La Mostra de Venecia revalida el prestigio de autores consagrados como Alain Resnais y Woody Allen
Decepci¨®n con el melodrama japon¨¦s de Kon Ichikawa 'Nieve sutil'
Como si quisieran darle la razon a Gian Carlo Rondi, el director de la Mostra, y a sus divertidas declaraciones program¨¢ticas -"Abajo los esm¨®quines y starlettes, vivan los autores"-, Alain Resnais y Woody Allen han coincidido en ¨¦xito y d¨ªa de proyecci¨®n; mientras se contin¨²a esperando la aparici¨®n de alg¨²n nombre nuevo o la confirmaci¨®n de las eternas promesas -los cl¨¢sicos-, los consagrados son los ¨²nicos que se atreven a experimentar, a proponer innovaciones, a hacer que cada uno de sus rilmes sea un reto respecto al precedente. Ellos son los triunfadores, por el momento.
Su ¨¦xito ha devuelto el optimismo al panorama, hasta ahora muy discreto y empa?ado por la mediocridad y conformismo de los cineastas j¨®venes, casi todos convencidos de la suprema importancia de demostrar que saben narrar correctamente una historia, que el ser novel no tiene por qu¨¦ conftindirse con ser inexperto. Frente a un p¨²blico que ya no exige el respeto a las tradiciones narrativas cl¨¢sicas, los supuestamente nuevos directores son verdaderos conservadores.
El humor de Resnais
En Mi t¨ªo de Am¨¦rica Alain Resnais ya hac¨ªa gala de un sentido del humor que hasta entonces nunca hab¨ªa mostrado. All¨ª, el humor se aliaba al didactismo. En La vie est un roman (La vida es una novela) se une a la fantas¨ªa.La pel¨ªcula nos cuenta la historia de la felicidad a trav¨¦s de tres ¨¦pocas, tres puntos de vista y tres est¨¦ticas. Para los ni?os aparece unida a la mitolog¨ªa medieval y a sus cuentos; para los a?os veinte, la felicidad se confunde con el vanguardismo y ciertas convenciones entre elitistas y aristocr¨¢ticas; para el mundo moderno, la equivalencia o desider¨¢tum contiene la politizaci¨®n y las utop¨ªas como expresi¨®n ¨²ltima del racionalismo rom¨¢ntico.
El punto de partida es un congreso interdisciplinario bajo el lema La educaci¨®n de la fantas¨ªa, e interdisciplinaria es tambi¨¦n la pel¨ªcula, que salta, con mucho humor, de tiempo y g¨¦nero, optando ora por el melodrama, ora por la comedia musical, ora por el fant¨¢stico, ora por el teatro. Ese sentido del humor, ese rondar el rid¨ªculo, sirve para que Resnais manifieste sus creencias, que son, sobre todo, antidogm¨¢ticas. Aunque su pel¨ªcula sea profundamente francesa, laica y racionalista, aunque el suyo sea el mundillo del discurso universitario, una acertada combinaci¨®n de fe y escepticismo es lo que preside la mirada del cineasta.
La vie est un roman no es una pel¨ªcula dif¨ªcil, sino transparente Basta con la primera imagen: el templo de la felicidad es una maqueta ardiendo. El fuego sobre la maqueta. Sobre ese mundo artificial que el hombre crea para tenerlo todo bajo control, no pod¨ªa acabar de otra manera que con una invitaci¨®n a las llamas. El propio Resnais cita a Truffaut para asegurar que "puede que tenga algunas cosas que mostrar, pero nada que decir". Y es as¨ª, sin renegar de nada, sin dejarse arrastrar por creencias absolutas, como Resnais se aproxima a las ilusiones de los hombres, a sus sue?os, a los deseos eternos de felicidad, eternamente derrotados por los hechos y, muy especialmente, por la magia, por lo que ning¨²n saber libresco ni positivista es capaz de clasificar satisfactoriamente.
'Zelig' y Chaplin
Zelig es un falso documental sobre un personaje que a su vez tambi¨¦n es falso. Leonardo Zelig es un ser que "desea sentirse seguro y ser amado por todos". Para conseguirlo, su cuerpo desarrolla una extraordinaria capacidad para el transformismo o, mejor dicho, el camaleonismo. Junto a un jud¨ªo, la nariz de Zelig se vuelve gruesa; al lado de un negro, su tez se oscurece; si come con un obeso, su barriga alcanza proporciones gigantescas; si charla con un psiquiatra, ¨¦l tambi¨¦n lo es. La soluci¨®n Zelig para vivir tranquilo pasa por adaptarse al interlocutor para ser como ¨¦l.La pel¨ªcula, ya lo he dicho, es un falso documental por su estructura y su est¨¦tica. Fotos fijas, entrevistas, tomas simulando c¨¢mara oculta y otras de estilo noticiario est¨¢n al servicio de una elaborada y virtuosa -los prodigios fotogr¨¢ficos que logra Gordon Willis merecer¨ªan toda la cr¨®nica- reconstrucci¨®n de un mundo y un personaje que no existi¨® y que al mismo tiempo es el prototipo del siglo, el m¨¢s real de todos, el hombre en el que simbolizar las consecuencias de la masificaci¨®n y del imperio de los medios de comunicaci¨®n. En este sentido, Zelig puede verse como una reflexi¨®n sobre el cine.
Si como comedia es divertid¨ªsima y est¨¢ repleta de los mejores gags que nunca ha ideado Allen, como drama o ensayo tambi¨¦n es perfecta; sin necesidad de recurrir nunca al trascendentalismo, puede que baste con la explicaci¨®n de una breve secuencia para hacer comprensible qu¨¦ es el filme. En ella vemos a Hitler pronunciando un discurso ante una multitud enfervorizada. Detr¨¢s de ¨¦l, en la tribuna de autoridades, est¨¢ Leonard Zelig, metamorfoseado en camisa parda. De pronto reconoce entre el p¨²blico a su amor, y ella tambi¨¦n le ve. Zelig, el hombre-camale¨®n, el an¨®nimo hombre-masa fabricado por el fascismo, empieza a gesticular, a reclamar la atenci¨®n de la novia, a querer ser ¨¦l, y le arrebata el protagonismo al mism¨ªsimo F¨¹hrer en su propio terreno. Bazin sosten¨ªa que El gran dictador era la venganza de Chaplin contra el hombre que le rob¨® el bigote. Zelig es la venganza de Allen contra el mundo que exige la uniformizaci¨®n.
Y ya para acabar la cr¨®nica de esta jornada, dejemos constancia de la decepci¨®n que ha supuesto el ¨²ltimo filme de Kon Ichikawa, Nieve sutil. Al margen de que lo cierto es que este melodrama familiar, que tiene como ejes el sexo matrimonial y el dinero -estamos muy lejos de Dallas-, es mediocre, contado premiosamente y de forma plana, muy lejano su estilo del de un Ozu o un Mizogouchi, o del m¨¢s occidentalizado de un Kurosawa o un Oshima.
Es m¨¢s, el propio Ichikawa -en 1956 dirigi¨® la excelente Arpa birmana- est¨¢ muy lejos de ser lo que fue, como lo prueba que en su filinograf¨ªa figuren errores tan importantes como su reportaje de los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio o una pel¨ªcula protagonizada por Topo Gigio.
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