La capital de Chad es tan s¨®lo un conjunto de casas de barro y lata

Un complicado conjunto de intereses ¨¢jenos al pa¨ªs ha llevado el conflicto chadiano a las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos de todo el mundo. Con mirada absorta, los chadianos se re¨²nen en el aeropuerto para ver bajar las escalerillas del avi¨®n procedente de Par¨ªs a un grupo de individuos con maquinas de escribir, y modern¨ªsimo material fotogr¨¢fico.En la b¨²squeda desesperada de una habitaci¨®n, el conductor del coche en el que viaj¨¢bamos algunos periodistas -pregunta: "?Y para qu¨¦ vienen ustedes a Chad?". Alguno contesta: "Por la guerra". "?Y eso les interesa?", replica. Despu¨¦s de varios segundos de silencio, un informador norteamericano contesta, con gesto de haber descubierto una sorprendente novedad: "A m¨ª, en realidad, no".
El conductor explica despu¨¦s que Yamena ha enloquecido en las ¨²ltimas semanas, que todo el mundo est¨¢ desesperado por sacar los francos y los d¨®lares a los extranjeros para cuando lleguen los tiempos en que el pa¨ªs vuelva a quedar en el olvido.
"Antes, en Yamena, no hab¨ªa ni un solo, ruido", comenta finalmente el joven ch¨®fer. Todav¨ªa se puede percibir ese silencio, que no es el silencio paradis¨ªaco de un oasis, sino, por el contrario, el silencio desgarrador de un infierno.
Cuando los comentaristas franceses cuentan en sus cr¨®nicas que no existe Chad, esto no se interpreta como una apreciaci¨®n pol¨ªtica; se piensa que quieren decir, simplemente, que no. tiene la estructura de un Estado convencional.
Pero no, es mucho m¨¢s que eso. Chad no existe, porque no se puede llamar pa¨ªs a una pista de aterrizaje, tres calles mal asfaltadas y un mont¨®n de ruinas que recuerdan anteriores guerras.
Yamena, la capital chadiana, es tan s¨®lo un conjunto de casas de barro y lata y el testimonio de un pasado colonial franc¨¦s muy poco generoso, asolado posteriormente por la misma lucha absurda que se ha recrudecido ahora y que amenaza, una vez m¨¢s, con sembrar de muertos el desierto chadiano.
Muros y balazos
Pr¨¢cticamente todos los edificios de la ciudad que merec¨ªan ese nombre ahora son s¨®lo una fila de muros acribillados, recuerdo de la conquista d¨¦ la ciudad por las tropas libias que colocaron en el poder en diciembre de 1980 a Gukuni Uedei, el mismo que hoy, despu¨¦s de ser derrocado, ocupa la mitad norte del pa¨ªs.
Yamena hace honor al t¨ªtulo de capital del pa¨ªs m¨¢s pobre de
Urica y uno de los m¨¢s pobres el mundo. Uno de esos pa¨ªses le los que las fotograf¨ªas muestran a ni?os con el vientre hinchado, condenados al olvido por el Banco Mundial y por los presupuestos de las grandes potencias destinados al desarrollo.
Ese conjunto de miseria, esa poblaci¨®n que soporta con obligado estoicismo la sed y el hambre y observa semialetargada el transcurrir del d¨ªa desde una sombra a 47?, todo es ahora de defendido por seis aviones de combate franceses ultrasofisticados, Jaguar, cuatro aparatos Mirage, un avi¨®n nodriza, artiller¨ªa antia¨¦rea, ca?ones antitanques y al menos 1.200 soldados franceses de ¨¦lite. Nadie sabe con certeza a qu¨¦ se debe ese s¨²bito inter¨¦s por un pa¨ªs que Fran?ois Mitterand sabe que no existe, que Estados Unidos sabe que no existe, que ¨¦l mismo no tiene conciencia le existir.
Pero lo cierto es que unos 200 corresponsales extranjeros, con una presencia dominantes de los enviados do la Prensa francesa, han invadido Yamena y han ocupado, desde hace semanas, los dos ¨²nicos hoteles de la ciudad. Algunos periodistas incluso han tenido que buscar acomodo, ante la falta de habitaciones, en la misi¨®n cat¨®lica e incluso en otras ciudades vecinas.
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