El plan cuatrienal
Dada la situaci¨®n, el Gobierno, por muy socialista que sea, no tiene otra salida que recurrir a la puesta en marcha de un plan de estabilizaci¨®n. Esta situaci¨®n, a la llegada al poder del socialismo, ya era la menos, adecuada para la pol¨ªtica de signo avanza do postulada por el PSOE sometida a los principios dogm¨¢ticos del viejo y superado clich¨¦ de la igualaci¨®n social, con su insepa rable aparejo de disminuci¨®n de beneficios, desest¨ªmulo de la in versi¨®n y aumento de la fiscali dad. En momentos econ¨®mica mente cr¨ªticos esta pol¨ªtica es ab solutamente inviable, es m¨¢s, es exactamente contraria a la que se precisa seg¨²n contrastadas teor¨ªas. Baste observar que la sa lida de la crisis, que empieza ya a vislumbrarse m¨¢s o menos clara mente en distintos reg¨ªmenes de mocr¨¢ticos del mundo, se articu la sobre planes de estabilizaci¨®n previa que, teniendo como meta insoslayable la rebaja del gasto p¨²blico, ofrecen en todos sus as pectos signo absolutamente contrario a la pol¨ªtica socialista cl¨¢sica, que es la que ofreci¨® el PSOE en las elecciones que le llevaron al poder.Socialistas conservadores y la ¨¦tica en la pol¨ªtica
Hasta qu¨¦ punto es pol¨ªticamente ¨¦tico, para un partido pol¨ªtico, cambiar de programa al llegar al poder en un giro copernicano de decisiones es tema evidentemente cuestionable, pero est¨¢ claro que esta maniobra se va a realizar por el Gobierno que, olvidando sus promesas electorales, va a jugar una carta econ¨®mica con bien pocas connotaciones socialistas y parad¨®jicamente basada en las recet¨¢s conservadoras. De entrada, puede decirse que si un partido postula un programa ante un electorado y, una vez elegido, pone en pr¨¢ctica uno distinto, evidencia su parco bagaje ideol¨®gico y su excesiva ambici¨®n de poder. Y ambos son ¨ªndices de una deshonestidad pol¨ªtica.
La raz¨®n principal de esta vers¨¢til actitud del PSOE hay que encontrarla en el fracaso bien conocido de la pol¨ªtica de Mitterrand en Francia. Tras dos a?os de intentos socialistas en el vecino pa¨ªs surgi¨® la amenaza de hundimiento de la robusta econom¨ªa francesa y el Gobierno decidi¨® un plan de estabilizaci¨®n de la m¨¢s pura y vieja ortodoxia que, olvidando incumplibles promesas y peligrosos intentos de nacionalizaci¨®n, retrotrajo su pol¨ªtica econ¨®mica a los conocidos moldes de la estabilizaci¨®n.
El PSOE, ante esta experiencia vecina y quiz¨¢ tambi¨¦n influido por el pragmatismo de los socialistas alemanes, va a pasar en el pr¨®ximo a?o, de forma directa, a una pol¨ªtica de estabilizaci¨®n en el esfuerzo, loable aun dentro de su posible deshonestidad pol¨ªtica, de contener sus tendencias ideol¨®gicas para salvar la econom¨ªa espa?ola de la ¨²nica forma posible.
Pr¨®ximas elecciones
?C¨®mo reaccionar¨¢ e"electorado, que bas¨® su elecci¨®n en un Programa para combatir el paro de forma directa y priraordial? Porque una pol¨ªtica de estabilizaci¨®n es, por antonomasia, reductora de las fuerzas de empleo, al menos en el primer per¨ªodo de su aplicaci¨®n, con lo que el plan de estabilizaci¨®n que el Gobierno ponga en marcliaa principios de 1984 equivale a que, at menos hasta el a?o 1987, no podr¨¢ aumentar sustancialrnente la oferta de trabajo. Paralelamente, todo plan estabilizador encierra una ralentizaci¨®n del ritmo salarial. Ya se ha trabajado sobre una cifra de inflaci¨®n en 1984 por debajo del 8%, y ello envolver¨¢ forzosarriente una disminuci¨®n de la retribuci¨®n salarial a la cifra del 6% como m¨¢ximo, aunque el ¨ªndice de precios al final de 1983 no baje del 12%.
Quiere ello decir que los salarios van a ser sacrificados, en su din¨¢mica, con cuatro puntos. ?Qu¨¦ explicaci¨®n puede un Gobi¨¦rno soc¨ªalista dar a esta pol¨ªtica que supone el desahucio de la que postularon durante las elecciones?
Revisi¨®n de las promesas gubernamentales
Al mismo tiempo, la estabilizaci¨®n lleva aparejada una fuerte congelaci¨®n de beneficios empresariales si, al mismo tierripo, tenemos en cuanta que no ser¨¢ posible disminuir el coste de los cr¨¦ditos ante la contracci¨®n monetaria que el plan conlleva, ?de qu¨¦ forma se puede criticar al empresario porque no se lanza a invertir, cuando simult¨¢neamente se le impone un plan de estabilizaci¨®n?
En teor¨ªa, s¨®lo las grancies empresas y las multinacionales pueden neutralizar estos efec.os primitivos de la congelaci¨®n de beneficios en las empresas. Tambi¨¦n posiblemente la barica, so pena de que la actuaci¨®ti. sobre coeficientes no tenga importantes alteraciones.
Parad¨®jicamente, pues, la pol¨ªtica socialista va a subvertir totalmente el arco de sectores sacrificados para combatir la crisis.
El empresario espa?ol va a verse tanto m¨¢s afectado cuanto m¨¢s peque?o sea, y los m¨¢s castigados van a ser, junto a los asalariados, los empleados medios y todo aquel que viva principalmente de un sueldo, pues el poder de compra disminuir¨¢, como ocurre en todo plan de estabilizaci¨®n. Junto a estos sectores, otro gran deprimid¨® ser¨¢ el campo, pues resulta pr¨¢cticamente imposible evitar que los precios agr¨ªcolas sufran un nuevo desfase sobre las industrias.
Consecuencias del plan
El plan de estabilizaci¨®n requerir¨¢, finalmente, la tantas veces solicitada contracci¨®n del d¨¦ficit estatal. Esta. pr¨¢ctica, que es contraria a cualquier planteamiento socialista, se ha de producir en momentos en que las actividades estatales en el terreno empresarial, como Instituto Nacional de Industria (INI), Rumasa, Renfe, y otras participadas p¨²blicas, ya ofrecen p¨¦rdidas que se van acercando al bill¨®n de pesetas.
En resumidas cuentas, va a darse la paradoja de un Gobierno en el poder llevando una pol¨ªtica econ¨®mica contraria a sus promesas electorales y opuesta a su tradici¨®n ideol¨®gica. ?Es ello consecuent e con el juego limpio de la democracia? ?No puede, en su confusionismo, representar un descr¨¦dito dese stabiliz ador de todas las opciones que se ofrecen al pa¨ªs?
Una maniobra infantil de los socialistas
Conscientes del peligro que esta actitud encierra, los socialistas quieren al menos escamotear el nombre al plan, que no llamar¨¢n de estabilizaci¨®n, pero la maniobra, bien infantil, no enga?a a nadie. Reputamos contraproducente para el equilibrio de nuestro r¨¦gimen pluralista la r¨¢pida revisi¨®n de las promesas del PSOE y el subsiguiente comportamiento del Gobierno escamoteando su propia politica para aplicar la preconizada por la oposici¨®n. Si a ¨¦sta, adem¨¢s, no se le da en las C¨¢maras otro protagonismo que el puramente ret¨®rico se ejerce sobre ellas un claro chantaje pol¨ªtico y una usurpaci¨®n ideol¨®gica.
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