'La conquista de Albania' caldea el ambiente del festival
A las nueve de la ma?ana, poco antes de la primera de las tris proyecciones previstas para ayer de La conquista de Albania, producida por Angel Amigo, que ya produjo La fuga de Segovia, y dirigida por Alfonso Ungr¨ªa, un breve destacamento policial nos impidi¨® a los espectadores acercarnos al palacio Victoria Eugenia e hizo desalojar el edificio a quienes hab¨ªan penetrado antes. Un artefacto de peque?as dimensiones -y que luego se revel¨® inofensivo- hab¨ªa sembrado la alarma.Un incidente m¨¢s de los muchos que jalonan la cotidianeidad de Euskadi, como la manifestaci¨®n anunciada para esta noche por Herri Batasuna. Sin embargo, neutralizada la bomba por los artificieros, la sala de proyecciones se llen¨® hasta el. l¨ªmite por un p¨²blico ansioso de conocer la que ha sido anunciada como la mayor supre-producci¨®n del cine vasco y del cine espa?ol.
La historia, en principio, es, apasionante. Un rey de Navarra -Carlos II, llamado El Malo-, en la segunda mitad del siglo XIV, env¨ªa una compa?¨ªa de guerreros navarros al otro lado del Mediterr¨¢neo para ayudar a su hermano Luis en la conquista de Albania. Una empresa loca, disparatada y, tal como resulta en la pel¨ªcula, sumamente ilustrativa.
Pero sigamos con la producci¨®n. ?ngel Amigo estaba encari?ado con el tema, y ¨¦l mismo, junto con la escritora y periodista Arantxa Urretavizcaya, hab¨ªan escrito el gui¨®n, y en principio ten¨ªa que rodarlo Imanol Uribe, a quien no acab¨® de interesar. Finalmente, Alfonso Ungr¨ªa -de quien recordamos -Gulliver, Soldados y la serie televisiva Cervantes- se hizo cargo de la direcci¨®n. El rodaje, que ha supuesto una inversi¨®n de 90 millones de pesetas, no ha sido precisamente un camino de rosas. A pocas fechas del Festival de Cine de San Sebasti¨¢n, la producci¨®n se qued¨® sin un duro y fue Juan Alcorta, peque?o banquero que hace dos a?os dio la cara neg¨¢ndose a pagar el llamado impuesto revolucionario de ETA Militar, quien obtuvo los cr¨¦ditos para finalizar la pel¨ªcula.
Todas estas circunstancias rodeaban la presentaci¨®n en San Sebasti¨¢n de La conquista de Albania de una atenci¨®n excepcional por parte del p¨²blico, la cr¨ªtica y la profesi¨®n. Hay que decir, para empezar, que su La conquista..., si no desilusiona, s¨ª puede desorientar. No nos encontramos ante un filme ¨¦pico tradicional. No hay hero¨ªsmo en esta pel¨ªcula. Hay desde el principio una tremenda, casi f¨ªsica, tristeza, que radica no s¨®lo en la imposibilidad de la aventura total a fines del medievo, sino tambi¨¦n en la posible lectura que puede hacerse de la sociedad. actual.
Desde las primeras im¨¢genes, el espectador sabe que los navarros, ciegos y arrojados, van a conquistar Albania; tambi¨¦n sabe que en su victoria est¨¢ su derrota. A este respecto es muy ilustrativo el personaje del caballero Luis, hermano de Carlos II, incorporado con enorme energ¨ªa y vulnerabilidad por Xabier Elorriaga. De ese guerrero de una pieza que en el primer rollo del filme sue?a con lejanas empresas al hombre despojado que desea ser feliz hay toda una reflexi¨®n que, aunque no queda clara en las im¨¢genes, llega a trav¨¦s de la interpretaci¨®n.
Es una empresa de locos conquistar Albania para un pu?ado de mercenarios navarros que se pudren en la inactividad. Y es un ep¨ªlogo de locos saber que Albania no existe, que todas nuestras Albanias se funden en la irrealidad del deseo. Pedro Lasaga, el fiel caballero, crecido a la sombra de don Luis, tardar¨¢ en comprender las palabras de su maestro, resumibles en que s¨®lo disponemos de una vida.
Es en este sentido, creo yo, que La conquista de Albania enlaza directamente con problemas muy vivos que hoy tiene Euskadi: la ne.cesidad de felicidad, la necesidad de normalidad. Talvez este comentario est¨¢ influido por el hecho de que, pocas horas antes de ver la pel¨ªcula, un etarra, que ahora vive en paz en las monta?as, le confesaba a quien esto escribe parecidas conclusiones de las que extrae el personal protagonista: "He descubierto que es hermoso pasear, vestirse, saludar a la gente por la calle, y que no pase nada".
La conquista de Albania se resiente de un bloque central excesivamente moroso, reiterativo. Las dudas de Luis y los reproches de Pedro se repiten en exceso. No obstante, poco despu¨¦s el filme remonta el vuelo y acaba en nota muy alta. A ello contribuyen la impecable factura de la produccci¨®n, como no se ha visto en nuestro cine; la excepcional interpretaci¨®n, destacando a Elorriaga, a Chema Mu?oz -una revelaci¨®n en el papel de don Pedro-, a Clara Badiola -una especie de Anna Magnani joven e intensa- y a todo un casting tan bien seleccionado como result¨®n.
Babelia
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