Manolo V¨¢zquez se despide de los toros en la Maestranza de Sevilla
Manolo V¨¢zquez, uno de los diestros de m¨¢s alta cotizaci¨®n art¨ªstica entre cuantos han pisado los ruedos durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, se despide esta tarde del toreo en la Real Maestranza de Sevilla. Lo har¨¢ en una corrida de toros que est¨¢ rodeada de gran expectaci¨®n, actuando mano a mano con Anto?ete, otro espada de m¨¢xima categor¨ªa. Manolo V¨¢zquez ha conseguido, mantener, a sus 54 a?os de edad, un alto nivel de calidad t¨¦cnica y art¨ªstica, y ha producido adem¨¢s un efecto enormemente beneficioso para la fiesta, al mostrar a los j¨®venes aficionados y a las nuevas generaciones de toreros c¨®mo se realiza el toreo en pureza.
Pies juntos, citar de frente, embarcar, templar, dar salida. Manolo V¨¢zquez le ha devuelto al toreo aromas antiguos, olvidados. "S¨ª, creo que ¨¦sa ha sido mi aportaci¨®n en estos tres ¨²ltimos a?os. Estoy contento porque creo que gracias a m¨ª algunos aficionados j¨®venes est¨¢n viendo una forma de torear que se cre¨ªa olvidada". Pero eso se acab¨®. Se va, se va en Sevilla, su Sevilla, en la que ha aprobado, pasados los cincuenta, la asignatura pendiente que le quedaba despu¨¦s de 14 a?os de toreo en plenitud de condiciones f¨ªsicas: salir a hombros por la puerta del Pr¨ªncipe. Sus triunfos podr¨ªan animarle a seguir, pero no: "Estoy jugando con fuego".
Nervio y quietud
Remed¨ªn, su esposa, parece puro nervio, un contraste con la quietud de este hombre, torero sentado, torero de pie, torero cruzando la habitaci¨®n para coger el tel¨¦fono. Remed¨ªn es un lamento, porque esta despedida, con su inevitable asalto masivo de periodistas, ha cogido la casa en desorden.Al maestro su familia le mira con leg¨ªtimo orgullo. Tres hijas, la menor de ellas, Carolina, de cinco a?os, un torbellino por la casa, y un hijo, Manolo, que se r¨ªe esc¨¦ptico cuando se le pregunta si quiere ser torero. Y la esposa, que cada vez que el maestro se levanta a coger el tel¨¦fono hace un aparte con el periodista: "Es el ¨²nico caso de haber toreado en las ferias de Sevilla, Bilbao y Madrid con 54 a?os", o "Tiene todos los trofeos del mundo taurino", o "Gracias a ¨¦l est¨¢n saliendo nuevos aficionados entre la gente joven". As¨ª habla Remedios Gago, a pesar de que nunca le ha visto torear.
En Sevilla se vestir¨¢ de luces,por ¨²ltima vez, con un precioso traje celeste y otro que Remed¨ªn hija, que va para periodista, ha tra¨ªdo, cuidadosamente colocado sobre una silla, en el centro del sal¨®n. Se va en pleno triunfo: "S¨ª, porque no quiero enga?arme. Me est¨¢n saliendo las cosas bien, pero no puedo disimular que ya no tengo la condici¨®n f¨ªsica de los 30 a?os. Estoy jugando con fuego".
Fueron, primero, 14 a?os, de 1951 a 1965. Catorce a?os de los que no quedaba un gran recuerdo. Un buen torero, s¨ª, pero s¨®lo eso. No pasaba a la historia como Ord¨®?ez, Bienvenida o su hermano Pepe Luis.
"Torero, lo que se dice torero, tenia que ser por fuerza. Yo nac¨ª en el barrio de San Bernardo, que, por cierto, ahora est¨¢ hecho una pena. Lo est¨¢n dejando caer. All¨ª estaba el matadero, que al trasladarlo de sitio ha supuesto la muerte del barrio, porque todas las familias viv¨ªamos de eso. Mi padre y mi abuelo trabajaban all¨ª, y todos los chiquillos quer¨ªamos torear, no jug¨¢bamos a otra cosa. Y m¨¢s desde que mi hermano Pepe Luis triunf¨®".
Reconocimiento tard¨ªo
Triunf¨®, s¨ª, pero Manolo no tanto como ¨¦l. "Yo creo que fui un buen torero, tanto como ahora. Lo que ocurre es que con mi retorno los aficionados han vuelto a ver una forma de estar ante el toro que se estaba olvidando. El toreo se hab¨ªa ido haciendo m¨¢s r¨¢pido cada vez, poco a poco, de forma casi insensible. ?sa es la raz¨®n tambi¨¦n del triunfo de Anto?ete o Curro, que han toreado despacio, han estado ante el toro de otra manera".Y, quiz¨¢ m¨¢s despacio que nadie, Manolo V¨¢zquez. "No s¨¦, nos¨¦. Quiz¨¢ es que tengo ya 54 a?os y no puedo hacer nada deprisa, y sobre la lentitud de mi toreo he cargado la lentitud de los a?os. El caso es que me he sentido muy a gusto delante de los toros, dominando, emocion¨¢ndome y transmitiendo".
Y se va feliz tambi¨¦n porque, por fin, ha salido a hombros por la puerta del Pr¨ªncipe. Sevilla le ha aceptado, cosa que no ocurri¨® en la primera ¨¦poca. "Yo tom¨¦ la alternativa en Madrid y aqu¨ª me esperaban con la actitud de a ver qu¨¦ tal Cada vez que ten¨ªa corrida sal¨ªa nervioso, crispadillo, y me faltaba eso tan elemental para el toreo que es la naturalidad. Cuanto m¨¢s pasaba el tiempo, m¨¢s dificil era para m¨ª sentirme a gusto ante el toro en Sevilla. Si no triunf¨¦ aqu¨ª no se puede decir, como algunos han comentado, que eso fuera culpa de una rivalidad Sevilla-Madrid, de que en Sevilla no acepten al torero que triunfa en Madrid. Ni de un exceso de exigencia por ser el hermano de Pepe Luis. No. El p¨²blico no ten¨ªa nada contra m¨ª.
Simplemente, yo no tore¨¦ bien aqu¨ª y eso es todo. El aficionado sevillano no ten¨ªa por qu¨¦ pensar que yo fuera un buen torero, porque no me hab¨ªa visto torear bien".
"Ahora he toreado bien y me han sacado a hombros por la puerta del Pr¨ªncipe, y eso me ha colmado de alegr¨ªa".
El toro
"Dicen que cada toro tiene su faena, pero no es verdad. Los hay que no tienen un pase. Pero en general el toro est¨¢ dispuesto a colaborar. Cuando estoy ante ¨¦l, siento su mirada, una mirada extra?a, dif¨ªcil de explicar. No hay odio, a pesar de que sea un animal agresivo, que ataca por instinto todo lo que ve. En la mirada del toro a veces noto que entiende lo que est¨¢ pasando, que sabe que colabora en una creaci¨®n art¨ªstica. Tambi¨¦n ves su desconcierto cuando siente que su vida est¨¢ en peligro, que le dominan, que no tiene escape".
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