El tercer canal de televisi¨®n
LOS TERCEROS canales de televisi¨®n han sido concebidos, dentro del ordenamiento jur¨ªdico espa?ol, como un complemento del sistema televisivo vigente de cara a las autonom¨ªas. La puesta en marcha de estos canales se ha convertido, sin embargo, en una nueva fuente de conflictos dentro del panorama de tensiones, recelos y agravios comparativos que conlleva la construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas. As¨ª resulta, por ejemplo, que el Estatuto vasco, que contemplaba el derecho gen¨¦rico de esta comunidad a su televisi¨®n, ha permitido la puesta en marcha de lo que se ha dado en llamar un cuarto canal, con red independiente, que seg¨²n el propio Estatuto vasco no puede ser objeto de ning¨²n tipo de coordinaci¨®n ni armonizaci¨®n. En el caso catal¨¢n, sin embargo, el derecho reconocido por el Estatuto viene especificado en el, propio texto auton¨®mico como limitado a la creaci¨®n de un tercer canal de titularidad estatal cuya gesti¨®n estar¨¢ a cargo de la Generalitat. De forma y manera que la creaci¨®n de un cuarto canal semejante al vasco ser¨ªa no estatutaria y dudosamente constitucional. La puesta en marcha de los terceros canales en el actual marco de indefinici¨®n exige una ley que determine, como m¨ªnimo, la forma de concesi¨®n de los canales del Estado a las comunidades y, si hubiera lugar a ello, las pautas generales sobre sus contenidos y los sistemas de coordinaci¨®n y armonizaci¨®n. En las Cortes hay, en la actualidad, dos proyectos de ley. El primero, presentado en marzo como propuesta un¨¢nime -socialistas incluidos- del Parlamento de Catalu?a como ley de concesi¨®n del tercer canal. El segundo, presentado en junio por el Gobierno como ley marco, intentaba ir m¨¢s lejos en el control de la Administraci¨®n central, estableciendo toda una serie de cautelas para preservar el monopolio de RTVE sobre los contenidos y las producciones televisivas. Algunos puntos del proyecto de ley presentado por el Gobierno son especialmente claros. Se contempla, por ejemplo, una incomprensible prioridad de TVE respecto a las otras cadenas en la retransmisi¨®n en directo de las competiciones o acontecimientos deportivos de ¨¢mbito internacional, pero no hay nada previsto sobre los temas no deportivos, salvo que los terceros canales no podr¨¢n contratar en exclusiva la retransmisi¨®n de acontecimientos de "inter¨¦s nacional". Estas absurdas prioridades y exclusivas tienen su origen en la inadecuaci¨®n actual de la red televisiva, que necesita una urgente remodelaci¨®n, de forma que. se adapte a la nueva estructura del Estado, puesto que no hay coincidencia entre la emisi¨®n regionalizada de TVE y los territorios de las comunidades auton¨®micas.La conservaci¨®n del monopolio que desean los redactores del proyecto no se limita a los estrictos contenidos de la televisi¨®n, sino que alcanza y tiene su fundamento m¨¢s importante en la propiedad y dependencia de la red de difusi¨®n del Ente RTVE. El proyecto del Gobierno contempla que, antes de proceder a atribuir una frecuencia con la potencia correspondiente y su emplazamiento, se recabar¨¢ un informe t¨¦cnico de RTVE; reserva los derechos "de transmisi¨®n por cable, sat¨¦lite o cualquier otro procedimiento de difusi¨®n" a RTVE, y atribuye a RTVE la facultad de desarrollar "las acciones necesarias para la puesta en funcionamiento" de los terceros canales. De esta forma, una entidad televisiva que ya no es la ¨²nica en Espa?a, ni lo debe ser en el futuro (tanto en el marco de televisiones p¨²blicas como en el probable de las televisiones privadas), se convierte en detentadora de una infraestructura t¨¦cnica que, ¨¦sta s¨ª, deber¨ªa ser un servicio p¨²blico, a disposici¨®n de todos los ciudadanos y personas jur¨ªdicas que deseen usarlo dentro de la ley. Esa misma entidad, RTVE1, se convierte en la ejecutora de la concesi¨®n del permiso de emisi¨®n a quienes deseen competir con ella misma, y queda privilegiada, a todos los efectos v sin matices, en la pugna con sus competidoras para obtener informaciones o producciones internacionales con la mera apelaci¨®n al "inter¨¦s nacional" de dif¨ªcil, si no imposible, definici¨®n.
Todo ello viene a demostrar una vez m¨¢s los recelos del poder ante cualquier tipo de pluralismo y de libertad en la televisi¨®n. Sea p¨²blica o privada, lo que quiere el Gobierno es controlarla, y ya sabemos con qu¨¦ indecentes resultados. En este contexto, no puede sorprender que vascos, primero, y catalanes, m¨¢s tarde, hayan desarrollado proyectos televisivos que no se ajustan a aquellos estrechos e indefinidos cauces previstos para los terceros canales. Pero en todos sitios -y en todos. los gobiernos- cuecen habas, y las experiencias catalana y vasca no s¨®lo, ni primordialmente, parecen impulsadas por la necesidad cultural y ling¨¹¨ªstica de poseer una televisi¨®n propia en su ¨¢mbito, sino tambi¨¦n por la apetencia pol¨ªtica y electoral de los partidos nacionalistas en el poder de los Ejecutivos auton¨®micos de contar -ellos tambi¨¦n- con una televisi¨®n a su propio y exclusivo servicio, remedando malamente los cr¨ªmenes del Gobierno central. En este marco, la emisi¨®n de hoy, d¨ªa 10 de septiembre, del, tercer canal catal¨¢n ha sido calificada como piloto o experimental, antes de que empiece lo que puede ser una dura negociaci¨®n entre el Gobierno de CiU y el de Madrid sobre el futuro de la televisi¨®n catalana. Por otra parte, el proyecto de ¨¦sta se encuentra todav¨ªa en una situaci¨®n extraordinariamente retrasada respecto al calendario anunciado. Como ejemplo bastar¨ªa con se?alar que la sociedad de capital p¨²blico de TV3 no est¨¢ ni tan s¨®lo constituida.
La nueva estructura televisiva catalana, que empieza a nacer calcada de la estructura de TVE pero en peque?o, corre el peligro de empezar su historia marcada por la politizaci¨®n, la instrumentalizaci¨®n partidista y el despilfarro incontrolado de fondos p¨²blicos. Ojal¨¢ sepa evitarlo y no se pierda, esta oportunidad para hacer m¨¢s libre la comunicaci¨®n y m¨¢s rica la cultura del pa¨ªs.
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