Presupuestos e impuestos
Los PRESUPUESTOS Generales del Estado, presentados por el ministro de Econom¨ªa y Hacienda, constituyen una respuesta coherente a los problemas esenciales de la crisis econ¨®mica. Sin el dramatismo de un plan de estabilizaci¨®n o de una austeridad anunciada como tal, el importante aumento de los impuestos, que se sumar¨¢ al ya experimentado durante este a?o, y de las retenciones a cuenta, la indiciaci¨®n de salarios para el sector p¨²blico dos puntos, por debajo de la inflaci¨®n futura y la voluntad de contener el d¨¦ficit, no del todo coronada por el ¨¦xito en estas previsiones, nos hablan de un conjunto de pol¨ªticas que acent¨²an las l¨ªneas ya marcadas por el ministro Boyer. La presi¨®n fiscal parece haberse querido distribuir equitativamente, pero es un hecho que ser¨¢n las clases medias las m¨¢s castigadas de nuevo, y dentro de ellas quienes viven de un salario antes que quienes ejercen una profesi¨®n liberal.Hay que decir en honor del Gobierno que ha cumplido los plazos fijados por la Constituci¨®n para la presentaci¨®n del Presupuesto, si bien su entrega arrastra las huellas de las prisas de ¨²ltima hora. No existe, por ejemplo, una comparaci¨®n entre el presupuesto consolidado total del sector p¨²blico para el a?o 1984 y el a?o 1983. Esta comparaci¨®n facilitar¨ªa las opiniones sobre el destino de las diferentes partidas. Es de imaginar que el avance del proceso auton¨®mico y la reforma presupuestaria iniciada con este proyecto distorsionan los datos, debido principalmente a las transferencias hacia las comunidades aut¨®nomas y a que numerosas partidas han cambiado de destino.
En cualquier caso, est¨¢ fuera de duda que la participaci¨®n del Estado en la econom¨ªa nacional aumentar¨¢ en 1984, si bien este aumento ser¨¢ menor al de a?os anteriores. La presi¨®n fiscal se elevar¨¢ te¨®ricamente en algo m¨¢s de un punto, entre impuestos directos e indirectos. Pero es de temer que la carga fiscal sea relativamente mayor, ya que la previsi¨®n de incremento del Producto Interior Bruto (PIB) para 1984 -un 2,5%- parece bastante alegre. Puede recordarse que para 1983 se presupuest¨® un aumento de 0,7 puntos en la presi¨®n impositiva, pero la menor recaudaci¨®n de 1982 en relaci¨®n con las previsiones y el cumplimiento de las de este a?o que termina har¨¢n que el aumento real de la presi¨®n fiscal haya sido de 1,6 puntos, seg¨²n reconoci¨® el propio Boyer. Por otra parte, no es de desde?ar el hecho de que el d¨¦ficit p¨²blico sumado a la inflaci¨®n funciona como un impuesto m¨¢s que pagan todos los ciudadanos. ?stos soportar¨¢n la carga, el a?o que viene, de los varios cientos de miles de millones de pesetas que han sido inyectados ya al sistema monetario por el Banco de Espa?a para cr¨¦ditos de tesorer¨ªa a Rumasa y anticipos al Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos. Por ¨²ltimo, seg¨²n se?al¨¢bamos al principio de este comentario, las rentas medias y altas que no escapen al largo brazo del recaudador soportar¨¢n una carga m¨¢s elevada que la media. Hay que aplaudir este efecto redistributivo, absolutamente consecuente, por lo dem¨¢s, con la instalaci¨®n de un partido de izquierda en el poder. Sin embargo, tiene el peligro de desincentivar la actividad de los elementos m¨¢s emprendedores de la poblaci¨®n. Porque una carga tributaria superior puede implicar una reducci¨®n de los ingresos a causa de un descenso en la producci¨®n de bienes y servicios. Quiz¨¢, atendiendo a esta idea se han intentado reducir las cotizaciones de la Seguridad Social con miras a estimular la creaci¨®n de empleo mediante la reducci¨®n de cargas. a las empresas en el pago de sus cuotas.
Los gastos aumentar¨¢n en 1984 un 19,6% con respecto a los de 1983 hasta situarse en 9,9 billones de pesetas. Este incremento explica que, pese a que los ingresos crecer¨¢n te¨®ricamente m¨¢s deprisa, se mantendr¨¢ un d¨¦ficit p¨²blico del orden del 5,5% del PIB, medio punto por debajo del estimado para 1983. La cifra contin¨²a siendo todav¨ªa muy importante, sobre todo en un pa¨ªs con una .baja tasa de ahorro y una alta propensi¨®n al consumo que se traduce en una intensa presi¨®n en las importaciones y en otros pagos al exterior. Aunque las cifras del d¨¦ficit presentado son las m¨¢s favorables que el Gob¨ªerno pod¨ªa aspirar a conseguir, la experiencia ense?a que los gastos suelen ser mayores y las previsiones de ingresos casi nunca se cumplen. Eso entra?a la tentaci¨®n de ocultar d¨¦ficit reales que gravitan sobre los ciudadanos, para aparentar el cumplimiento de las promesas de reducirlo cada a?o. Este temor al d¨¦ficit, del que antes no participaban los socialistas, origin¨® precisamente la ocultaci¨®n de diversas p¨¦rdidas y regularizaciones contables durante los a?os del franquismo y de la transici¨®n democr¨¢tica, ocultaci¨®n que fue denunciada por Felipe Gonz¨¢lez en su discurso de investidura, por lo que es de suponer que no ha de repetirse tan viciosa pr¨¢ctica. Sin embargo, existe la duda razonable de que no se hayan previsto las adecuadas consignaciones presupuestarias para los agujeros de Rumasa, los descosidos de R¨ªo Tinto y los otros que puedan producirse. Si esa pesimista hip¨®tesis fuera cierta, el Banco de Espa?a tendr¨ªa que financiar ese d¨¦ficit excluido de los presupuestos.
La lucha contra el d¨¦ficit viene siendo capital en todas las pol¨ªticas empe?adas en la recuperaci¨®n econ¨®mica primero y el relanzamiento despu¨¦s. Si el d¨¦ficit se mantuviera o creciera, su financiaci¨®n volver¨ªa a exigir que la pol¨ªtica monetaria extrajera del ahorro de los particulares sumas muy importantes. Los tipos de inter¨¦s se sostendr¨ªan en niveles tan elevados que desanimar¨ªan la inversi¨®n, y el relanzamiento se har¨ªa inviable. De ah¨ª el frenazo a los sueldos de los funcionarios, que resultar¨¢ insuficiente sin embargo, para producir una desaceleraci¨®n adecuada del gasto p¨²blico.
Pero, en general, merece un elogio el trabajo hecho por el Ministerio de Econom¨ªa, aunque parezca absurdo pedir un aplauso para quien nos anda hurgando enel bolsillo a los ciudadanos. El partido socialista y el Gobierno deben ser conscientes, no obstante, del enorme esfuerzo que est¨¢n solicitando de la sociedad espa?ola con el conjunto de, medidas adoptadas y las que se anuncian para el futuro pr¨®ximo. La solidaridad de los ciud¨ªadanos no puede ser por eso defraudada con una mala distribuci¨®n del gasto o la permanencia de pr¨¢cticas abusivas en la Administraci¨®n.
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