesi¨®n, un agua atomizada a 37 grados, o un vaho a parecida temperatura, que llena la boca y las narices de bienestar de cataplasma.
Una atm¨®sfera milagrosa
Los ag¨¹istas y los turistas rom¨¢nticos se fotografian en la fuente de agua azoada, de uso m¨²ltiple, porque el decorado ya produce atm¨®sfera milagrosa. El santo, un altar y los m¨¢rmoles sugieren la asistencia del clero y la solicitud vaticana de alguna beatificaci¨®n.
"Milagro existe en el terreno ps¨ªquico" comenta la doctora Claver, "ya que aqu¨ª viene bastante neurast¨¦nico con problemas de depresi¨®n, y mejoran notableniente". ?ste es el caso de un alto cargo de la caja de ahorros que, siempre seg¨²n la misma doctora "se lamentaba de impotencia sexual, entre otros males; le dimos el chorro de Tiberio y a los pocos d¨ªas asegur¨® haber recuperado sus capacidades".
La verdad es que el ¨²nico peligro del citado chorro es que usted, para recuperar propiedades perdidas, arruine su mismo aparato reproductor si la presi¨®n de lanzamiento es superior a la resistencia natural del individuo. Para evitar ese riesgo, el manguerista de Tiberio extrema las precauciones, tanto en grados como en fuerza de emisi¨®n.
Se come a las dos de la tarde en el restaurante Continental. "Nos echan de comer una barbaridad", dice un veraneante alojado en el Gran Hotel; "por la pensi¨®n de 5.000 pesetas diarias que pagamos los de la tarifa m¨¢s alta, tres platos enormes y tres comidas al d¨ªa".
Entre esos delicados alimentos de balneario hay en la carta manitas de cerdo, cabecita de cordero y ternasco con ajos al horno, cuya digesti¨®n es m¨¢s que un pretexto para ir luego de fuente en fuente. Habla el director y propietario del centro, Luis Ac¨ªn Boned, de 34 a?os, vecino de Huesca: "Empec¨¦ humildemente, haciendo costillas a la brasa en un chiringuito junto a una gasolinera. Al cabo de 17 a?os de currar de firme, me he metido en este fregado, que me cost¨® 225 millones de pesetas, pero que voy a resucitar con una pol¨ªtica aperturista capaz de borrar la imagen de aquella t¨ªa abuela soltera que ven¨ªa aqu¨ª, ol¨ªa no precisamente a azufre y era antip¨¢tica".
El actual due?o de este complejo, en su d¨ªa el m¨¢s importante balneario de Espa?a, no es el ¨²nico propietario: tuvo que vender parte al Ayuntamiento de Zaragoza, que pag¨® m¨¢s de 100 millones de pesetas en una operaci¨®n considerada antiecon¨®mica por grupos de antiguos veraneantes. Hubo una malograda operaci¨®n de venta el mismo d¨ªa del fallido golpe del 23-F, en la que los alemanes interesados en comprar "se hicieron atr¨¢s, presas de p¨¢nico", seg¨²n el subdirector del centro.
Hoy los villanos que dispon¨ªan de casas en el balneario han sido despojados de ellas, al hacerse cargo el municipio, que dedica esas instalaciones a una labor social. "Tuvimos que echarlos a todos", explica el director, "porque era un abuso de se?oritos ricos que, sin apenas contribuir de su bolsillo, se consideraban due?os y se?ores de las villas". El m¨¢s se?alado villano, a?ade Luis Ac¨ªn, "era el marqu¨¦s de Arlanza, que obligaba a cerrar el casino a las 12 de la noche porque en su vivienda quer¨ªa tranquilidad". Seg¨²n la nueva propiedad, "los villanos se pon¨ªan en fila junto a la balaustrada del casino cuando ven¨ªan autobuses con turistas y, con mal¨¦vola intenci¨®n, tos¨ªan para hacer creer que esto era un sanatorio antituberculoso".
Las culebras agitan el agua
Con horror niegan estas acusaciones los villanos, para quienes el balneario, en semejantes manos, va a la deriva. "?stos lo hunden, y acabar¨¢ convertido en una colonia de hippies", dicen.
En esta misma pradera tomaban la siesta, envueltos en mantas a cuadros, ilustres ag¨¹istas, que recuerda el guarda, Severino Belio, de 63 a?os, quien empez¨® aqu¨ª de botones y se jubila casi de lo mismo: "Tocaba todos los d¨ªas un cuarteto de la Sinf¨®n¨ªca de Madrid, y aqu¨ª vimos al conde de Barcelona, a Niceto Alcal¨¢ Zamora y al general Primo de Rivera, dando parecidos ronquidos".
Despu¨¦s de la siesta y el caf¨¦ (muchos toman agua de la fuente de la cagalera, contra el estre?imiento), viene la partida de cartas, la tertulia de lo mal que va todo y m¨¢s aguas para digerir la cena. Un ratito en el sal¨®n de la tele, cabezada inevitable, y a la cama.
Por las noches, dicen, salen las culebras verdes que trajeron los romanos de Tiberio para amenizar el bailo. Eran inofensivas: su misi¨®n consist¨ªa en agitar el agua, produciendo un efecto vibratorio afrodisiaco. Estas culebras son largas y no hay que matarlas. Corretean por las inmediaciones de la fuente del est¨®mago, sobre cuyo grifo de bru?ido metal se lee: "Por favor, d¨¦jenlo abierto". Hay una se?ora interesada en darse el ba?o de asiento que, seg¨²n los sabios de anta?o, curaba trastornos vaginales como el flujo blanco o los males en las trompas.
La se?ora mir¨® el prehist¨®rico bid¨¦, y dijo: "Aqu¨ª la reina Violante, esposa de Juan I de Arag¨®n, aliviaba sus pesares".
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