Alfonso Guerra,

vicepresidente del Gobierno, estuvo a punto de ayudar a un joven sevillano a colocarse, pero sus escoltas estuvieron al quite y se lo impidieron. Durante una de sus ¨²ltimas visitas a la capital andaluza, Guerra se sent¨® en la terraza de un bar, justamente al lado de donde el joven en cuesti¨®n se estaba liando un porro. Cuando termin¨® la operaci¨®n, el fumador se dio cuenta de que no llevaba fuego y se levant¨® en direcci¨®n al vicepresidente para ped¨ªrselo. Los polic¨ªas de escolta se le adelantaron y ellos mismos encendieron el canuto, que fue consumido ¨¢vidamente por su propietario.