De la adolescencia a la juventud, entre las trincheras y los cuarteles de la posguerra
Hoy domingo, d¨ªa 9 de octubre, aquellos muchachos que el mes de abril de 1938, con nuestros 17 ¨® 18 a?os reci¨¦n cumplidos, fuimos movilizados y marchamos al frente de guerra, vamos a celebrar la II Trobada dels Supervivents de la Lleva del Biber¨® 41. Antes de reunirnos en L¨¦rida nos concentramos en Balaguer, capital de la comarca en la que la mayor¨ªa de nosotros recibimos el llamado bautismo de fuego y enterramos para siempre a nuestros primeros compa?eros.El encuentro de Balaguer es, naturalmente, abierto a todos los ex combatientes de nuestra quinta, sin discriminaciones de clase alguna. S¨®lo quedan excluidos aquellos que voluntariamente quieran excluirse.
?ramos en aquel mes de abril de 1938 los soldados m¨¢s j¨®venes, tanto, que por esto se nos llam¨® la quinta del biber¨®n. Nos faltaban a¨²n varios a?os para que se nos reconociera el derecho al voto y para ser mayores de edad a efectos civiles, seg¨²n la legislaci¨®n de aquella ¨¦poca. Y muchos no lo hubieran sido incluso con la vigente hoy.
Ten¨ªan s¨®lo 17 a?os. De acuerdo con la reglamentaci¨®n que hemos conocido, no se les hubiera permitido la entrada a ciertos espect¨¢culos por no haber cumplido los 18 a?os de edad. Y sin embargo, se les consider¨® aptos para asistir y ser actores en el espect¨¢culo m¨¢s atroz, el de una guerra civil.
Se les consider¨® tambi¨¦n lo suficientemente adultos para asumir la enorme responsabilidad de ser soldados, de cuyo comportamiento depend¨ªa muchas veces la vida de muchas personas.
Situaci¨®n absurda
Recuerdo que con emoci¨®n me di cuenta de ello una noche, en una de mis primeras acciones en primera l¨ªnea, como soldado de transmisiones, cuando la vida de muchos compa?eros que se encontraban en una posici¨®n depend¨ªa de si lograba entregar a tiempo un comunicado a un determinado puesto de mando.Era absurda, escandalosa, aquella situaci¨®n en que nos encontr¨¢bamos aquellos muchachos, se dir¨¢. Pero, en realidad, lo que merec¨ªa ¨¦stos y otros calificativos mucho m¨¢s duros era aquella guerra civil, en cuyo desencadenamiento ninguna responsabilidad ten¨ªan aquellos j¨®venes que ni tan s¨®lo ten¨ªan derecho de voto.
?ramos muy j¨®venes, ciertamente. Muchos de nuestros compa?eros pasaron de la adolescencia a la juventud en los frentes de guerra. Muchos fumaron su primer cigarrillo en las trincheras o en las chabolas, mientras sufr¨ªan los primeros bombardeos. O quiz¨¢ en una sala de un hospital de sangre. Algunas veces la marca de aquel primer cigarrillo era desconocida. El paquete proced¨ªa de los donativos que se recib¨ªan en el frente procedentes de lejanos pa¨ªses.
Dignidad y coraje
Creo que se puede afirmar que, a pesar de la casi nula instrucci¨®n militar con que aquella quinta lleg¨® a primera l¨ªnea, se comport¨® en el frente con dignidad y coraje, con las naturales excepciones. Supo cumplir con su deber a pesar de que le toc¨® participar en los combates m¨¢s duros de toda la guerra en Catalu?a, en el Segre y despu¨¦s en el Ebro.Las bajas que sufri¨® aquella generaci¨®n de combatientes -entre muertos y heridos- fueron muy importantes. No existen estudios globales sobre este punto. Pero en el caso de alguna poblaci¨®n que he podido examinar, las bajas alcanzaron un 30% de los movilizados.
Terminada la guerra en Catalu?a, en febrero de 1939, el exilio para algunos y para otros, los campos de concentraci¨®n de Francia, la dureza de los campos de prisioneros, la depuraci¨®n y la incorporaci¨®n al ej¨¦rcito vencedor. Cambio, pues, de ej¨¦rcito a¨²n antes de terminarse la guerra en toda Espa?a.
Distribuidos por toda la geograf¨ªa espa?ola, en general fueron recibidos en sus puntos de destino, en la llamada Espa?a nacional, con el recelo y la hostilidad que provocaba en la sociedad franquista la vista de aquellos "rojos y catalanes". La campa?a anticatalana desarrollada por el franquismo hab¨ªa dado sus frutos. Pero el comportamiento digno de aquellos rojo-separatistas logr¨® vencer casi siempre aquel recelo y aquella hostilidad.
Una p¨¢gina triste
Termin¨® la guerra civil en Espa?a y empez¨® la Segunda Guerra Mundial. Aquellos muchachos de la quinta del biber¨®n, movilizados a sus 17 ¨® 18 a?os, exceptuando los que hab¨ªan conseguido pr¨®rroga de estudios o de hijo de viuda pobre, vieron c¨®mo pasaban los a?os, sin poderse reincorporar a la vida civil.No lo lograr¨ªan definitivamente hasta el a?o 1945, cuando ya cumpl¨ªan sus 25 a?os. Al salir de los cuarteles ya no eran los del biber¨®n; eran los viejos de los cuarteles. A sus 25 a?os deb¨ªan empezar a rehacer sus vidas. El destino hab¨ªa sido duro con ellos. Su historia es una de las p¨¢ginas m¨¢s tristes de la historia total de la guerra fratricida.
Hab¨ªan, no obstante, sobrevivido cada uno con su historia. Hoy los del biber¨®n ya son abuelos o podr¨ªan haberlo sido. Y quiz¨¢ algunas veces cansan a sus hijos, nietos o conocidos contando cosas de cuando el tranv¨ªa costaba un real y el diario 15 c¨¦ntimos. Explicando alguna de sus batallitas de ayer. Hay que comprenderlo. Vivieron unos a?os de su juventud realmente extraordinarios. Aquellos a?os fueron en realidad la aventura de su vida.
Hoy, cuando se ha recuperado la paz para todos y se est¨¢n consolidando la democracia y la autonom¨ªa, volvemos a reunirnos los de la quinta del biber¨®n. Y quiz¨¢ encontremos a compa?eros de batall¨®n o de sala de hospital a los que desde hace 45 a?os no hab¨ªamos visto. O quiz¨¢ alguien de la misma quinta que luch¨® en el bando contrario. Nos abrazaremos satisfechos. Porque hemos recuperado la paz. Y porque todos coincidimos en desear que nunca m¨¢s se repita una historia igual o semejante a la que vivimos los de nuestra quinta.
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