El mapa mudo del mapamundi
Ante la crisis abierta recientemente entre Espa?a y Guinea Ecuatorial, ahora ya parcialmente superada, numerosos ciudadanos con formaci¨®n cualificada reconocida han tenido serias dificultades para ubicar en el mapa a la ex colonia espa?ola y esbozar algunos rasgos b¨¢sicos sobre sus etnias, formas de vida y desarrollo econ¨®mico. Realmente corremos pocos riesgos de equivocarnos -dice el autor- si afirmamos que desconocemos casi todo sobre un pa¨ªs que hemos ocupado y administrado hasta hace pocos a?os, desde su incorporaci¨®n como colonia a fines del siglo pasado.
JUAN LUIS SU?REZ DE VIVERO
A.BASTENIER
Las razones de este alarde de ignorancia son de f¨¢cil determinaci¨®n si tenemos en cuenta que en los niveles m¨¢s altos del sistema educativo no tienen cabida los estudios sobre los territorios y comunidades vinculadas a nuestra historia. ?En qu¨¦ facultad o escuela se investiga, estudia o transmite informaci¨®n sobre la antigua Guinea espa?ola? ?Cu¨¢ntos universitarios tienen conocimientos medianamente consistentes acerca de las etnias, el medio f¨ªsico o la econom¨ªa del ?frica ecuatorial?Resulta as¨ª comprensible que la p¨¦rdida de influencia de Espa?a en Guinea Ecuatorial sea de tal envergadura que su integraci¨®n en el ¨¢rea de intereses franceses pueda efectuarse sin m¨¢s dificultades. Tan d¨¦bil es la penetraci¨®n cultural, econ¨®mica, y tecnol¨®gica espa?ola que una decisi¨®n que implica la adopci¨®n de nuevos patrones productivos y culturales puede llevarse a cabo sin que se resientan las estructuras sociales y pol¨ªticas del Estado ecuatoguineano.
Podemos convenir en que a este estado de cosas se ha llegado, en buena medida, como resultado de una carencia casi absoluta de pol¨ªtica cultural en nuestras relaciones internacionales. El conocimiento de tipo territorial, econ¨®mico y social mediante el estudio continuado y sistem¨¢tico y su difusi¨®n y divulgaci¨®n en los distintos grupos sociales constituye el punto de partida para la penetraci¨®n econ¨®mica y cultural; su desarrollo y mantenimiento, la garant¨ªa para la consolidaci¨®n de la influencia en las ¨¢reas objeto de inter¨¦s.
Las sociedades geogr¨¢ficas
?ste fue el papel para el que fueron creadas las sociedades geogr¨¢ficas -entre ellas la espa?ola, en 1875- durante el siglo XIX: obtener y elaborar informaci¨®n territorial para luego difundirla y utilizarla en las metr¨®polis, al mismo tiempo que se encargaban de estimular el esp¨ªritu colonial. En las sociedades poscolonialistas se ha transferido este rol a las universidades y a los institutos especializados.
Espa?a no se ha caracterizado por su ¨¦xito en el desarrollo de estas estrategias: la Real Sociedad Geogr¨¢fica de Madrid sobrevivi¨® a duras penas en un clima de frustraci¨®n colonial, y ni las universidades ni otro tipo de instituciones han alcanzado un nivel medio de eficacia. El resultado no s¨®lo se traduce en una p¨¦rdida de influencia y debilitamiento de la presencia hisp¨¢nica, sino tambi¨¦n en el ajuste de las mismas ¨¢reas de influencia, alcanzando un mayor grado de penetraci¨®n aquellos pa¨ªses que han desarrollado pol¨ªticas culturales con un car¨¢cter continuado y proyectos a largo plazo.
Es as¨ª explicable, adem¨¢s del caso de Guinea Ecuatorial, las sorprendentes perspectivas de Francia en Latinoam¨¦rica, si bien lo sorprendente no sea sin¨®nimo de improvisado; todo lo contrario, nuestros vecinos han dedicado importantes recursos, canalizados a trav¨¦s de las universidades y otras instituciones culturales, al fomento y desarrollo de programas de investigaci¨®n en las zonas del mundo hacia donde se orientan sus intereses.
Por otra parte, es notorio y manifiesto que a las pol¨ªticas culturales y a la adquisici¨®n y extensi¨®n de ¨¢reas de influencia en los pa¨ªses subdesarrollados le sigue -si es que no son procesos paralelos- la penetraci¨®n de los intereses econ¨®micos basados, en intercambios desiguales que, no en pocos casos, han significado el mero continuismo de las relaciones coloniales bajo nuevas f¨®rmulas.
Desde esta perspectiva, no se requieren demasiados esfuerzos para entrever c¨®mo los hechos culturales act¨²an de punta de lanza y son manipulados en beneficio de intereses que desde hace mucho tiempo han dejado de ser inconfesables. Este es el camino por el que numerosas comunidades de distintas zonas del mundo van perdiendo -si es que ya no lo han hecho- su capacidad de independencia cultural, bien adoptando rasgos y formas de vida extra?as y ajenas o diluy¨¦ndose en artificiosos esquemas estandarizados y modulares de f¨¢cil implantaci¨®n y asimilaci¨®n.
?Cu¨¢l es, entonces, el sistema que permite mantener y potenciar los intercambios y relaciones con antiguas colonias y con comunidades que utilizan t¨¦rminos de referencia culturales similares a los nuestros, sin que ello conlleve intereses bastardos o intenciones extorsionantes? La respuesta no es nada simple, pero s¨ª parece necesario reaccionar con urgencia y salir de la pasividad e inanidad a la que ha conducido la ausencia de proyecci¨®n cultural, porque por estos derroteros terminaremos por quedar enmudecidos ante el mapamundi.
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