La 'guerra de polic¨ªas' resta autoridad al Estado franc¨¦s en la lucha antiterrorista
La autoridad del Estado franc¨¦s no sale bien parada como consecuencia del embrollo creado por la llamada guerra de polic¨ªas que provoca la lucha contra el terrorismo. Parad¨®jicamente, esa guerra de polic¨ªas procede de la concentraci¨®n del mando, en el palacio del El¨ªseo, de las fuerzas antiterroristas. Despu¨¦s del asesinato en C¨®rcega del alto funcionario Pierre Jean Massimi, los separatistas clandestinos del Frente de Liberaci¨®n Nacional de C¨®rcega (FLNC), autores del atentado, han conseguido hacer dudar de la pol¨ªtica legal del Gobierno en la isla de belleza.El portavoz oficial del Gobierno, franc¨¦s, tras varios d¨ªas de dudas, tuvo que intervenir el mi¨¦rcoles p¨²blicamente para desvelar s¨®lo levemente la mara?a terrorista-policial tejida desde que a comienzos de a?o el propio presidente, Fran?ois Mitterrand, decidi¨® coger las riendas de la lucha contra el terrorismo. La fuente en cuesti¨®n no ocult¨® la necesidad de insistir en que "el terrorismo es la violencia ciega, b¨¢rbara, cruel, escandalosa", seg¨²n definici¨®n de Mitterrand, "pero hay que luchar contra ¨¦l respetando la ley". Los comentaristas entienden que alguien, representante del Estado, puede no haber respetado esa ley. Por ello, el portavoz del Gobierno, Max Gallo, confes¨® que el considerado como chivo expiatorio, un responsable de la gendarmer¨ªa, el capit¨¢n Paul Barril, conectado con el gendarme del presidente (su consejero personal en el El¨ªseo), Christian Prouteau, ha podido tomar iniciativas personales.
La bomba corsa, que esta vez ha estallado en el palacio presidencial, empez¨® a activarse en enero pasado, cuando las autoridades de Par¨ªs decidieron arremeter contra el FLNC. Para ello, Robert Broussard fue destacado a la isla de belleza con rango de prefecto y con medios para guerrear sin contemplaciones contra los separatistas.
Su ¨¦xito mayor, en pocas semanas, consisti¨® en demostrar que el FLNC estaba m¨¢s o menos infiltrado por truhanes que actuaban en su nombre. Paralelamente, Mitterrand cre¨® la llamada c¨¦lula del El¨ªseo, destinada a centralizar la lucha contra el terrorismo. Al frente de la misma nombr¨® al comandante Prouteau, jefe del Grupo de Intervenci¨®n de la Gendarmer¨ªa Nacional (GIGN), comando de elite destinado a golpes especiales. En su lugar, interinamente, Prouteau coloc¨® al capit¨¢n Barril, mezclado en varias ocasiones en temas delicados de este g¨¦nero.
En contra de lo que se cre¨ªa, parece ser que Broussard, en C¨¢rcega, no era el rey, sino que la c¨¦lula del El¨ªseo actuaba por su cuenta, a modo de polic¨ªa paralela. Pero los extra?os sucesos corsos de los ¨²ltimos meses no pasaron de sospechas hasta que semanas atr¨¢s fue asesinado el alto funcionario Pierre Jean Massimi. En el primer momento se intent¨® acreditar la tesis de un asesinato por razones sentimentales, econ¨®micas o personales. De ninguna manera se adn¨²t¨ªa la tesis del crimen pol¨ªtico hasta que lo reivindic¨® el FLNC.
A partir de este momento, todo dio la vuelta. Los separatistas no lo han demostrado, pero s¨ª han hecho veros¨ªmil sus tesis y revelaciones: Massimi fue asesinado porque ¨¦l hab¨ªa servido de enlace con el Gobierno de Par¨ªs para asesinar a Guy Orsoni, un militante separatista.
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