Detenci¨®n de feministas

Viene de la p¨¢gina 11permitido la suficiente circulaci¨®n de opiniones, y no s¨®lo opiniones. A veces, la democracia, los parlamentos, tampoco incluyen en sus esca?os todas las voces. ?O es que las voces de esas mujeres no son voces? No se pueden discutir -dicen- las medidas legales, no siempre justas, que son aplicadas por el orden, pero no se olvide que no siempre semejantes disposiciones coinciden o tienen que ver con las aspiraciones de aquellos sujetos o grupos que ellas mismas censuran o proh¨ªben. El Parlamento debe darse cuenta de que no todas las voces del pa¨ªs son suyas. El criterio de representatividad es tan s¨®lo una cuesti¨®n num¨¦rica, no un problema ontol¨®gico. Siendo esto as¨ª, ?c¨®mo negar el derecho a hablar a un movimiento, a unas gentes que son parte de las realmente implicadas en el problema del aborto? El derecho al propio cuerpo, a la libre manifestaci¨®n y expresi¨®n del mismo, es algo tan obvio, que deb¨ªa hacer reflexionar a sesudos juristas respecto, al menos, la oportunidad de aplicaci¨®n de una ordenanza.

Por otro lado, el problema de la sexualidad no ya tan s¨®lo de la mujer, sino en general de todo ser no convertido en cosa, no creo que tenga demasiado que ver con proyectos t¨ªpicamente decimon¨®nicos que no responden a la realidad que se censura, policialmente, esa tarde del Congreso. / .