Cecil Parkinson
Las relaciones amorosas extramatrimoniales del ministro brit¨¢nico de Industria y Comercio comprometen a la primera ministra Thatcher
?Desde cu¨¢ndo sab¨ªa Margaret Thatcher que su ministro de Industria manten¨ªa relaciones amorosas extramatrimoniales? La pregunta ocupaba ayer la primera p¨¢gina de muchos diarios londinenses. Lo peor no es que Cecil Parkinson sea el padre del hijo que espera su ex secretaria; lo peor es que el ministro favorito de la primera ministra haya puesto en la picota a su protectora, una ardiente defensora cara al electorado de la familia y de las virtudes victorianas. Thatcher deb¨ªa conocer el affaire sentimental de Parkinson al menos desde hace dos meses. Algunos maliciosos afirman que quiz¨¢ desde la ¨¦poca de la guerra de las Malvinas, porque es l¨®gico suponer que los servicios de inteligencia renovaron su vigilancia sobre los miembros del Gabinete y sobre las personas que, como Cecil Parkinson, en su condici¨®n de presidente del partido, estaban en posesi¨®n de informaci¨®n militar altamente reservada. Nadie ha olvidado la historia del ministro de Defensa conservador que manten¨ªa relaciones con una prostituta, amiga, a su vez, de un diplom¨¢tico sovi¨¦tico.
La clave del esc¨¢ndalo Parkinson estriba precisamente en la inocencia o no de la primera ministra. ?Lo sab¨ªa y pese a todo le confi¨® uno de los principales papeles en la pasada campa?a electoral y le recompens¨® posteriormente con la cartera de Industria y Comercio? Si as¨ª fuera, el prestigio personal de Margaret Thatcher sufrir¨ªa un duro golpe. Sus detractores encontrar¨ªan una justificaci¨®n evidente de lo que llevan tantos meses denunciando: el m¨¢s conocido de los valores victorianos es la hipocres¨ªa y el cinismo. S¨®lo cuando la ex secretaria -a la que Parkinson hab¨ªa prometido repetidas veces divorciarse y casarse con ella- comprendi¨® que estaba siendo burlada y cuando su embarazo le proporcionaba una poderosa arma cara a la opini¨®n p¨²blica, Thatcher decidi¨® relevar a Parkinson en la presidencia del partido, en un movimiento inesperado que nadie supo interpretar en su momento. Lo habitual hubiera sido que el ministro compatibilizara su cartera y la presidencia tory hasta el congreso del partido, que empezar¨¢ el martes.Una vez que el esc¨¢ndalo ha estallado, la primera ministra ha hecho lo ¨²nico que pod¨ªa hacer: confirmar a Parkinson en su ministerio y afirmar que la vida particular de los miembros de su Gabinete no es asunto de su competencia. Pero nadie cree que Cecil Parkinson contin¨²e mucho tiempo al frente de una cartera, sobre todo si las salpicaduras llegan hasta la Thatcher.
La historia de Cecil Parkinson tiene algunos parentescos con la de la primera ministra. Como ella, procede de una familia de clase media-baja y, como ella, ha labrado su situaci¨®n actual a golpe de ambici¨®n y 4 de firmeza. Es hijo de un antiguo ferroviario y coquete¨® en su juventud con el Partido Laborista. S¨®lo cuando contrajo matrimonio con una joven de la buena sociedad descubri¨® su vocaci¨®n conservadora. Desde 1974, su futuro pol¨ªtico no qued¨® claro hasta que Margaret Thatcher se convirti¨® en l¨ªder tory y, posteriormente, en jefa de Gobierno.
Guapo, atl¨¦tico y partidario de una l¨ªnea dura, aunque sin el fuerte car¨¢cter que tiene su protectora, Cecil Parkinson era hasta ahora, junto con el ministro de Defensa, Michael Heseltine, y con el ministro de Trabajo, Norman Tebbit, uno de los candidatos mejor colocados para la sucesi¨®n de Margaret Thatcher. A los 52 a?os, el esc¨¢ndalo del embarazo de su ex secretaria ha destruido para siempre sus pretensiones de ocupar alg¨²n d¨ªa el 10 de Downing Street. Su imagen ha quedado hundida, no s¨®lo por la historia sentimental en s¨ª, sino tambi¨¦n por su sordidez. El comunicado oficial firmado por Parkinson dice: "Pese a haber prometido a la joven que contraer¨ªamos matrimonio, mi mujer -que ha constituido un gran apoyo- y yo decidimos que continuar¨ªa con mi familia".
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