La habilidad francesa en Chad
MITTERRAND ENSALZA su propia prudencia en la forma militar de su intervenci¨®n en Chad y atribuye a ella la atenuaci¨®n del conflicto internacional. Es una realidad que un juego diplom¨¢tico y pol¨ªtico de primer orden est¨¢ sacando sobre todo a Francia de un compromiso agudo. Presionada por un lado por Reagan para que, cumpliendo tratados y convenios, acudiese en socorro de un Gobierno perdido, y temerosa, por el otro, de perder relaciones muy aceptables con Libia y de ser acusada por pa¨ªs es del Tercer Mundo de realizar una intervenci¨®n colonial, Francia se encontraba en un apuro del que todav¨ªa no ha salido y que tiene, sobre todo, un riesgo superior: el de la posible entrada en combate de sus soldados y las consiguientes bajas, que le atraer¨ªan una incalculable tormenta en el frente pol¨ªtico interior. Una vietnamizaci¨®n de la guerra de Chad, donde el papel de Estados Unidos lo cumpliese Francia, ser¨ªa una cat¨¢strofe grotesca y, naturalmente, insostenible.La moderaci¨®n de Mitterrand tampoco ser¨ªa posible sin la del propio Gadafi, un poco menos loco de lo que su apariencia, su verbo y sus enemigas pol¨ªticos indican. La patente, la innegable intervenci¨®n libia junto a las tropas del antiguo presidente, y hoy rebelde, Uedei, es tan evasiva como la francesa. No quiere encuentros frontales, no quiere que Francia se comprometa m¨¢s de lo que est¨¢, y ya sabe que la conquista de Chad es por el momento imposible. Sobre todo, tiene la noci¨®n de que vive desde hace a?os sobre la cuerda floja, y un paso en falso puede. precipitarle en lo que ser¨ªa una ofensiva abierta de Estados Unidos contra ¨¦l. Lleva meses haciendo una cuidadosa pol¨ªtica magreb¨ª -esto es, de aproximaci¨®n a Marruecos, Argelia y T¨²nez, pa¨ªses que acaba de visitar-, aun a costa del sacrificio posible de los saharauis.
Cada uno de esos paises, a su manera, teme siempre alg¨²n estallido interno, alg¨²n integrismo musulm¨¢n, alguna respuesta popular a condiciones de vida precarias, y todos parecen temer que el impulso pueda venir de Gadafi, de su dinero, su capacidad de agitaci¨®n y una popularidad que procede de la utilizaci¨®n de viejas banderas: el irredentismo isl¨¢mico, la obsesi¨®n de unidad en una sola naci¨®n. Los esfuerzos de Gadafi para integrarse en un movimiento amplio del norte de Africa est¨¢n en la base de la visita que desde el 11 de septiembre va a hacer el vicepresidente de Estados Unidos, Bush, precisamente a Marruecos, T¨²nez y Argelia, con la exclusi¨®n de Libia y con la. gran fuerza de Estados Unidos para que efectivamente esos tres pa¨ªses agilicen sus relaciones mutuas sin contar con Libia, a menos que Libia deje de contar con Gadafi.
Por eso la soluci¨®n que parece proponer Mitterrand en sus ¨²ltimas declaraciones, y la que ha llevado a Yamena a su ministro de Defensa, Charles Hernu, puede no ser mal acogida por Gadafi (si no est¨¢, a estas alturas, previamente negociada con ¨¦l en sus rasgos principales), que podr¨ªa ver en el proyecto de federaci¨®n de Chad una forma legal de ejercer su influencia sobre el Norte, a trav¨¦s de Uedei o de quien conviniera, vistos los riesgos de una ofensiva y ocupaci¨®n total.
La negativa a la partici¨®n de Chad y al mismo tiempo la construcci¨®n de una federaci¨®n deja un espacio indefinido y dudoso. Y un tiempo largo de negociaciones, dirigidas por la OUA y la ONU, durante las cuales la guerra continuar¨ªa paralizada mediante la instituci¨®n de un alto el fuego, y Francia respirar¨ªa. No parece que eso suponga una soluci¨®n ideal para Reagan, quien lo que pretende de Francia, lisa y llanamente, es que ayude con su fuerza a expulsar a los rebeldes y a cerrar el paso a Libia; pero puede tener que aceptarlo como un mal menor, cuya alternativa parece que tendr¨ªa que ser la intervenci¨®n directa y abierta de Estados Unidos. Lo que Washington tiene que estar viendo suficientemente en estos momentos es que Libia y Francia manejan sus tropas de intervenci¨®n con la suavidad suficiente como para que no tengan que combatir, y que incluso podr¨ªa producirse un determinado movimiento de tropas rebeldes que llegara a Yamena o sus proximidades bordeando a los 3.000 soldados franceses, que quedar¨ªan en una especie de bolsa donde su eficacia ser¨ªa nula, a menos que, de verdad, entrasen en combate.
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