Peor todav¨ªa
DEBE RESULTAR bastante dif¨ªcil ser ministro del Interior -o ministro a secas- en el Gobierno del cambio y no enrojecer de verg¨¹enza ante la lectura de la nota oficial que dicho departamento hizo p¨²blica anteayer sobre los disparos realizados por una pareja rural de la Guardia Civil en las afueras de Le¨®n contra dos novios que permanec¨ªan en el interior de un autom¨®vil. El suceso ha costado una grave lesi¨®n a la muchacha, que sufre una par¨¢lisis parcial en las piernas. Seg¨²n la desdichada nota, que ha sido comentada con reticencia por el gobernador civil de la provincia, el derrape del autom¨®vil de los j¨®venes, que se dispon¨ªan a huir ante lo que cre¨ªan era el ataque de unos delincuentes, lanz¨® una piedra "y quiz¨¢ alguna lata" sobre uno de los agentes, que cay¨® o se tir¨® al suelo para evitar ser arrollado. "En ese momento, siempre de acuerdo con sus declaraciones (la nota parece referirse a uno de los dos guardias civiles), el arma reglamentaria que portaba, un subfusil, efectu¨® una r¨¢faga de tres disparos". La novedosa tesis de que un arma puede dispararse sola, sin que nadie apriete su gatillo, y la abstracci¨®n en el relato del nombre de la persona que la empu?aba constituyen algo m¨¢s que una exhibici¨®n de desparpajo. Porque esa falta de respeto hacia la exactitud o la verosimilitud sienta el peligroso precedente de que alg¨²n delincuente, a la hora de justificar el disparo de su arma de fuego, pueda hacer suya como pretexto una tesis de corte parecido.La persistencia y crueldad de los cr¨ªmenes terroristas -ayer mismo fallec¨ªa un polic¨ªa nacional v¨ªctima de un atentado en Portugalete- es un dato objetivo que ha de tenerse en cuenta a la hora de describir la tensi¨®n con la que viven su oficio los miembros de los cuerpos de seguridad. Al fin y al cabo, uno de los principales objetivos de las bandas terroristas es, precisamente, provocar tales estados de ¨¢nimo en las Fuerzas de Orden P¨²blico, con el prop¨®sito ¨²ltimo de condicionarlas psicol¨®gicamente para que cometan excesos, cuando no barbaridades, en el ejercicio de sus funciones. La historia de la represi¨®n en el Pa¨ªs Vasco desde finales de los a?os sesenta es la mejor prueba de la eficacia de esa t¨¢ctica en espiral. Tal vez no sea una casualidad que el veh¨ªculo tiroteado por la pareja de la Guardia Civil llevara matr¨ªcula de Bilbao, pero resultaba en cambio altamente improbable que unos terroristas aparcaran su autom¨®vil con las luces; apagadas en las proximidades de Le¨®n.
Ahora bien, un Estado de derecho se caracteriza por que el monopolio leg¨ªtimo de la fuerza confiado a los institutos armados nunca debe ser utilizado fuera de los cauces legales y al margen de las presunciones racionales. Ni siquiera en la lucha contra los terroristas. El tr¨¢gico suceso de Almer¨ªa, en cuyo trasfondo se situ¨® la absurda sospecha de que los detenidos eran miembros de ETA, dio lugar a una sentencia condenatoria de los tribunales, cuyo contenido hubiera debido ser el mismo incluso en el caso de que los muertos en tan irregulares condiciones hubieran pertenecido a una banda armada. El guardia civil que provoc¨® la muerte de un ni?o en Valmojado ha sido procesado. Ahora, el Ministerio del Interior anuncia que el guardia civil autor del disparo en las cercan¨ªas de Le¨®n ha sido apartado del servicio y puesto a disposici¨®n judicial. S¨®lo la vigilancia de las autoridades gubernativas y la intervenci¨®n de los tribunales de justicia pueden impedir que ese monopolio leg¨ªtimo de la fuerza entregado a los cuerpos de seguridad se convierta en una amenaza para los ciudadanos, en vez de servir para protegerlos.
Por lo dem¨¢s, la nota facilitada por el Ministerio del Interior no puede ser despachada como una penosa an¨¦cdota o como una nueva torpeza de los servicios informativos de ese departamento. La costumbre de ocultar la identificaci¨®n de los agentes que causan da?os a personas por el indebido uso de sus armas de fuego reglamentarias carece de toda justificaci¨®n. Adem¨¢s, la forma oficial de presentar el incidente reincide en la odiosa pr¨¢ctica de invertir las responsabilidades y de transformar a las v¨ªctimas en sus propios verdugos. Con ocasi¨®n del homicidio del ni?o de Valmojado, los espa?oles comprobaron asombrados c¨®mo desde la Jefatura del Estado Mayor de la Guardia Civil se culpaba de alg¨²n modo de la muerte del ni?o a los propios familiares. Ahora, el joven Jos¨¦ Luis Otero parece ser colocado tambi¨¦n en la picota por sus "extra?as maniobras" al poner la marcha atr¨¢s de su autom¨®vil y por su incapacidad para no superar el deslumbramiento producido por las luces largas de un coche y por el resplandor de una linterna. Pero la circunstancia de que algunos automovilistas que transitan por carreteras de segunda puedan llegar a confundir a una patrulla de la Guardia Civil con delincuentes, tal y como ha vuelto a ocurrir en Le¨®n, muestra que algo muy serio falla en los procedimientos utilizados por las fuerzas de orden p¨²blico para hacerse reconocer como tales por los ciudadanos.
En definitiva, si malo fue el largo silencio oficial de tres d¨ªas sobre el suceso de Le¨®n, peor todav¨ªa ha sido la nota del Ministerio del Interior, que no s¨®lo contradice la versi¨®n dada por el conductor del veh¨ªculo, sino que tambi¨¦n ha sido recibida con indisimulada incomodidad por el propio gobernador civil de la provincia. Se dir¨ªa que el Ministerio del Interior act¨²a en demasiadas ocasiones de forma espasm¨®dica, alternando los silencios ominosos con los gritos estridentes y rectificando las iniciales declaraciones indiscretas de sus altos cargos con posteriores manifestaciones de p¨²blico arrepentimiento, m¨¢s propias de personajes de Dostoievski que de pol¨ªticos responsables. El sordo desacuerdo entre los servicios de prensa del Ministerio del Interior y el Gobernador Civil de Le¨®n necesita ser explicado claramente a los ciudadanos, que contemplan desconcertados c¨®mo funcionarios del mismo departamento pueden discrepar en la interpretaci¨®n de los mismos sucesos y que conjeturan que la versi¨®n de la autoridad gubernativa provincial tiene en favor de su mayor correcci¨®n la proximidad a los hechos. Y, por supuesto, es una exigencia inexcusable que el poder judicial aclare lo ocurrido y que el Gobierno no permita la vuelta al servicio de quienes tan nerviosamente aprietan el gatillo de sus armas reglamentarias al menor pretexto. No parecen suficientes las amonestaciones, por otra parte no anunciadas aun oficialmente, realizadas por el ministro del Interior a los jefes de la Guardia Civil de Le¨®n ni el l¨®gico apartamiento del servicio de los responsables inmediatos del tiroteo. No es aceptable, en cualquier caso, que la par¨¢lisis parcial que sufre la joven Felisa de la Varga pueda ser imputada, ni a un subfusil con capacidad aut¨®noma para disparar una r¨¢faga por su cuenta, ni a un muchacho asustado que, convencido de que iba a ser objeto del ataque de unos maleantes, puso comprensiblemente en movimiento su autom¨®vil -aunque la nota oficial considere "una extra?a maniobra" utilizar la marcha atr¨¢s para ese prop¨®sito- con la intenci¨®n de huir de los supuestos delincuentes.
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