Mary Allen Derek,
ciudadana brit¨¢nica, 52 a?os, madre de seis hijos, ha obtenido el divorcio de su marido porque ¨¦ste, dentista de profesi¨®n, es un taca?o. En casi, tres d¨¦cadas de matrimonio todos los regalos que Mary Allen recibi¨® de su esposo fueron un secador de pelo y un pelapatatas. Ella debi¨® haber sospechado su esplendidez desde la noche de bodas, ya que su c¨®nyuge se la pas¨® en iu despacho de dentista, porque quer¨ªa revisar las cuentas. En la sentencia basada, en una causa que har¨ªa estremecer a los detractores de la ley de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, el juez de familia de Cheddington no se anda por las ramas y dice directamente: "No veo raz¨®n alguna para que una mujer conviva con un esposo tan avaro".
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