Universidad y salud, un divorcio progresivo
El desarrollo de la medicina y la creciente presi¨®n ciudadana por obtener una m¨¢s completa atenci¨®n sanitaria est¨¢ cambiando la estrategia de los planificadores sanitarios, que se orientan hacia la atenci¨®n primaria a la salud. El m¨¦dico, opina el autor, sigue siendo el elemento fundamental de este esquema de atenci¨®n sanitaria y debe enfrentarse al reto de que su preparaci¨®n, basada en m¨¦todos tradicionales, no se adecua a las nuevas necesidades sociales.
En los ¨²ltimos a?os la preocupaci¨®n individual y colectiva por mantener un estado satisfactorio de salud se ha ido incrementando. La salud, entendida no s¨®lo como carencia de enfermedad, sino tambi¨¦n como capacidad de disfrute de todas las posibilidades f¨ªsicas y ps¨ªquicas del ser humano, ha dejado de ser considerada un privilegio para adquirir la categor¨ªa de derecho. Se ha producido al tiempo un espectacular desarrollo tecnol¨®gico y cient¨ªfico de la biomedicina, incrementando sus posibilidades y expectativas cara a la preservaci¨®n de la salud. Como consecuencia, los Gobiernos se han visto sometidos a una progresiva presi¨®n ciudadana en demanda de una mejor y m¨¢s completa atenci¨®n sanitaria, desviando hacia ello recursos p¨²blicos en proporci¨®n creciente. Este aumento del gasto p¨²blico en salud obliga a los responsables pol¨ªticos de la sanidad a definir cu¨¢les son las estrategias m¨¢s apropiadas para compatibilizar recursos y servicios. Los planificadores sanitarios de todo el mundo parecen haber llegado al acuerdo casi un¨¢nime de que la llamada "atenci¨®n primaria a salud" constituye la metodolog¨ªa m¨¢s adecuada para lograr una mejora global del estado de salud de la poblaci¨®n con el m¨ªnimo costo.As¨ª lo ha definido la Organizaci¨®n Mundial de la Salud con vistas a la consecuci¨®n de su objetivo "Salud para todos en el a?o 2000".
La disponibilidad de un personal de salud, de unos "recursos humanos" con el entrenamiento adecuado al tipo de atenci¨®n sanitaria que se pretende prestar constituye una pieza clave en el ¨¦xito de tal pol¨ªtica. El m¨¦dico sigue siendo elemento fundamental en cualquier esquema de atenci¨®n a la salud, no s¨®lo como protagonista casi exclusivo en la medicina curativa tradicional, sino por el papel de l¨ªder del equipo multidisciplinario de salud que se le atribuye en los dise?os de atenci¨®n primaria. Por ello cabe preguntarse hasta qu¨¦ punto el entrenamiento que poseen actualmente los m¨¦dicos o el que las facultades de Medicina proporcionan a los que han de serlo en el futuro es adecuado a la consecuci¨®n de tal objetivo. La respuesta a esta pregunta es, hoy, en Espa?a, descorazonadora.
Fallan los esquemas docentes
Nuestras facultades de Medicina mantienen curr¨ªculos y organizaciones docentes que son sustancialmente iguales a los que ten¨ªan hace 50 a?os. En ellas los programas para reciclaje y formaci¨®n continuada de m¨¦dicos son pr¨¢cticamente inexistentes, y la formaci¨®n de especialistas ha escapado en gran medida de su responsabilidad. Ser¨ªa probablemente simplista e injusto culpar exclusivamente a la Universidad o a las facultades de Medicina de tal situaci¨®n. La imposibilidad de salirse de los r¨ªgidos y uniformes moldes por los que discurre la docencia universitaria espa?ola, la carencia de agilidad en el sistema de contrataci¨®n del profesorado, o la burocratizaci¨®n e impermeabilidad de la administraci¨®n sanitaria son algunos de los obst¨¢culos con los que se han estrellado los escasos intentos de reforma de la ense?anza m¨¦dica en Espa?a. Como resultado de las culpas de unos y otros, prevalecen en aqu¨¦lla esquemas docentes obsoletos, orientados a un entrenamiento te¨®rico y memorizante, basado en asignaturas incomunicadas, cuyo peso espec¨ªfico y nivel de dificultad depende m¨¢s de los responsables de su ense?anza que de su inter¨¦s aut¨¦ntico para la formaci¨®n del m¨¦dico.La actual concepci¨®n de la salud demanda un m¨¦dico capaz no s¨®lo de curar la enfermedad, sino de conocer el impacto que en ella tienen la biolog¨ªa, el medio ambiente y los h¨¢bitos de vida. Por ello, debe estar entrenado para actuar tanto en el ¨¢mbito hospitalario como en la comunidad en la que se desenvuelve su labor, valorar el impacto social y econ¨®mico de su trabajo y ser capaz de seguir los avances de unas ciencias como las biom¨¦dicas, en acelerado proceso de desarrollo. Lograr este objetivo exige un cambio profundo en la filosof¨ªa y estructuraci¨®n docente de las facultades de Medicina.
Desde su ingreso en la facultad de Medicina, es necesario poner al futuro m¨¦dico en relaci¨®n con los problemas de salud de la poblaci¨®n, sensibiliz¨¢ndole a trav¨¦s del contacto directo con ¨¦sta hacia una visi¨®n multifactorial de la salud. Sin desde?ar una s¨®lida formaci¨®n cient¨ªfica, hay que ense?arle a valorar la importancia de los factores socioculturales y el papel que el m¨¦dico puede y debe jugar en la promoci¨®n de h¨¢bitos de vida m¨¢s sanos. Por otro lado, la inundaci¨®n de informaci¨®n biom¨¦dica hace aconsejable orientar la docencia hacia lo que se denomina el "aprendizaje de soluci¨®n de problemas" y al uso eficiente de las fuentes de informaci¨®n biom¨¦dica m¨¢s que a una acumulaci¨®n de conocimientos que quedar¨¢n desfasados en plazo breve. Todo ello exige el empleo de t¨¦cnicas pedag¨®gicas nuevas, la definici¨®n clara de objetivos a nivel institucional y departamental y el paso a un modelo de ense?anza-aprendizaje m¨¢s flexible, con un car¨¢cter tutorial en el seguimiento del progreso y la evaluaci¨®n del estudiante.
Obligado reciciaje
La formaci¨®n continuada y el reciclaje de los m¨¦dicos en ejercicio es una misi¨®n olvidada de las facultades de Medicina. Su urgencia se pone de manifiesto si consideramos que la cifra de m¨¦dicos colegiados en Espa?a es casi 20 veces superior a la de alumnos que ingresan por a?o en el conjunto de sus facultades m¨¦dicas. Para convencer y atraer a estos profesionales a programas de aprendizaje compatibles con su generalmente agitada vida profesional es imprescindible hacer un esfuerzo de imaginaci¨®n y dise?ar modelos de ense?anza ¨²tiles y atractivos.Las facultades de Medicina tienen que dejar de ser instituciones cerradas e incorporar, para el cumplimiento de su misi¨®n docente, a todos aquellos centros que intervienen en las distintas facetas de la atenci¨®n a la salud, desde los de atenci¨®n primaria o las unidades antialcoh¨®licas hasta los sofisticados hospitales terciarios. Deben recabar tambi¨¦n la participaci¨®n en sus programas pedag¨®gicos de profesionales de otras ciencias tradicionalmente no m¨¦dicas (soci¨®logos, economistas, inform¨¢ticos ... ), cuya colaboraci¨®n es esencial para transmitir una visi¨®n m¨¢s integral del concepto de salud.
La puesta en pr¨¢ctica de tales ideas exigir¨ªa una flexibilizaci¨®n para las facultades de Medicina de las normas administrativas que rigen el funcionamiento de la Universidad, as¨ª como una voluntad com¨²n de cambio entre su actual profesorado. Tambi¨¦n ser¨ªa necesaria la participaci¨®n en su conjunto del sistema de atenci¨®n a la salud. Por supuesto, el grado de aproximaci¨®n a estas hipot¨¦ticas circunstancias de las distintas facultades de Medicina espa?olas es muy desigual.
Los sistemas educativo y de salud se enfrentan hoy a un proceso de reforma; el momento, pues, para la adopci¨®n de medidas como las que se apuntan es el propicio. Confiemos en que se den tambi¨¦n en las personas las condiciones de imaginaci¨®n, voluntad pol¨ªtica y coraje que una decisi¨®n de esta envergadura requiere.
es catedr¨¢tico de la facultad de Medicina y vicerrector de la universidad de Alicante. Vicepresidente de la Sociedad Espa?ola de Educaci¨®n M¨¦dica.
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