Un crimen, pero tambi¨¦n un suicidio ritual
En el comunicado por el que ETApm daba, el pasado d¨ªa 13, un plazo m¨¢ximo de 36 horas para el cumplimiento de las condiciones de que hac¨ªa depender la vida del capit¨¢n Mart¨ªn Barrios, hab¨ªa un p¨¢rrafo que no pudo dejar de llamar la atenci¨®n. A prop¨®sito del interrogatorio a que sus secuestradores afirmaban haber sometido a Alberto Mart¨ªn se dec¨ªa que ¨¦ste "refiri¨¦ndose al juicio de Berga afirm¨® que el Ej¨¦rcito no aceptar¨¢ jam¨¢s la vuelta de algunos arrepentidos relacionados con este caso". Retrospectivamente, a la luz del criminal desenlace, la frase, parece confirmar la impresi¨®n seg¨²n la cual quienes calificaron y ejecutaron el crimen lo hac¨ªan m¨¢s en funci¨®n de la situaci¨®n interna de la propia organizaci¨®n terrorista, que de cara al objetivo pol¨ªtico proclamado: la denuncia de las condiciones en que iba a realizarse el juicio de Berga.La menci¨®n a "algunos arrepentidos relacionados con este caso" hace referencia a tres de los procesados en el sumario de Berga, actualmente exiliados y desligados de la organizaci¨®n, que entraron en su d¨ªa en la lista negociada entre el ministro del Interior y el diputado Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, de cara a su reinserci¨®n social sobre la base de un compromiso previo de abandono de la actividad violenta.
Los tres ex miembros de ETApm en cuesti¨®n forman parte del grupo de 28 personas sobre un total de 111 nombres incluidos en las listas iniciales, que contin¨²an a la espera de un acuerdo en base a alguna de las distintas f¨®rmulas legales estudiadas en el marco de las conversaciones entre el ministro del Interior y el diputado vasco.
Hasta el momento, medio centenar de exiliados y 33 ex presos se han beneficiado de alguna de esas f¨®rmulas, pasando libremente la frontera o abandonando la prisi¨®n.
Paralelamente, al menos 14 miembros de ETApm VIII Asamblea que en su d¨ªa se opusieron a ser incluidos en las listas negociadas por Bandr¨¦s han recurrido a otras v¨ªas de negociaci¨®n. Algunos desmentidos realizados por parte de determinados presos, que han negado aceptar la v¨ªa de la negociaci¨®n, han de ser contemplados con prudencia desde que, seg¨²n fuentes de toda solvencia, una de las condiciones puestas por los interesados habr¨ªa sido la de una total discreci¨®n, incluyendo el sobreentendido de que la negativa p¨²blica no implicaba la interrupci¨®n de las gestiones realizadas.
Esta segunda v¨ªa, en la que el senador del PNV Joseba Azc¨¢rraga ha actuado como intermediario, ha servido ya para gestionar el regreso del exilio de algunas personas con expediente policial, pero no procesadas. Algunos casos est¨¢n paralizados por la dificultad de encuadrar posibles soluciones legales a situaciones individuales en el marco de un acuerdo en el que quede claro el compromiso colectivo de abandono de las armas. Seg¨²n las fuentes consultadas por este peri¨®dico, la ausencia de una organizaci¨®n pol¨ªtica legal que avale fehacientemente dicho compromiso, dificulta el acuerdo.
Por otra parte, es conocido que una parte de los presos octavos dirigi¨® recientemente a la direcci¨®n de su organizaci¨®n un ultim¨¢tum en el que planteaban que si aquella no daba se?ales de vida "como tal organizaci¨®n pol¨ªtico-militar". en un determinado plazo de tiempo, ofreciendo a los presos alguna perspectiva razonable de abandonar la c¨¢rcel por una u otra v¨ªa se consideraban en libertad para intentar soluciones individuales a su situaci¨®n.
Con estos antecedentes, quienes conocen desde hace a?os la psicolog¨ªa de los actuales dirigentes poli-milis albergan pocas dudas sobre los verdaderos objetivos del secuestro de Alberto Mart¨ªn. Se tratar¨ªa de responder, mediante una decisi¨®n sonada, al reproche de inactividad, pero a la vez, de cerrar el paso a cualquier posibilidad de b¨²squeda individual de soluciones a su situaci¨®n por parte de los militantes encarcelados.
En ese sentido, el asesinato del capit¨¢n de farmacia habr¨ªa sido en primer lugar un crimen, pero tambi¨¦n una especie de suicidio ritual: los propios responsables de la acci¨®n se cerraban a s¨ª mismos cualquier salida antes de tolerar que otros la encontrasen por s¨ª mismos. La etimolog¨ªa ¨²ltima de la palabra asesinato cobra as¨ª su significado m¨¢s cabal: se tratar¨ªa de asociar forzosamente a otras personas, mediante lazos de sangre, al propio destino sin salida.
En esa hip¨®tesis, la aparente incoherencia de culminar con el asesinato de Alberto Mart¨ªn una operaci¨®n en la que los objetivos proclamados hab¨ªan sido alcanzados con creces (pues la actitud de TVE favoreci¨® la difusi¨®n de a?adidura y por otros medios de los planteamientos poli-milis sobre el juicio) resulta menos sorprendente. De ah¨ª, tambi¨¦n, la sublime confusi¨®n del comunicaido por el que han tratado de justificar el crimen. La incre¨ªble acusaci¨®n seg¨²n la cual el capit¨¢n, aparte su oficio de farinac¨¦utico, desempe?aba "misiones reservadas", ha desaparecido de la argumentaci¨®n, y ya solo queda la referencia a Alberto Mart¨ªn como "figura simb¨®lica de las fuerzas armadas espa?olas en su papel de guardianes del orden burgu¨¦s y centralista".
El comunicado, por otra parte, lleva la fecha del 15 de octubre, como queriendo acreditar, en prueba de firmeza que la sentencia fue dictada en el momento mismo en que TVE anunciaba su respuesta a la exigencia de los secuestradores. Pero es esa una firmeza solo simb¨®lica y ¨²nicamente explicable en quien ha decidido ya, como. Sans¨®n ciego, hundir consigo a todos los habitantes del templo.
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