El cardenal Lorscheider pide en el S¨ªnodo que la Iglesia renuncie al camino del poder
La primera semana del S¨ªnodo de obispos, que est¨¢ debatiendo en el Vaticano, ante la presencia del Papa, el tema de la "reconciliaci¨®n y la penitencia en la Iglesia" ha sido m¨¢s viva de lo que pod¨ªa suponerse. Durante los cientos de intervenciones de los obispos y cardenales presentes se han o¨ªdo ya voces muy duras que han hablado sin pelos en la lengua, y eso que sus palabras llegan filtradas a los medios de informaci¨®n y no es posible conocer los textos integrales de las intervenciones. El cardenal brasile?o Aloisio Lorscheider pidi¨® que la Iglesia se despoje de su poder mundano y elija el camino del di¨¢logo en vez del de la autoridad.
A pesar de la reserva, algunas cosas se han sabido. En general, el S¨ªnodo se ha dividido en tres corrientes: una, fiel a la idea del papa Juan Pablo II de relanzar en la Iglesia la pr¨¢ctica de la confesi¨®n personal, que est¨¢ desapareciendo alarmantemente, porque la gente va a misa y hasta comulga, pero "no se confiesa", como han denunciado numerosos obispos, Y han sido estos obispos quienes han insistido en que una buena parte de culpa, est¨¢ en los mismos curas, "que se confiesan muy poco".Una segunda corriente ha insistido abiertamente sobre los "pecados sociales", es decir, los pecados "contra la justicia".Y aqu¨ª, sobre todo, los obispos del Tercer Mundo han sido muy expl¨ªcitos. Lo mismo que lo han sido en lo que se refiere al tema de la reconciliaci¨®n. Han insistido en que no es posible hablar a la gente de paz y de reconciliaci¨®n si no existe armon¨ªa dentro de la Iglesia.
Clima de sospechas
En este campo ha sido muy tajante el cardenal brasile?o Aloisio Lorscheider, franciscano. Dijo que la Iglesia debe cambiar su "posici¨®n social", y a?adi¨® que el cambio de la Iglesia es "la pobreza, la persecuci¨®n, la humildad, la abnegaci¨®n, y no la gloria terrena". Seg¨²n el cardenal de Brasil, "toda la obra evangelizadora de la Iglesia debe arrancar de los pobres, que se ven injustamente privados de los bienes que Dios ha creado para todos". Y, por lo que se refiere al problema de la reconciliaci¨®n, se pregunt¨® si la Iglesia, que debe despojarse de su "poder mundano", no debe tambi¨¦n cambiar internamente, ya que, dijo Lorscheider, existe dentro de la Iglesia "un clima de sospechas" de unos contra otros. Sospechas de herej¨ªas, de cismas, de falsa interpretaci¨®n del magisterio, "como si s¨®lo algunos fueran verdaderos cat¨®licos". Y acab¨® diciendo: "La Iglesia debe escoger con mayor coraje el camino del di¨¢logo, del consenso, del coraz¨®n, en vez de los caminos de la autoridad".Una tercera corriente se presenta como un compromiso entre las dos primeras. En ella se han movido tambi¨¦n los obispos espa?oles presentes. Se pide que no se abandone la pr¨¢ctica sacramental de la confesi¨®n individual, pero que tampoco se condenen las nuevas formas de penitencia ya introducidas en muchos pa¨ªses.
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