Como moscas
Me, escribe una jovenzuela, biso?a en los estudios de estas lenguas antiguas nuestras, meditando sobre algunas de sus lecturas. ?Vaya cartas de amor que recibe uno! Pero, en fin, como puede que a muchos lectores les interese, aqu¨ª se la transcribo."Querido maestro de malas letras, aqu¨ª me tiene pas¨¢ndome el verano en la dehesa de los abuelos, y dedicada la mayor parte del d¨ªa, seg¨²n tus insidiosas recomendaciones, a leerme a grandes tragos los griegos y latinos de los Oxford Classical Text que me he tra¨ªdo en la mochila. Y mira qu¨¦ suerte, que lo que m¨¢s me ha tocado hasta ahora ha sido ver caer hombres y hombres en los campos de batalla".
"Se les ve caer, uno por uno; en La Iliada, por ejemplo, en espacio de 44 versos (E 40-83), 'le hinc¨® en la espalda la lanza / y retumb¨® al caer y sobre ¨¦l crujieron las armas', 'le hiri¨® en el hombro derecho, / del carro se derrumb¨® y lo tom¨® la odiosa ti niebla', 'lo pas¨® por medio del pecho, / de bruces se desplom¨® y sobre ¨¦l crujieron las armas','de frente por la vejiga entr¨® bajo el hueso la punta, / de hinojos gritando cay¨® y lo envolvi¨® en su velo la muerte', 'de frente dientes arriba seg¨®le el bronce la lengua, / se derrumb¨® en el polvo y mordiendo qued¨® al fr¨ªo bronce', 'le taj¨® con la espada el brazo pesado, / a tierra sangrante el brazo cay¨®, y a ¨¦l por los ojos / lo tom¨® muerte purpureciente y ley de su sino', uno tras otro, bien contados, al menos los que afloran con nombre a la epopeya. Otros habr¨ªa que murieran fuera de los versos".
AGUST?N GARC?A CALVO
ENVIADO ESPECIAL
"Pero, cuando salto de la ¨¦pica a la historia, ?ah!, ah¨ª se les ve caer de otro modo; por ejemplo, en esta contabilidad de Herodoto (IX 70, 4-5) a la derrota de los medos en Platea: 'y los b¨¢rbaros para nada ya mantuvieron cuadro una vez ca¨ªdo el muro (de su campamento), que ni uno de ellos ten¨ªa memoria de valor guerrero, y se agitaban enloquecidos, como acosados de terror que se encontraban en espacio estrecho y encerradas all¨ª muchas miriadas de hombres. Y les fue dado a los helenos ir degollando hasta el punto de que, de las 30 miriadas (300.000) del ej¨¦rcito, quitando las cuatro que Artabazo se llevaba de huida, de las dem¨¢s no sobrevivieron ni tres millares. Por la otra parte, de los lacedemonios venidos de Esparta murieron en total en el encuentro 91, y de los tegeatas 16, y de los atenienses 52'".
"O esta otra contabilidad con que los ni?os de bachillerato, si supieran leer, se topar¨ªan casi al comienzo de la Guerra de las Galias (I 29), tras la represi¨®n de la emigraci¨®n masiva de los helvecios: 'En el campamento de los helvecios se encontraron tablas compuestas en letra griega, que se le llevaron a C¨¦sar; en las cuales tablas se hab¨ªa hecho cuenta nominal (por nombres de pueblos -supongo-, no de hombres) de qu¨¦ n¨²mero hab¨ªa salido de su tierra de aquellos que pudiesen portar armas, as¨ª como, separadamente, los ni?os, viejos y mujeres. De todas las cuales cuant¨ªas, era el total de cabezas de helvecios 263.000, de tulingos 36.000, de lat¨®vicos 14.000, de r¨¢uricos 23.000, de boyos 32.000. De entre ellos, los que pod¨ªan llevar armas, hasta 92.000. El junto de todos fue de unos 368.000. De los que volvieron a su tierra, una vez hecho empadronamiento,
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Como moscas
Viene de la p¨¢gina 11como hab¨ªa ordenado C¨¦sar, se hall¨® que el n¨²mero era de 110.000'".
"0, si no, algo menos c ontable en este pasaje de la Guerra africana (40 2-6) con que sigui¨® honrando la memoria de C¨¦sar en torpe lat¨ªn alguno de sus veteranos: 'Por lo cual, torci¨¦ndose a terror la caballer¨ªa de los n¨²midas, se lanza a huir derecho hacia el campamento. Los galos y, germanos (auxilares del ej¨¦rcito republicano con Labieno), que se hab¨ªan mantenido firmes, atacados de terreno m¨¢s alto y rodeados por la espalda, resistiendo valientemente, van siendo todos en masa aniquilados. ( ... ) Cuando hubo mandado C¨¦sar que se tocase a retirada, al quedar limpio el campo de batalla, not¨® los asombrosos cuerpos de los galos y germanos, los cuales hab¨ªan venido, unos, de la Galia, obedeciendo al prestigio de Labieno; otros, atra¨ªdos por la paga y las promesas, se hab¨ªan venido a juntar con ¨¦l, y algunos que, tras el combate de Curi¨®n, cautivos y mantenidos en vida, hab¨ªan querido pagar con justo agradecimiento compartiendo la fe a la causa. Eran los cuerpos de ¨¦stos, de asombrosa traza y tama?o, los que degollados yac¨ªan por todo el campo de batalla y a diversas partes derribados'".
"Bueno, y de aqu¨ª puedes ya pasar directamente a las varias noticias de matanzas que te ofrezcan a grandes titulares esos peri¨®dicos en los que t¨² mismo te publicas de cuando en cuando, ya sea de guerrillas en Am¨¦rica Latina, ya de contiendas pol¨ªtico-religiosas en el Oriente Pr¨®ximo, que algunos hornillos de guerra habr¨¢ que mantener siempre, a fin de que la palabra guerra conserve su sustancia y se siga creyendo por consiguiente que esto que hay donde no hay guerra es paz"
"Pero lo que me pregunto es: ?c¨®mo puede haber sido?, ?c¨®mo puede ser? Se les ve caer como moscas a lo largo de la historia; parece que la historia est¨¢ hecha de eso, de muchos que ca¨ªan, que caen, haciendo historia, como moscas. Y la gente en general, no s¨®lo los caudillos y sus historiadores, est¨¢ hecha a la idea de que ese proceso es de alg¨²n modo natural y como que pudiera comprenderse: as¨ª se ha mantenido Occidente frente a los b¨¢rbaros orientales; as¨ª se ha construido el imperio, del que todos nuestros Estados son hijos o nietos".
"Como moscas, s¨ª; pero al mismo tiempo -?te das cuenta?- no menos imperiosamente reina la creencia de que cada uno es una conciencia, como dir¨ªan los fil¨®sofos, que yo soy yo y nadie m¨¢s que ya. Lo cual no impide que yo pueda ser un persa de la masa de ej¨¦rcito derrotado con Mardonio, que pueda ser un teut¨®n venido al Africa a servir al desastre del ej¨¦rcito republicano, y as¨ª quedar contado como unidad de los millares que cayeron".
"?C¨®mo puede casar lo uno con lo otro?, te pregunto. ?Qu¨¦ pasa con esa conciencia de m¨ª mismo, de mi vida y de mi muerte, cuando llega el trance en que uno tiene que convertirse en uno de una masa deca¨ªdos por la patria o por la idea? ?Es que en ese trance las cosas se revelan a otra luz y uno viene de repente a entender el sentido de su muerte y sacrificio? Porque, si echo una mirada a mis hermanitos y a los mancebos que me andan por ah¨ª alrededor, m¨¢s o menos cerca de la edad de portar armas, la verdad, no les noto que por ahora sean m¨¢s capaces que yo de entender la cosa ni de estar prestos a contribuir con su cad¨¢ver a la construcci¨®n de nuevas estructuras pol¨ªticas o religiosas".
"'Dulce y honroso es morir por la patria', que no se recat¨® de escribir ese Horacio cuyos versos (otros, ya s¨¦) traduces t¨² con tanta simpat¨ªa. Dulce y honroso ?para qui¨¦n? ?Para la patria? Pero, ?qu¨¦ saben las patrias y los imperios, que, bien mirado, poco m¨¢s de siglos duran que los hombres, y caen tambi¨¦n uno sobre otro, vista la historia un poco m¨¢s de lejos, casi como moscas?
No dir¨¢s acaso que es que, cuando llegaba el momento de morir uno por todos, a uno se le ofrec¨ªa siempre algo de otra vida, de gloria, por ejemplo, y se1e hac¨ªa h¨¦roe, o de ¨¢nima bienaventurada en el Emp¨ªreo sobre los luceros, y en fin, que si cada uno de las masas de soldados que ca¨ªan apencaba con el trato, era s¨®lo gracias a que ten¨ªa (?y sigue teniendo, diablo, porque siguen cayendo como moscas!) alguna forma de religi¨®n, ya fuera propiamente dicha, como para las hordas de Mahora construyendo el imperio isl¨¢mico, o para esos iran¨ªes de cuyos cad¨¢veres te hace ahora contabilidad la Prensa (?y tambi¨¦n los fusilados por la causa, o los indios exterminados bajo el signo de la Cruz, tambi¨¦n ellos creer¨¢n a su manera, en el momento de morir, en la fe que los liquida? S¨ª, as¨ª tendr¨¢ que ser, porque, si no ... ), o por lo menos un ideal, de patria o de revoluci¨®n o de humanidad que sea, que cumpla para el caso las veces de religi¨®n".
"Pero entonces, ?qu¨¦ me quieres decir con eso?: ?que la conciencia que nuestra creencia atribuye a cada individuo se fabrica seg¨²n lo requieren las coyunturas y que, cuando tocan a matanza, la conciencia ve las cosas de otro modo que cuando le toca a uno ir tirando simplemente de la oficina a la discoteca?, ?que con las mudanzas de la historia muda la actitud de cada hombre ante su suerte, y que esos mancebillos de mis amigos,que ahora no tienen idea de qu¨¦ es eso del sacrificio de uno por la causa, en cuanto tocaran a palmarla en enjambre adquirir¨ªan r¨¢pidamente esa idea cada uno y ella le iluminar¨ªa a cada uno su camino? Pero, hombre, eso parece poco serio: las ideas eternas por las que uno muere no pueden depender as¨ª de la varia contabilidad de vidas que la historia necesite en cada trance".
"No: m¨¢s bien me imiagino que t¨² me responder¨¢s de otra manera -ya te conozco-, no resolvi¨¦ndome la cuesti¨®n, sino generaliz¨¢ndola y sac¨¢ndomela de la historia: que, al fin y al cabo, el caso de las muertes en masa. de los, ej¨¦rcitos -?no?- no es tan distinto del caso de las muertes en general: s¨®lo una muestra un poco exagerada y purpureciente del asunto -?a que s¨ª!-. S¨ª, y puede que eso sea: una revelaci¨®n sangrienta del gris y total absurdo de la contradicci¨®n natural sobre la que vivimos".
"Recuerdo vagamente aquella demostraci¨®n gramatical que te o¨ª una vez sobre el verbo morir y la primera persona de los verbos, aquello de que ah¨ª se revelaba el desdoblamiento de m¨ª en dos, el que lo dice y aqu¨¦l de quien lo dice... ?No ser¨ªas capaz de salir un momento de tus tejemanejes y escrib¨ªrmela clarito?"
"Algo debe de tener que ver con eso aquello que en el proema del buen Lucrecio (a quien tambi¨¦n le estoy estos d¨ªas dando su buena soba) clama Rerumnatura en persona reprendiendo al que se queja de su muerte (III 873- 78): 'Es, a saber, que su voz suena a hueco, y sigue latente / ciego aguij¨®n en su pecho, por m¨¢s que ¨¦l mismo lo niegue, / que ¨¦l crea que vaya a quedarle sentido alguno en su muerte: / que, a lo que pienso, no da el qu¨¦ y de d¨®nde de lo que promete, / ni de ra¨ªz de la vida se quita ni se desprende, / sino hace, sin ¨¦l darse cuenta, que algo de s¨ª quede siempre'. En fin, que nadie cree de veras en su muerte y, por tanto, mala cosa debe ser lo que hace cuando cree en la de los otros y por tanto en la suya, puesto que ¨¦l es uno de ellos".
"Claro, porque, si no, ser¨ªa poner al descubierto esa contradicci¨®n que t¨² mismo, cuando te da por la l¨®gica o por la poes¨ªa, tratas de formular, pobrecillo, de mil maneras: que hay que creer, por un lado, que yo soy yo, uno y solo, y por el otro, que somos muchos entre todos, cada uno siendo cada uno".
"Pero lo importante est¨¢ en que nadie pueda de veras, ni t¨² tampoco, darse cuenta de la contradicci¨®n, que se tome como lo m¨¢s natural del mundo y, gracias a ello, podamos seguir muriendo cada uno privadamente, y ocasionalmente cayendo como moscas en los campos".
?Pobres moscas tambi¨¦n, por cierto! Me parece que, cuando yo ven¨ªa aqu¨ª de m¨¢s peque?a, esta casa de la dehesa estaba llena de enjambres de ellas, que te com¨ªan viva a la hora de la siesta; ahora s¨®lo veo por ah¨ª unas cuantas, pos¨¢ndose en la cal, revoloteando por la sombra. Te las mando todas, cargadas con un beso cada una".
La verdad es que no se me ocurre qu¨¦ decir a esto que me escribe este diablo de muchacha. Me conformar¨¦ con lo que pueda la transcripci¨®n ganarme de gracias o de penas.
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