El pu?o de Marisol
Para levantar el pu?o como el otro d¨ªa lo hizo Marisol, sin una fisura, con toda convicci¨®n, como si acabara de tomar el Palacio de Invierno y fre¨ªrse unas salchichas en el s¨®tano, hay que tener la fe desesperada del viejo militante que se resiste a ver morir su sue?o, o la fe pisoteada de la ni?a prodigio que nunca pudo crecer con una visi¨®n propia.A m¨ª, la foto de Marisol alzando el brazo esbelto, bronc¨ªneo, rematado con un picaporte de lujo, en el congreso del prosovi¨¦tico PCC catal¨¢n, me record¨® aquellos m¨ªtines que encabezaba Jane Fonda hace muchos a?os, cuando la atac¨® el repente de querer poner a los indios a vivir en Beverly Hills: hoy, ya lo sabemos, la Fonda est¨¢ d¨¢ndoles carrera a sus ni?os a costa de todos los que hacen el indio deslom¨¢ndose con el aerobic, uno-dos, uno-dos-puf.
Marisol, que empez¨® a sufrir la invasi¨®n ajena cuando era muy ni?a, al tiempo que soportaba que le camuflasen los pechos de marron glac¨¦ por medio de refajos; Marisol, a la que nunca he conocido fuerte, sino pasando de la tutela de un hombre a la de otro, demasiado deshabitada de s¨ª misma, cree ahora que Andropov es santa Cecilia tocando el arpa mientras el resto del mundo vive entregado a la corrupci¨®n del capital y la explotaci¨®n del imperialismo: son los peligros de bailar al mismo son que taconean otros.
Pero precisamente porque todos seguimos siendo quienes ¨¦ramos y regresando al lugar de donde salimos, aunque hayamos avanzado a ciegas en la direcci¨®n contraria, a m¨ª me produce cierta pena que esa ni?a que nunca pudo serlo ya no mire con ojos de congoja, que ni la sombra de una duda le impida cuestionar lo que est¨¢ defendiendo. Qu¨¦ segura, Marisol, pu?o en alto por la Uni¨®n Sovi¨¦tica -aunque, quiz¨¢, sea el suyo un, pu?o en alto por lo que no le dieron-, qu¨¦ tristeza de musa bolchevique a destiempo, cuando todos los rojos desti?en y hay que buscar preguntas y respuestas a la misma velocidad con que nos hiere la informaci¨®n que llega de una u otra parte. "Porque mi pelo ya no es el de una ni?a, ni mi vida tampoco". Yo no me atrever¨ªa a afirmarlo tan tajantemente.
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