Poner el toreo en su sitio
Dijeron de Manolo V¨¢zquez en su primera ¨¦poca que hab¨ªa puesto el toreo de frente. Lo dec¨ªan por su caracter¨ªstica forma de citar al natural, el pecho por delante, juntitas las zapatillas, la pa?osa cogida por el centro del estoquillador y adelante tambi¨¦n"; ?Vente, torito, vente!", sol¨ªa gritar con su voz aguda. Pero lo dec¨ªan tambi¨¦n porque acab¨® con la moda de torear de espaldas que unos cuantos pretend¨ªan perpetuar, a ra¨ªz de la invenci¨®n de una desafortunada suerte que llamaban espaldina. Ahora ha puesto el toreo en su sitio.La gran aportaci¨®n de Manolo V¨¢zquez en su retorno a los ruedos -y la de Anto?ete, en parecida dimensi¨®n- ha consistido en exhibir el toreo tal cual es; tal cual hab¨ªa sido siempre hasta que llegaron las figuras de las exclusivas. Estas figuras, cuya hegemon¨ªa ha durado dos d¨¦cadas, impusieron la regularidad de su oficio, el cual exclu¨ªa arte y se limitaba a reiterar pases de muleta, muchos pases, siempre los mismos pases, adocenados, mon¨®tonos, cortos, citando de perfil y ahogando las embestidas.
Aburr¨ªan al p¨²blico las figuras campeonas de la regularidad y la afici¨®n entraba en crisis. Muchos espectadores desertaron de esa afici¨®n, otros renunciaban a adquirirla. Taurinos achacaban a la fiesta las causas de su decadencia: "Es un espect¨¢culo anacr¨®nico y caduco; vivimos otros tiempos y la gente tiene gustos distintos; prefiere el pub, ir al campo los fines de semana, que asistir a las corridas de toros". La causa de la decadencia -demostraron los diestros veteranos en su reaparici¨®n- no era el desarraigo de la fiesta sino la pobre versi¨®n que de ella se ofrec¨ªa.
La primera sorpresa fue verlos citar, dando distancia, cediendo ventajas al toro. La segunda fue verlos realizar el toreo con naturalidad, repertorio, t¨¦cnica y hondura. V¨¢zquez lo interpreta, adem¨¢s, con alegr¨ªa, que seguramente es su propia alegr¨ªa vitalpor sentirse torero. Lo adorna de fragancias, que pueden exteriorizarse en pintureras aposturas, pero que son siempre resultado y s¨ªntesis de su vocaci¨®n, la cual se traduce en torer¨ªa. Y esa torer¨ªa, que es evidente, porque le desborda, la agradece y admira el p¨²blico, se identifica con ella, quisiera que fuera caracter¨ªstica insoslayable de todos los diestros del escalaf¨®n.
Es otra de las aportaciones de V¨¢zquez a la fiesta: ha promovido que el p¨²blico exija torer¨ªa a todos los diestros. Muchos de los nuevos espadas, los m¨¢s advertidos e inteligentes, procuran asumirla y ya hace de ella gala. De tal modo que el espect¨¢culo taurino, despu¨¦s de la reaparici¨®n de Manolo V¨¢zquez, empieza a recuperar varios de sus m¨¢s importantes valores; el arte de torear se enriquece de nuevo volviendo a sus ra¨ªces; la monoton¨ªa y la vulgaridad, que hab¨ªan llevado el espect¨¢culo a su decadencia, tienden a desaparecer. Parece juicio convenido que Manolo V¨¢zquez torea ahora mejor que en su primera ¨¦poca. Algo de cierto hay, pues con los a?os su toreo se ha asolerado y ha ganado tanto en hondura como en sentimiento art¨ªstico. Aqu¨¦l Manolo V¨¢zquez que pon¨ªa el toreo de frente, y hac¨ªa el alarde de aguantar la embestida el pecho por delante, juntitas las zapatillas, la pa?osa adelante tambi¨¦n, ahora es m¨¢s aut¨¦ntico en el lance de capa y en el pase de muleta. Los adereza de sevillan¨ªa y arte, seg¨²n la inspiraci¨®n de cada tarde, pero en cualquier caso todo lo pone en servidumbre del dominio, porque torear es dominar y esta es regla de oro que ha hecho suya.
Manolo V¨¢zquez entra en la historia de la tauromaquia para ocupar un puesto de honor, muy por encima del que le correspond¨ªa en su primera despedida. Se fue entonces con categor¨ªa de torero importante y se va ahora con categor¨ªa de maestro. Esa historia dir¨¢ de ¨¦l que sent¨® c¨¢tedra y puso el toreo en su sitio.
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