La pol¨ªtica de la ca?onera
EL GOBIERNO Reagan ha invadido con sus tropas un pa¨ªs soberano, miembro de las Naciones Unidas. No ha sido Nicaragua, ha sido la isla de Granada. Si se diesen por v¨¢lidos los argumentos esgrimidos por Reagan, ning¨²n pa¨ªs peque?o, o militarmente d¨¦bil, podr¨ªa sentirse tranquilo. El invasor fuerte siempre puede decir que no hay orden ni ley en el pa¨ªs que desea ocupar. La acci¨®n militar en Granada atenta directamente -como la de los rusos en Afganist¨¢n- contra el sistema que tratan de guardar las Naciones. Unidas, basado en la obligaci¨®n para todos, grandes y peque?os, de respetar la independencia de todos los Estados. EE UU ha utilizado, para denunciar la invasi¨®n de Afganist¨¢n por la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los mismos argumentos pol¨ªticos, morales, jur¨ªdicos, que ahora se vuelven contra ¨¦l. El momento era otro; las circunstancias diferentes; pero es id¨¦ntica la violaci¨®n del principio b¨¢sico que debe regir las relaciones entre pa¨ªses. Id¨¦ntica la reprobaci¨®n que suscita.En las ¨²ltimas semanas, se hab¨ªa creado en Granada una situaci¨®n extraordinariamente compleja. Bishop, que hab¨ªa dirigido el pa¨ªs en un sentido socialista, desarrollando relaciones amistosas con Cuba, se hab¨ªa esforzado por superar el aislamiento; hab¨ªa hecho incluso con ese fin un viaje a EE UU. Ha sido derribado por los jefes de sus propias fuerzas armadas, que proclamaban sus mismos ideales; todo indica que una concepci¨®n radical y fan¨¢tica del proceso revolucionario empuj¨® a ¨¦stos a actos de violencia, incluso criminales, como el asesinato de Bishop y de cuatro ministros. Actos que, en ¨²ltimo extremo, han servido en bandeja un pretexto para la invasi¨®n norteamericana. Es sintom¨¢tico que el Partido Comunista Cubano, cinco d¨ªas antes del desembarco de EE UU, haya expresado en un documento su angustia ante el golpe que hab¨ªa derribado a Bishop. "El imperialismo tratar¨¢ de utilizar esta tragedia", se dice, "y los graves errores cometidos por los revolucionarios granadinos para barrer el proceso revolucionario...". Mostraba el documento su desconfianza hacia el nuevo equipo, al decir ¨¦ste que los responsables de la muerte, de Bishop deb¨ªan ser castigados. Pero, ?se trata s¨®lo de enfrentamientos entre dos l¨ªneas pol¨ªticas o de exacerbaci¨®n de odios personales? ?No han actuado servicios secretos para fomentar la ruptura dentro del equipo gobernante de Granada? Son interrogantes hoy sin respuesta, pero sobre los que conviene reflexionar, porque las cosas no suelen ocurrir por casualidad.
EE UU ha amagado en Nicaragua y ha golpeado en Granada; son partes de una misma pol¨ªtica. La invasi¨®n de esta peque?a isla afirma la vigencia plena de la pol¨ªtica de la ca?onera. Es decir, que en esa parte del mundo manda EE UU. Es una advertencia para Nicaragua, y hasta para Cuba. Ante las cr¨ªticas que se le vienen encima, Reagan intentar¨¢ suscitar un ambiente de uni¨®n sagrada en los medios parlamentarios de Washington, y contener as¨ª las fuertes protestas con motivo del env¨ªo de marines a L¨ªbano. Pero el recuerdo de Vietnam sigue anclado en la conciencia de muchos norteamericanos; y su repudio es cada vez mayor contra el env¨ªo de tropas de EE UU a diversas zonas del mundo.
La invasi¨®n de Granada provocar¨¢ protestas en Am¨¦rica Latina y en Europa. Es el peor momento para Washington. En unos tiempos de agudas tensiones por el problema de los euromisiles, EE UU puede tener dificultades en el seno mismo de la OTAN: la nota de protesta francesa es indicativa de ello. Tambi¨¦n es significativa la reacci¨®n negativa de la se?ora Thatcher; Granada y varios de los Estados caribe?os que han apoyado la invasi¨®n son miembros de la Commonwealth brit¨¢nica, pero EE UU ha actuado por su cuenta, sin atender las reservas del Gobierno ingl¨¦s. La reacci¨®n espa?ola, seg¨²n nos tiene acostumbrados Mor¨¢n, vuelve a ser confusa y pobre.
En un reciente comentario, referente a L¨ªbano, Reagan aludi¨® al peligro de guerra mundial. La cuesti¨®n de Granada no la va a hacer estallar. Pero es un hecho la progresiva involucraci¨®n militar de Estados Unidos en conflictos que inicialmente le resultaban ajenos. La internacionalizaci¨®n de las guerras locales tiende a convertir, de manera tan artificial como peligrosa, todas las cuestiones de este mundo en problemas de relaciones Este-Oeste. Mosc¨² y Washington parecen gozar con la simplificaci¨®n. Los Gobiernos de Europa deber¨ªan intentar hacer algo. Su voz es todav¨ªa respetada y su aliento seguido por millones de americanos que creen en una Am¨¦rica distinta a la de la pol¨ªtica de la ca?onera.
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